ENTREVISTA A JOSÉ MARÍA GOLDEROS VICARIO, CRONISTA OFICIAL DE GRIÑÓN (MADRID)
A José María Golderos Vicario podría considerársele el cronista oficioso de Ciudad Real. Ha dedicado toda su vida a la historia de “su” ciudad, a descubrir sus secretos y a difundirla. “Trabajó para que la historia de Ciudad Real no pasase de puntillas por la historia general del país”, afirma el también cronista oficial de la localidad madrileña de Griñón.
Hablar con José María Golderos es como adentrarse en las profundidades históricas de Ciudad Real, navegar en sus secretos y los sucesos que han convertido la ciudad en lo que es hoy. Natural de Ciudad Real, ha dedicado “su vista, oído y lo que fuere” en conocer todo lo referente a la ciudad y difundirlo al máximo para que todo al el mundo pueda saber algo más sobre sus orígenes.
Podría considerarse a José como el cronista oficioso de Ciudad Real. Desde muy joven, a raíz de la pasión por su tierra, comenzó a investigar, analizar y acopiar toda la información histórica disponible de la ciudad, tanto lo que no se había dicho, como lo que sí pero trabajando con denuedo para ampliarlo.
“Desde mis años jóvenes me encantaba que Ciudad Real se destacara de esta forma y lo que he hecho durante toda mi vida es sacar a flote todo lo que me parecía que se debía saber sobre la ciudad”, explica Golderos, que ha realizado esta labor durante años a través de artículos en los medios de comunicación, así como con la publicación de libros.
Sus fuentes son “las clásicas”, como él mismo define: documentos que se pueden encontrar en el Archivo Histórico de la ciudad, el Archivo Histórico de Madrid y la Biblioteca Nacional, “donde pasé muchos meses”. Otras fuentes interesantes son archivos particulares tanto de Madrid como de Ciudad Real. “De todos esos lugares he sacado durante años y años la información, y miedo me da de que el día que yo falte por todo lo que tengo en mi biblioteca: miles y miles de libros y artículos que intentaré poner en regla y en condiciones”.
José Golderos, por devenires de la vida, vive en la actualidad en la villa madrileña de Griñón, de la que es su cronista oficial. Cuando llegó a este municipio descubrió que apenas había nada sobre su historia y decidió que esto tenía que cambiar. “Fui al Ayuntamiento y les dije que se pusieran a mis órdenes para ver papeles”, bromea el cronista.
Fruto de este trabajo ha publicado varios libros sobre Griñón, así como de Ciudad Real, entre ellos ‘Ciudad Real: siete siglos a través de sus calles y plazas, 1245-1945’, que tuvo un éxito extraordinario y del que se siente especialmente orgulloso. “Un recorrido calle a calle sacando todo lo de interés que existía allí”, nos sigue explicando Golderos, que afirma le han interesado siempre todos los temas relacionados con Ciudad Real y que seguramente ha hallado documentos que no se habían conocido antes.
Recuerda un suceso en el siglo XVII en la iglesia de San Pedro que causó mucho revuelo, protagonizada por una cruz metálica sobre el caballete el tejado, junto a la torre, “que todavía existe o por lo menos es similar”. La cruz ardía y todo el mundo se preguntaba qué maldición era esa. “Lo investigué mucho y en esa época, en momentos en que había grandes tormentas, la cruz se cargaba de electricidad, se incendiaba y ardía sin parar durante toda la tormenta, causando una extraordinaria sensación en esa Ciudad Real del siglo XVII”.
“Hay tantas y tantas historias en Ciudad Real”. Por ejemplo, otra interesante anécdota digna de mención es la relacionada con la Cruz de los Casados, en el Parque de Gasset. Este monumento es en recuerdo a la muerte de dos jóvenes que huían casados ya, pero cuyos padres no deseaban ese matrimonio. El padre por error mató a su hija y el novio mató a su suegro, y al joven le mataron los hombres que acompañaban a su suegro. “Es una historia muy interesante sobre la que sigo trabajando para saber más sobre esa cruz que se rehízo en 1929”.
José Golderos destaca también las numerosas historias y leyendas que giran en torno a la Virgen del Prado, como sus posibles orígenes en Velilla de Jiloca (Zaragoza) o su misterioso robo por un hombre que paró a descansar en el Prado y que, al llegar a Caracuel de Calatrava, se dio cuenta de que la talla no iba en la caja en la que la transportaba y que la imagen había regresado a su lugar, como es bien sabido por todos los ciudadrealeños de hoy.
“Ciudad Real encierra mucho más de lo que parece”, subraya Golderos, que lamenta que “la historia general pasa como de puntillas por la historia de Ciudad Real; y en eso estoy yo, y otros muchos como yo, para que la historia de nuestra ciudad esté en el lugar que merece”.