POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
Un príncipe agareno, era el encargado de dar el impulso que precisaba la agricultura del Valle de Ricote y, en especial al corazón del valle: los pueblos de Ulea y Ojós. Este incipiente impulso no debía de crecer; al igual que los agricultores debían ser tratados con benevolencia, ante las inclemencias del tiempo que provocaban la incertidumbre de sus cosechas; razón por la cual, las autoridades debían proteger sus labores agrícolas.
Para que así sucediera, era preciso que el rey ordenara a sus visires y personajes valedores de sus territorios, que tuvieran explotaciones agrícolas personales que así se comportaran, porque de esa forma, aumentarían sus fortunas.
De dicha forma, los agricultores de Ulea y Ojós, tendrían mayores facilidades para conseguir buenas cosechas y, por consiguiente, tanto ellos como sus familias estarían bien nutridos y, con ello, contribuirían a que la comarca fuera más próspera y, como consecuencia, la región y el país. Así las cosas, la defensa de sus territorios estaría garantizada al ser más potente y organizada, al disponer de más reservas y emolumentos. Sí, siempre el binomio poderío económico traía como consecuencia la mejor defensa de sus asentamientos.
Estudios del historiador arabista García Gómez, nos dan cuenta de que las tierras se distribuían entre los propietarios, roturándolas en pequeñas parcelas. Estas tierras tomarían las aguas de la acequia mayor de Ulea y, para las partes de terreno más elevado utilizarían un artilugio un tanto complicado como era la noria, que los árabes instalaron sobre la acequia mayor en las estribaciones de nuestro poblado Tardo-Romano.
Durante este dilatado periodo musulmán, los grandes latifundios estaban acaparados por la aristocracia, los señores feudales o bien los ricos propietarios rústicos de nuestro pueblo. Así lo confirma en sus estudios de García Gómez y lo ratifica por la aparición de numerosas almunias, también llamadas casas residenciales, y el uso de la noria, artefacto costoso y de difícil mantenimiento. Noria que como decía con anterioridad, se alimentaba con agua de la acequia mayor y, serviría para regar los jardines de sus almunias y terrenos aledaños que de otra forma, serían terrenos de secano y, por consiguiente, improductivos.