POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
Nació Joaquín Carrillo Martínez en Ulea, en el año 1905 y, durante su infancia y adolescencia fue testigo de fuertes epidemias y carencias sanitarias, que ocasionaron enormes tragedias familiares. Era el tercero de una familia de 10 hermanos y, en un intervalo de 7 años desaparecieron 8 de ellos. Solamente una hermana sobrevivió a dichas epidemias, aunque, a la edad de 6 años, quedó postrada al sucumbir ante la temida poliomielitis, al perder la movilidad de ambas piernas.
En su adolescencia y juventud, Joaquín ayudó a su padre en las tareas agrícolas; hasta qué, nada más cumplir 16 años, le colocaron de aprendiz en una fábrica de muebles en la vecina Archena. Como hasta el año 1925 no se construyó el puente sobre el río Segura, que une a Ulea y Villanueva, iba al trabajo a pie; hasta qué su padre le compró una bicicleta.
En la mueblería archenera, propiedad de «Pepe el de los muebles», aprendió todas las artimañas de la profesión y, cuando cumplió 21 años, el año que le tallaron y alistaron para ir a la mili, montó en el pueblo una fábrica y almacén de muebles, en la calle Alfonso XII, viéndose obligado a contratar varios operarios y tener ocupado todo el día.
En el año 1927, al tener que incorporarse a filas, vio peligrar el futuro de su industria, ya que su presencia y dirección de la misma resultaba imprescindible para la prosperidad de la misma. Entonces, las gestiones de su padre surtieron el efecto deseado, ya que la familia de los Tomás Abenza «los cholés» tenían un tío en la comandancia militar de Murcia y, por su intermediación, dado que era el único soldado de reemplazo emprendedor empresarial, consiguieron que realizara el servicio militar en Murcia, por el sistema de «soldado de cota» que le permitía salir del cuartel todos los días y dormir en su casa. Además, le exoneraba de efectuar guardias en el cuartel militar.; aunque para ello tuvo que acreditar la enfermedad de su padre y la poliomielitis de su hermana.
Ante esta tesitura tan favorable, su padre le compro una gran moto una «Harley Davidson» de segunda mano, con los escasos ahorros que tenía. La facilidad para desplazarse en la moto, le permitía acudir al cuartel diariamente, para realizar la mili de cota y regresar a su casa todas las tardes; situación que le propició, aunque con mucho sacrificio, seguir adelante con el negocio de la mueblería.
Con su Harley acudía al cuartel y regresaba diariamente y, los días libres, los aprovechaba para visitar a clientes y acreedores; haciendo uso de su Harley Davidson. Era un lujo inusual viajar en moto y, por consiguiente, todos los niños se arremolinaban al salir y regresar a su casa. Algunos corrían tras él cuando circulaba despacio por las calles del pueblo. Al cruzar «El Carril de Archena», muchos vecinos de dicha localidad, se asomaban a la puerta para verle pasar.
Las chicas que llamábamos «en edad de merecer», se quedaban embobadas mirando la moto y, a la vez, contemplaban al motorista. En uno de esos viajes a Archena, conoció a una joven con la que entabló relaciones; dicha joven se llamaba Encarnación Espinosa.
El motorista, siguió con su fábrica de muebles y con sus obligados viajes en moto. Este industrial y poseedor de una moto de segunda mano «Harley Davidson», se llamaba Joaquín Carrillo Martínez «Joaquín el de los muebles».
La década de 1930 fue muy dura y estuvo llena de incertidumbres. Llegado el año 1936, le requisaron la moto y destrozaron su mueblería. ¡¡Adiós a sus sueños!!