ARTÍCULO QUE CITA A JULIÁN HURTADO DE MOLINA, CRONISTA OFICIAL DE EL CARPIO (CÓRDOBA) Y CÓRDOBA.
Diez intelectuales y referentes sociales desentrañan el carácter de la ciudad el día icónico de su calendario: San Rafael
El denominador común es la introspección y una forma de compartir que se resume en un perol.
¿Cómo somos los cordobeses? ¿Qué nos hace diferentes del resto de los andaluces y de los españoles? ¿Tenemos una forma de entender el mundo y de movernos en él que nos caracteriza? ¿Hay rasgos propios en nuestra identidad y en nuestro carácter que nos hacen únicos? ¿Existe el senequismo? ¿Es verdad que nos parecemos más a un extremeño o a un manchego que a un gaditano o a un almeriense? Estas preguntas están de actualidad siempre y sus respuestas hay que buscarlas justamente en el día del Custodio de la ciudad, que no patrón. ABC le ha pedido a diez personas de diferentes ámbitos laborales, artísticos e intelectuales que den su punto de vista, que es el que viene a continuación. La opinión mayoritaria es que hay mucho de tópico y que pocas cosas existen que no se puedan arreglar en torno a un perol.
Manuel Pimentel, escritor y escritor: «En Córdoba amamos la belleza y lo propio»
El editor y exministro sevillano, autor del libro ‘Teoría de Córdoba’ y afincado en la ciudad desde hace décadas, opina que es difícil hablar de identidad cordobesa, pues en un término casi indefinible, pero sí reconoce ciertos rasgos que la hacen distinta respecto a otra ciudades andaluzas de su entorno. Explica por ejemplo que es «una ciudad serena e intimista» y que por eso mismo «es respetuosa».
El cantaor flamenco, medalla de las Bellas Artes y uno de los grandes del cante actual, cree que una característica de lo cordobés es que «suele buscar fuera lo que tiene dentro», porque le da poco valor a sus artistas. «Yo ahora me siento muy bien tratado, pero no ha sido fácil, porque es una ciudad muy difícil para sus propios hijos», explica. El cantaor también ve la ciudad desde el flamenco y desde el cante, su pasión, y explica que aunque «los viejos no nos dejaron mucho, más allá de Cayetano Muriel o los cantes de Lucena, nos sentimos muy orgullosos de eso que eso que tenemos porque somos gente orgullosa de nuestra historia».
Echa también El Pele de menos los viejos días de San Rafael de su infancia, cuando los ancianos y los vecinos se reunían para echar el perol, una forma de interacción social que se va perdiendo con el paso del tiempo. «Antes era un día muy grande en Córdoba y creo que esas cosas también se han perdido», añade.
Desiderio Vaquerizo, catedrático de Arqueología: «La ciudad debería creer más en sí misma»
Catedrático de Arqueología de la UCO y novelista, Vaquerizo considera que son características de lo cordobés a lo largo de su milenaria historia «la interculturalidad, la tolerancia, el hibridismo, la fuerza para sobreponerse a las adversidades y renacer de sus cenizas, el arte, la raza, la unicidad, la magia, el sincretismo o la sabiduría». Eso en lo positivo, pues añade que también, «por más que me pese decirlo, definen a Córdoba la abulia, la pasividad, el provincianismo y cierto complejo de inferioridad frente a otras ciudades como Sevilla», lo que lleva, erróneamente a su juicio, «a un ejercicio de mimetismo malentendido y sin el menor sentido». «Debería creer más en sí misma y potenciar lo propio sin complejos ni concesiones», explica el profesor.
Vaquerizo añade que Córdoba sigue siendo en buena medida genuina, pero, en su opinión, desde que se produjo la explosión del turismo de masas ha entrado «en un proceso de gentrificación salvaje que está poniendo en grave peligro su acervo patrimonial y amenaza seriamente la que debería ser su evolución natural». «Córdoba ha decidido sacrificar su esencia de siglos al dinero fácil, y este es un error de primera magnitud que nuestras autoridades deberían corregir cuanto antes, preservando su pureza y apostando por la diversificación económica sin hacerla renunciar a sí misma», concluye el catedrático universitario.
Mercedes Valverde, historiadora del Arte: «Nuestros artistas son más sobrios que los sevillanos o granadinos»
La historiadora del Arte y especialista en la obra de Julio Romero de Torres afirma que, visto desde la perspectiva artística, lo cordobés no es muy distinto a rasgos generales de lo andaluz, aunque sí observa en sus pintores más conocidos elementos singulares que al final se pueden entender como una extensión de una forma de ser y de mirar. «Nuestros artistas son más contenidos, más sobrios, si los comparamos por ejemplo con los sevillanos y los granadinos», explica Valverde.
También destaca que los artistas de Córdoba son singulares, porque en la propia ciudad, debido a su historia y su belleza, encuentran inspiración, como ocurre con el propio arcángel San Rafael o con sus monumentos, personajes y paisajes. La historiadora del Arte considera que el hecho de que todos los grandes artistas cordobeses tengan en su producción motivos como San Rafael es algo que singulariza a lo cordobés en el arte pues lo vincula con su historia.
Manuel Pérez Yruela, sociólogo: «Hay un apego a la tradición y a las costumbres»
El sociólogo y exportavoz del Gobierno andaluz Manuel Pérez Yruela afirma que hablar de los rasgos de Córdoba de forma breve es complejo. Aún así cree que hay características que se mantienen en el tiempo, como es «el apego de la sociedad cordobesa a la tradición, a sus costumbres populares y religiosas». También aprecia Pérez Yruela que las relaciones comunitarias han sido siempre intensas a través de los barrios, pequeñas ciudades «yuxtapuestas» dentro de la ciudad.
El sociólogo cree que esos rasgos «son duraderos, pues tardan en cambiar», aunque observa que esta forma de ser se va modificando en las últimas décadas con la ampliación de la urbe y la creación de nuevos barrios modernos en los que la interacción es diferente. «Hay un proceso de cambio que crea una sociedad más plural», explica.
Pérez Yruela también advierte que otro rasgo esencial en la forma de vida de los cordobeses viene dado por el hecho de que dispone de una de las rentas per cápita más bajas de España, en torno 11.000 euros por persona. A ello se une tasa de paro del 22%, cinco de los barrios más pobres de España y una tasa de pobreza, como el resto de Andalucía, de en torno al 28,5%, elevada aún respecto a la media nacional pese a que llegase a ser hace unos años del 35%. «Todo eso condiciona la vida de la ciudad, de miles de personas cuyos hábitos están limitados», explica Pérez Yruela. El sociólogo aclara que, dadas las diferencias de renta, hay gente que no sufre esos problemas, pero que aún así son evidentes «y se observan en un simple paseo por la ciudad, viendo los hábitos de consumo o la cantidad de locales comerciales que cierran».
Julián Hurtado de Molina, cronista oficial: «Nos define el crisol de culturas»
El abogado, historiador y cronista oficial de la ciudad Julián Hurtado de Molina explica con humor que sobre «lo que define o no a Córdoba se puede escribir un libro, pues hay mucho de verdad en lo que se dice pero también de tópico o de leyenda». En su opinión, y visto el tema desde el largo devenir histórico de la urbe, lo que define a Córdoba que ha sido «un crisol de culturas». Es decir, que no sólo fue importante en un periodo sino que tuvo influencia y prestigio desde sus orígenes íberos.
Recuerda Hurtado de Molina que la Córdoba romana fue ya capital de la España Ulterior y más tarde vivió «la época de mayor esplendor con el emirato y el califato», mientras que en la etapa cristiana ejerció como capital del Reino de Córdoba.
El cronista oficial añade que el principal símbolo de la ciudad en lo patrimonial es la Mezquita, que considera no sólo un monumento sino «un testimonio de una civilización que le dio importantes avances científicos y culturales a toda la península ibérica». Por último, considera que la devoción a San Rafael, presente por toda la ciudad, ha sido un elemento popular muy característico desde la Edad Moderna hasta nuestros días.
Carlos Cabrera, antropólogo y economista: «El día de San Rafael es la mayor exaltación del ‘sentir cordobés’»
«El séneca que solo observa y al final sentencia. El estoico al que todo le sobra y que encaja impasible los avatares. El indolente que por nada se revela. La prudencia llevada al límite del inmovilismo». Carlos Cabrera encabeza sus reflexiones con la enumeración de los tópicos que supuestamente definen el carácter cordobés y de los que él recela. «Como es seguro que ocurre para otras muchas comunidades, resulta difícil hablar en la actualidad de un carácter cordobés como tal vez sí nos hubiésemos atrevido a describir hace un siglo o más», indica el antropólogo. «Me atrevería a afirmar que la festividad del Custodio San Rafael celebrada cada 24 de octubre supone para los habitantes de Córdoba capital, más que ninguna otra fecha, la mayor exaltación de lo que hoy pueda suponer el sentir cordobés: diría que más que la Feria, los Patios, la Fuensanta y, por supuesto, más que la de los patrones de la ciudad, San Acisclo y Santa Victoria, a los que no pocos cordobeses y foráneos les usurpan por desconocimiento su título para atribuírselo a San Rafael», insiste el estudioso.
«Es una exaltación del sentir cordobés en la que los conceptos simbólicos de San Rafael y perol van de la mano; la persistencia en el tiempo de esta costumbre tan generalizada de hacer un perol el día de San Rafael, de compartirlo con amigos y familia, e incluso el gusto por llevarlo a cabo cerca de extraños en espacios que consideramos comunales para los cordobeses, van encaminados a reforzar por propia voluntad nuestro sentido de identidad como grupo, el de los cordobeses», recalca Carlos Cabrera. «Más aún si tenemos en cuenta que para los cordobeses que queremos ejercer de ello, un perol el día de San Rafael es mucho más que una comida en el campo, alcanza a tener un significado que influye en nuestra forma de entender la vida», concluye Cabrera.
Alfonso Morales, presidente de la Federación de Peñas: «Lo que nos hace diferentes es el perol cordobés»
El presidente de la Federación de Peñas está convencido de que el hecho diferencial cordobés es el arroz preparado a cuatro manos debajo de una encina. «Una de las cosas que nos hacen diferentes al resto de los andaluces es el perol, que es una manifestación propia de la cultura popular de la ciudad de Córdoba, y que a partir de la misma se ha ido extendiendo por toda la provincia; la tradición histórica de la capital supone un auténtico y valioso testimonio de esa singular costumbre de salir al campo».
Morales ha trazado una filosofía en torno al guiso típico campestre: «El propio rasgo de ser una ciudad interior y en las estribaciones de la Sierra fomentó que la población cordobesa saliese al campo y a las huertas que poblaron sus alrededores durante siglos, acabando por configurar una tradición que los cordobeses popularizaron hasta convertirla en una seña de identidad de la ciudad, que bien merecerá ser reconocida como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad», resalta.
«Al ser una ciudad tolerante quizás nos podamos comparar con los castellanos, pero quiero insistir en el perol, con mayúsculas, que le da prioridad al auténtico valor de la convivencia y de la cohesión social que supone, porque no es un simple beber y comer al aire libre o en el campo, que aún siendo importante por supuesto para tal ocasión no es lo que le da sus más acrisoladas características fundamentales, y me refiero especialmente a los valores de la amistad y del compañerismo que transmite, y que lo han convertido en una seña de identidad de Córdoba», suscribe el presidente de las peñas.
¿Y qué opinión tiene sobre Morales sobre el senequismo? «Creo que hablar de senequismo es señalar a alguien como sabio, y por su ingenio, no por sus estudios: el cordobés debe su sabiduría a la vida, a la experiencia y a la lógica, así como al dominio de las pasiones y ser autosuficiente», concluye.
José Campos, Fundación Bodegas Campos: «Córdoba es una ciudad sensual y melancólica»
«Córdoba es ciudad de tierra adentro, sin acceso al mar, en un ambiente marcadamente rural y agrícola, con inviernos agradables y veranos que son un castigo de los dioses: posiblemente esto haya sido así desde la noche de los tiempos, aunque ya nos lo dirán recientes estudios de nuestros arqueólogos», afirma el director de la Fundación Bodegas Campos, que apostilla que «una característica del ADN cordobés viene dada por esos periodos álgidos, deslumbrantes, que la ciudad ha conocido en el tiempo (capital de la Bética, capital de Al Andalus, etcétera), seguidos luego por larguísimas etapas de decadencia y estancamiento: del todo a la nada. ‘El capitel rodó sobre la ortiga …’, como dijera Pablo García Baena».
Para José Campos, «la consecuencia de estos vaivenes históricos en nuestra mentalidad puede ser ese poco de distanciamiento del cordobés que, sin llegar al desdén, desconfía de fulgores y novedades rutilantes, y su gusto por gozar del momento y de las pequeñas cosas grandes de la vida, con familia y amigos bajo la parra, en el patio, en la Sierra o en la taberna».
¿Es lógico adjetivar al cordobés como estoico? «Lo encuentro lógico», dice el director de la Fundación Bodegas Campos, porque «se trata de una consecuencia de vivir en una ciudad tan antigua, que ha conocido esos tan grandes vaivenes de la Historia; pero cuando hablan de senequismo me inquieto porque, siendo él uno de los hijos mas ilustres de esta ciudad y uno de los más altos pensadores de la humanidad, el noventa por ciento de los cordobeses, y aun puede que me quede corto, aun admirándolo, no hemos leído su obra».
José Campos está convencido de que «Córdoba es una ciudad sensual, no hay mas que asistir a sus patios o a sus desfiles procesionales; sensual, si, pero de manera menos abierta que otras ciudades andaluzas, de una sensualidad quizás mas honda, menos evidente: el goce y la necesidad de belleza, de hermosura es innato e impregna a sus gentes». «Lo que sí creo que es que se trata de una ciudad melancólica, ya lo dijo Federico García Lorca, y la causa de este hecho es bien evidente: de tenerlo todo a perderlo todo, a volverlo a ganar y a volverlo a perder… Al llegar la tarde sobre todo, el sol amarillea y la ciudad, tan alegre por las mañanas, comienza a cerrarse en si misma. El ánimo decae, aunque al oscurecer vuelve a resurgir», completa en reflexión para ABC el responsable de la Fundación de las emblemáticas bodegas de la calle Lineros, a un paso de la Ribera.
Rafael López, dueño de la taberna El Pisto: «Somos personas de acogida y serviciales»
Si hay algún tópico en la ciudad es el del tabernero. Rafael López es uno de los más conocido de Córdoba: se crió, como quien dice, detrás de la barra del Pisto de San Miguel, el establecimiento que dirige desde los años ochenta. Lo que no haya visto y oído él no lo ha visto ni lo ha oído nadie. «Lo que se dice de nuestro carácter es que somos gente seria, introvertida, pero eso es una falsa manera de vernos o de describirnos, porque nosotros somos personas que nos entregamos con todo el mundo: somos personas de acogida, abiertas, serviciales, encantadoras», expone.
«El tabernero no es serio, eso era antes, porque se pasaban catorce o quince horas trabajando, sin tener los sábados ni los domingos libres, y estaban agotados», se defiende. «Y los cordobeses no somos, claro, iguales que los sevillanos o que los gaditanos, porque nosotros tenemos otra forma de ser: nosotros, a la primera impresión, somos reservados, pero después nos entregamos», asegura.