POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Pasaron Nochebuena y Navidad, pero el ambiente festivo aún perdura, aunque un tanto silente, hasta la ya esperada Nochevieja.
Y, una vez más, el diario quehacer obliga a la compra, al trabajo, al continuo batallar.
Hoy, en el supermercado, encontré una «oferta» de granadas; ese fruto que en la Grecia y Roma clásicas simbolizaba la fría y cruda dureza del invierno y que en el cristianismo exalta un nuevo NACIMIENTO en manosde un NIÑO y la CASTIDAD en manos de una VIRGEN.
Compre granadas y en ellas, y con ellas, recordé aquel villancico que el coadjutor organista de Colunga, don Francisco Suárez, dedicara a la HUMILDAD; una virtud que él supo pregonar con su música, su palabra y su ejemplo de vida.
Este es su texto:
«En un pesebre de pajas está
la norma que ha de alcanzar la Humanidad;
la norma donde se encuentra la Paz,
la norma que es la virtud de la Humildad.
Humilde y pobre, aquel NIÑO
nos enseñó a vivir la Verdad.
Sin ella todo es mentira,
todo desorden
e iniquidad.
Sin ella todo es mentira,
el orden se derumba,
y con él el individuo y la sociedad.
Así aprenderás
a amar la Humildad.
Así aprenderás
a amar la Verdad»