POR BIZÉN D’O RIO MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL HOYA DE HUESCA
La leyenda del Dragón convirtió a San Jorge en el Caballero por excelencia y esta leyenda llega a Occidente desde Siria en el siglo XI, al igual que se extiende por toda la península y la Vieja Europa en el mismo siglo, esa gesta esa aparición de San Jorge en las Boqueras de Cuarte, ante la ciudad de Huesca donde se está librando una cruenta batalla en los campos del Alcoraz. Curioso es el poder comprobar como cuentan las crónicas de otros reinos, que… “Invocando el rey de Aragón el auxilio de Dios, apareció el glorioso caballero y mártir, el Señor San Jorge, con armas blancas y resplandecientes, en un poderoso caballo enjaezado con paramentos plateados, con cruces rojas en pecho y escudo..”. San Jorge por otra parte, es el protector del labrador cuando está arando la tierra, pues así se le ha reconocido durante siglos en el Altoaragón, no siendo de extrañar, que en algunas comarcas se la haya considerado como el protector de la casa o borda situada en el campo o monte, esa pequeña construcción con hogar, en la que se guisaba y se pernoctaba incluso, cuando el terreno de cultivo estaba apartado de la población, esta protección se lograba rezando la oración a San Jorge, cuyo contenido guarda estrecha vinculación con la casa y el campo: “En el nombre del Padre, del Hijo y con la fuerza del Espíritu Santo, en la presencia del bendito San Jorge, pedimos la bendición de esta casa. Alejad el espíritu del mal, y que en cada rincón se viva con fe y esperanza de la gloria eterna. Os pedimos que no falte el pan para alimentarnos, la leña para calentarnos, la sal para purificarnos y el poder de la hierba para ayudarnos. En el nombre de San Jorge vencedor, sean vencidos todos los males”. Tras la oración se efectuaba la ofrenda, introduciendo en una bolsa de tela, laurel, una moneda de cobre y una espiga de trigo, colocando la bolsa cerrada en la despensa o reposte.
En esta oración se habla del poder de la hierba para ayudarnos, porque efectivamente, el hombre desde la antigüedad se estado apoyando en el poder y propiedades de las hierbas, todo el ciclo humano estuvo influenciado por las hierbas, no solo por sus propiedades preventivas y curativas, y el trascendental acto de declarar el amor a una mujer, ha estado siempre relacionado con un gesto, la entrega de una rosa, una margarita, pues desde los tiempos más remotos, las hierbas y flores nos hablan, nos cuentan la historia de una vida, pero sobre todo, nos cuentan la historia de la nuestra. Unas veces nos hablan de amistad, otras de amor, otras de muerte, de desamor, de soledad, porque las flores simbolizan la expresión anímica de la naturaleza humana. Cierto es, que dependiendo de la cultura, nos pueden representar diferentes cualidades de las personas, siempre según su especie botánica. Hay quien llega más lejos y afirma que “la flor nos conduce a la sensibilización del alma” y un buen ejemplo lo podemos encontrar en esta flor llamada de forma generalizada “Hierba de San Jorge”, También llamada “Milamores”, en algunas zonas “Milflores”, planta cuyo nombre científico es “Centranthus ruber” y que conocemos vulgarmente como Valeriana roja.
Su nombre proviene del latín “valere” cuyo significado es encontrarse fuerte y saludable. De esta planta diremos que en Europa se volvieron populares a mediados de 1800 los extractos de valeriana, hasta que fueron reemplazados por las drogas sedativas por prescripción, pues su infusión era usada como sedante suave, tratándose principalmente el insomnio y la ansiedad.
Planta que tuvo gran protagonismo medicinalmente, que será cantada por los poetas decimonónicos, encontrando versos, odas, letrillas, décimas, quintillas y sonetos amorosos, que se llenan de expresiones tales como: “Mil flores y tu pañuelo. Aquí están los recuerdos de mis amores”, que nos canta la pluma de ese aragonés Mariano de Cavia, o bien cuando escribe: Manuel Justo de Rubalcaba: “Todos dicen que te amo, y que delira mi fino corazón, pues es constante. Milamores te traigo reiterado”. Son numerosas las citas que los poetas de ese siglo hacen en sus poemas románticos, todos llegan con “Milamores” ante su amada en sus inspiraciones , la interpretación y simbolismo es el llegar pleno de amor y dispuesto a la entrega a la ofrenda, de aquí que en el lenguaje de las flores a la Valeriana roja se le dé el sentido de disponibilidad, pero lo cierto es que el galán llegaba ante la amada con un ramo de la bien conocida “Hierba de San Jorge”, que es como se le conoce en la Vieja Europa y concretamente, en el Altoaragón, donde fue usada como ofrenda de amor, guardada entre las páginas de un libro, para que desecada, constituyera el recuerdo imborrable de aquél momento, de aquél rapto de amor, de un detalle, que el joven enamorado tuvo con su dama. La Hierba de San Jorge floreció abundantemente en la Sierra de Guara, y en su estado silvestre, el Profesor Luis Villar, en su “Atlas de la Flora del Pirineo Aragonés”, la sitúa en Guara y zonas más norteñas del Pirineo, aunque en estos momentos está al alcance de todos por ser cultivada por jardineros para adornar parterres de los nuevos chalets en las urbanizaciones.