POR JULIÁN HURTADO DE MOLINA DELGADO, CRONISTA OFICIAL DE CÓRDOBA Y EL CARPIO (CÓRDOBA)
La imagen de San Rafael se ha representado habitualmente según el texto bíblico del Libro de Tobías, en el que da instrucciones al israelita de la tribu de Neftalí, para pescar un pez, del que extraería las vísceras que usaría más tarde para alejar al demonio Asmodeo, enamorado de Sara, y curar así la ceguera de su padre, quien había perdido la vista cuando le cayeron en los ojos unos excrementos de ave.
Así, el arcángel aparece siempre acompañado de Tobías, con su fiel perro y vestido de peregrino, con una cantimplora y un pez. Autores como Murillo, Rembrandt o Martínez Montañez representaron a San Rafael de esta manera en sus obras.
Sin embargo, y según apunta el cronista oficial de Córdoba, Julián Hurtado de Molina, quien ha publicado recientemente una obra titulada ‘Iconografía de San Rafael’, existe otra línea iconográfica de su figura en Córdoba, «que no se limita a nuestra ciudad, sino que también ha ejercido una significativa influencia en América, sobre todo en México, donde sus artistas bebieron de la escuela cordobesa de la mano de los quienes cruzaron el Atlántico y llevaron hasta allí la devoción a nuestro arcángel», explica.
Aquí aparece ya solo, sin Tobías, con una diadema; el perro desaparece y San Rafael tiene un aspecto mayestático, con calzas propias del siglo XVII, cinturilla, manto e incluso angelitos a su alrededor. «Y lo más importante: en esta representación, el arcángel tiene una cartela con el juramento que le hizo al padre Roelas, en el que afirmaba que era el custodio de la ciudad y que las reliquias de los Santos Mártires eran auténticas», explica De Molina.