POR AGUSTIN DE LAS HERAS MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE VALDEPIÉLAGOS (MADRID)
Un lunes de febrero MariCarmen González, la anterior bibliotecaria, le preguntó a Miguel de las Heras por los datos de un valdepielagueño llamado Julián. Hace tiempo Miguel se había puesto en contacto con el historiador Miguel Ángel López de la Asunción, un erudito sobre la Guerra de Filipinas y autor del libro «El sitio de Baler. La heroica gesta de los últimos de Filipinas». Este gran investigador tiene infinidad de datos de los españoles enviados a esa contienda para defender el territorio de ultramar y le remitió el certificado de defunción de Julián.
Aquel mozo se llamaba Julián González Frutos, era hijo de Felipe González de la Cruz y de Eugenia Frutos Moreno. Era hermano de Manuel, bisabuelo de MariCarmen González y de Martín, bisabuelo de Miguel de las Heras. También era hermano de Pedro González Frutos, abuelo de Anatolio González. Eran seis hermanos y dos hermanas. Pero Julián, que fue a la guerra, nunca volvió. Murió en Manila en 1897.
Nos consta que su padre y familiares, conociendo La ley de 10 de enero de 1877 y la de 28 de agosto de 1878, llamadas de Redención o Sustitución, intentaron librarle reuniendo ahorros. Estas leyes autorizaban redención (no ir a la guerra) en metálico, 2000 pesetas, siempre que el mozo acreditara que había terminado o ejerciera una carrera, profesión u oficio. Esto último lo cumplían todos dado que la escuela era corta y el trabajo temprano. Pero reunir 2000 pesetas era otra cosa. La familia y los amigos no pudieron. La guerra era el destino de los no pudientes, los pobres, los necesitados, mientras los ricos, burgueses y nobles, se libraban.
Pero volvamos a ese lunes de febrero. Mi primo Miguel me envió un tweet reciente del historiador y me dijo que MariCarmen esa misma mañana se había interesado por datos de Julián y me invitaba a que contactara con él.
Le busqué en facebook y le encontré facilmente. Utilicé messenger y le puse el siguiente mensaje al mediodía de ese lunes.
«Buenas tardes, mi nombre es Agustín de las Heras y soy Cronista Oficial de Valdepiélagos. Creo que hace tiempo habló con mi primo Miguel de las Heras. Estoy buscando datos de un valdepielagueño que murió en Filipinas. No sé si usted nos puede ayudar. Su nombre era Julián González Frutos. Frutos es mi tercer apellido. No quiero hacerle perder tiempo, si tuviera alguna pista podría yo investigarla. Muchas gracias por su colaboración»
A la media hora sonó mi teléfono, tenía una llamada desde messenger, era él.
Me dijo que cuando me leyó sintió un escalofrío. Le gustaba los domingos investigar certificados sobre los datos de miles de soldados que fueron a luchar a Filipinas. Me preguntó que si creía en las casualidades. Ese mismo domingo, el día anterior, había tenido la partida de defunción de Julián González Frutos en sus manos.
En esta vida suceden cosas que no tienen explicación. Esta no lo tiene.
Miguel Ángel me envió el certificado de la defunción de Julián.
En este documento se puede leer: «Como capellán del batallón de cazadores expedicionario número 1, extiendo y autorizo la presente partida de defunción del soldado de la octava compañía del expresado Julián González Frutos, soltero de veinte años, seis meses y veinticinco días de edad, de oficio labrador, natural de Valdepiélagos provincia de Madrid, hijo de Felipe y Engracia, falleció en el Hospital Militar de Manila, el 22 de agosto de 1897 a consecuencia de catarro intestinal. Recibió los Santos Sacramentos de la Penitencia y Extremaunción. No consta haya hecho testamento. Asi resulta de la nota y media filiación remitidas de la Comandancia de Guadalupe. 11 de septiembre de 1897»
Como dice que tenía 20 años cuando falleció estaba clara la fecha de su nacimiento.
Yo le cuento a Miguel Ángel que es posible que tengamos el libro de bautismo de esa fecha y me pongo a buscar. Pues bien, el primer bautizado en 1877 fue Julián González Frutos. (Libro 8° de Bautismos 1871-1907). Sucedió el día primero de febrero de 1877. Había nacido el 28 de enero y era hijo de Felipe González y de Eugenia Frutos (no Engracia como dice su partida de defunción). Sus abuelos paternos fueron Vicente González, de Valdepiélagos, y Aquilina de la Cruz, de Torrelaguna. Sus abuelos maternos fueron Gregorio Frutos e Isidra Moreno, que casualmente fueron mis trastarabuelos, por parte de mi abuela Antonia Frutos Gil y trastarabuelos también por parte de mi abuelo Emigdio de las Heras. Fue la madrina María Moreno González, prima carnal del bautizado.
Aquel mozo que con diecisiete y dieciocho años habría disfrutado de las fiestas de San Isidro en Valdepiélagos, que tenía hermanas y hermanos, amigos y amigas, que trabajaba como labrador de sol a sol conociendo la hora del día, con su sombra mirando al Cerro del Mediodía, fue llamado a filas con diecinueve años, enviado a una guerra a más de once mil kilómetros de donde nació, muriendo entre dolores, vómitos, calambres y fiebre, no pudiendo realizar ninguno de los sueños que sin duda tuvo.
No sabemos el porqué nos hemos puesto en contacto tantas personas a la vez para traer su memoria, pero una historia que no sale en los libros de historia, hoy queda escrita para su recuerdo y no olvido.
Y aunque nos parezca un valdepielagueño lejano a nuestras familias, gracias al trabajo de MariCarmen sabemos que quizás su genética esté mas extendida que lo que creemos.
Julián tenía más hermanas y hermanos:
Martín (nacido el 30 enero de 1872), padre de Emilia, Patricio y Moteo; abuelo de Alicia, Emilio, Bernabé, Aurora, Basilio y Nati.
Isidoro (*4/4/1863), abuelo de Luis, el de la Marcelina y Ascensión, la de Federico.
Silverio (*20/6/1858) padre de la Pepa, de Serapio y de Felisa, madre de Josefina.
Fermina (*11/10/1874) madre de la señora Benita y Felipe, abuela de Fermina y Lola, la de Alberto.
Pedro (*22/2/1869) abuelo de Concha y Anatolio.
Saturnina (*29/11/1860) abuela de Luisita y la Satur.
Manuel (*1/1/1866) padre del abuelo de MariCarmen, Marcos.
Se mencionan no todas las líneas descendientes ya que sería una labor de un libro, pero al menos muchos podéis situaros.
Como veis, nuestros vecinos no son tan lejanos.