POR ANTONIO LUIS GALIANO PÉREZ, CRONISTA OFICIAL DE ORIHUELA (ALICANTE)
No sé hasta qué punto esta expresión podríamos considerarla correcta, puesto que la historia sigue su transcurso y lo que se repiten sean los hechos históricos, que suceden en cada momento. Así, una y otra vez el ser humano en vez de reconsiderar aquellas circunstancias en las que había obrado mal para no caer otra vez, corregir su conducta y no volver a equivocarse. De esta manera intentar poder rechazar aquello que se nos dice sobre tropezar dos veces en la misma piedra.
Al parecer, todo sigue una especie de guadiana en el que no sólo el ser humano colectivamente vuelve a resbalar, derivando en otras consecuencias. Sin embargo, estos hechos históricos como hitos en la humanidad pueden ser debidos a los hombres o a las mujeres, pero no debemos dejar a un lado a la naturaleza, que también hace de las suyas. Aunque, a veces, también son facilitadores por los seres humanos. Así, hace unas fechas, el 15 de octubre se conmemoraba la festividad de Santa Teresa de Ávila, recordada por estos lares por ser en su día de 1879 cuando se vivió una de las mayores riadas de nuestra historia. Inundaciones que ya venían tradicionalmente anunciadas por el Santo dominico Vicente Ferrer en 1411, en su visita a la entonces Villa de Oriola, con aquella frase que se le atribuye con la que, refiriéndose al río dijo: «ese lobo se comerá a la oveja». Y las riadas como hecho histórico se fueron sucediendo como hitos en numerosas ocasiones, dejando el recuerdo hasta hace pocos años con la impertinente y doliente DANA. Y que, si no se terminan de tomar todas las medidas técnicas necesarias por parte de los seres humanos, éstos acabarán siendo facilitadores, e incluso promotores de los daños que pueda generar la naturaleza. Se han cumplido veintinueve lustros desde aquel hecho fruto de la misma que asoló a la ciudad y la huerta oriolana, y tenemos la esperanza de que no vuelva a suceder.
Pero, hay otros motivos naturales como hechos históricos que han causado daños ocasionados por la naturaleza. Me estoy refiriendo a los terremotos. Y como ejemplo, recordemos aquel que se sufrió en 1829, por el que sufrieron muchas localidades de la Vega Baja. Desde entonces, hace treinta y nueve lustros, periódicamente la tierra tiembla, incluso hasta en estos momentos, como el seísmo de 2,4 del pasado día de Santa Teresa con epicentro de Sierra Escalona y habiéndose sentido en los términos municipales de Pilar de la Horadada, San Miguel de Salinas y Orihuela. En este caso, los seres humanos, desde hace tiempo con las medidas antisísmicas que se adoptan en las edificaciones, por lo menos dejan de ser cooperantes con la dichosa naturaleza para evitar o minimizar los daños que pudieran causar, que en muchas ocasiones no pasan del susto y del movimiento de muebles y cuadros.
Pero, hay otros hechos históricos que sí dependen de los seres humanos y que generan otros. Por ejemplo las guerras, de las que hoy a nivel mundial estamos viviendo dos frentes, que están dando lugar a muertes, heridos, enfermedades, emigración forzada, destrucción de edificios e instalaciones, y hambrunas, de las que estas últimas también han tenido su protagonismo en la historia.
Además, no olvidemos las sequías que periódicamente sufrimos, afectando a los cultivos. Todo lo último, nos acerca a Orihuela, en la que desde la Guerra de los dos Pedros, por ejemplo, pasando por la Germanías, la de Sucesión, la de Independencia o contra el francés, las Carlistas, llegamos a la Guerra de 1936 a 1939.
Esta última nos recuerda la protección de las personas con los refugios, tal como está ocurriendo con los dos frentes bélicos de los que hablábamos anteriormente, aunque ahora de poco sirven debido por desgracia a los avances tecnológicos armamentísticos. Sin embargo, los refugios después de los años transcurridos pasan a ser parte de la arqueología de la guerra, llegando a estar considerados como bienes de relevancia local. Así, en referencia a Orihuela, los arqueólogos Emilio Diz Ardid y Mª Carmen Sánchez Mateosnos acercan a este tipo de edificaciones, como refugios antiaéreos ubicados en una zona geográfica dentro del bando de la República.
Dichos arqueólogos dentro del casco urbano reseñan cinco refugios: Plaza de Ramón Sijé, Santa Justa, Plaza del Carmen, Jesús María y San Sebastián. A los que había que añadir varios sótanos de edificios habilitados para dicha función. De éstos, vamos a fijarnos en el primero de ellos que fue construido probablemente en el mes de diciembre de 1936, pues en las sesiones municipales del 7 y 13 de enero del año siguiente, presididas por el primer teniente de alcalde y alcalde accidental José Irles Andreu, se abonaba al maestro Román Sánchez, 2.182,75 y 2.331,24 pesetas por los jornales de los obreros. Dicho refugio tiene dos entradas y está construido por una losa de hormigón y vigas de hierro. Consta de cuatro galerías paralelas intercomunicadas y tenía una cubierta de acceso en la zona de la calle Doctor Sarget. Que, el 31 de agosto de 1940, siendo alcalde accidental Juan Villaescusa Ballester, se quiso demoler y el 7 de septiembre se aprobaba el presupuesto para llevarla a cabo, condicionada a que lo autorizara la Superioridad. En la actualidad se conserva en estado aceptable, encontrándose cerrado para los visitantes.
Son apuntes de hechos históricos que contribuyen a que la historia continúe, y que con su presencia nos debe incentivar para que los seres humanos no tropiecen otra vez en la misma piedra. Sin embargo, la naturaleza por su parte seguirá como el agua el camino de siempre.
FUENTE: https://www.informacion.es/opinion/2024/10/20/historia-repite-orihuela-109857635.html