EL CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD, ANTONIO BARRANTES, RECUERDA QUE DURANTE SIGLOS HA SIDO EL CENTRO NEURÁLGICO EN TORNO AL CUAL HA GIRADO LA SOCIEDAD VILLANOVENSE
Pasear por la Plaza de España de Villanueva de la Serena o por el Parque de la Constitución es posar la vista en el edificio que se alza majestuoso en la intersección de ambos espacios. Se trata de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Parece que haya estado ahí de toda la vida contemplando la evolución de la ciudad, compartiendo con ella las buenas y las malas vivencias. Y, de hecho, así ha sido, aunque desde un tiempo más reciente, finales del siglo XVI y erigida sobre otra anterior del XIV.
Por su valor histórico, arquitectónico, cultural y social son muchos los que piensan que este bien debe contar con una declaración que sirva no solo para protegerlo, sino para ponerlo en valor y reconocer su interés. Por este motivo, la Junta ha iniciado el expediente de declaración de Bien de Interés Cultural, con la categoría de monumento, tras la solicitud municipal.
La resolución de la Consejería de Cultura, Turismo y Deportes se basa en que se trata de un edificio relevante cuyos valores justifican su declaración como Bien de Interés Cultural, pues constituye un ejemplo singular dentro de la arquitectura renacentista de Extremadura. Se trata de una construcción monumental, «con una posición dominante y perfectamente integrada en el paisaje urbano de Villanueva de la Serena», recoge el expediente.
La Junta añade que, junto a los valores historico-artísticos, es indudable el valor de naturaleza inmaterial de este edificio, valor inmaterial que se manifiesta en la expresión religiosa popular, transmitida generacionalmente, conocida como ‘La Carrerita’, referente en la cultura e historia local, y que constituye una parte de patrimonio.
Pero siempre hay alguien que mira este y otros edificios singulares y históricos con unos ojos especiales. Es el caso del cronista oficial de Villanueva de la Serena, Antonio Barrantes. Sentado en una de las terrazas de la Plaza de España frente a este monumento, ofrece todo el saber que atesora sobre la iglesia, fruto de sus años recopilando de todo aquello que atañe a Villanueva de la Serena.
Barrantes recuerda que durante siglos ha sido el centro neurálgico en torno al cual ha girado la sociedad villanovense, y que mantiene casi como el primer día las austeras trazas de la arquitectura renacentista, de planta rectangular con tres naves abovedadas sustentadas por ocho columnas de capitel simple, conocido como ‘toscano’. Así lo describe el cronista, quien no puede dejar de referirse a su elemento más identificativo para los villanovenses, su torre construida durante los primeros treinta años del siglo XVII, por maestros canteros extremeños, como el villanovense Francisco de Orellana, el dombenitense Bartolomé Sánchez y el metelinense Juan Vizcaíno.
Su reloj situado en el templete que corona su cúpula lleva un siglo marcando el pulso de la ciudad, es el ‘reloj de la villa’, narra, mientras añade que la parte superior, cuenta con ocho imponentes bolas graníticas «que los villanovenses llamamos ‘bolos’».
«Está tan interiorizada entre los habitantes de Villanueva, que se dice del villanovense viajero que no queda tranquilo hasta que no ve su torre», relata Barrantes.
Al margen de la buena salud de que goza en la actualidad el templo, ya ha tenido sus achaques como consecuencia del incendio en 1936 que destrozó buena parte de la misma, así como los saqueos durante los enfrentamientos bélicos. Antonio Barrantes recuerda con tristeza otra gran pérdida entre las llamas, como fue la quema del archivo histórico y los libros sacramentales.
Ahora, más rejuvenecido que nunca, este edificio es el corazón de la ciudad, que se descubre para acoger a vecinos y visitantes. Para ello abre de par en par sus puertas y quien se adentra en este no puede dejar de sorprenderse.
Algo que provoca no solo su retablo, sino también la talla de la Virgen de los Dolores, de Mariano Benlliure, la réplica realizada por Gabino Amaya del Cristo de la Pobreza, cuyo original es obra de Blas Hernández en 1610 pereció en el incendio, así como el cuadro de La Virgen con el niño y San Juanito, de Morales, y las imágenes de la Virgen de la Soledad y Jesús Nazareno, del artista local Eduardo Pino. Mención especial merece la Sagrada Familia de Luis de Morales, descubierta recientemente, tras considerársela perdida, estando guardada casi medio siglo en el convento de la Concepción.
Privilegiados
Muchos han sido los párrocos que han pasado por el altar de la Asunción, aunque el privilegio lo tiene en ahora Nicomedes Silos, más conocido como ‘Nico’, titular de la parroquia desde 2008. «Están siendo para mí años de madurez espiritual y reconozco que estoy siendo muy feliz en Villanueva», asegura el sacerdote, que dice sentirse afortunado por «vivir en el templo más emblemático de la ciudad, cuidar los detalles y guardar esos signos de la historia que por aquí han pasado». Silos insiste en que lo importante es saber «que estás en la cuna espiritual y humana de Villanueva, porque por esa pila bautismal han pasado miles de villanovenses».
Cuando Nico entra en la iglesia es inevitable que los ojos se le vayan a la joya de la parroquia, la imagen titular de la Virgen de la Asunción, que Sebastián Rojas Santos hizo en 1958. «Costó 185.000 pesetas, y fue la imagen más cara que este hombre vendió en su historia». Por el contrario, el corazón se le va a la capilla del Sagrario, «porque el Señor está ahí y cuando entro voy siempre a saludarlo», cuenta.
Para unos y para otros, esta es sin duda ‘la parroquia’ de Villanueva, sin desmerecer a las demás, y seguros de que pronto gozará de un nuevo título, el de Bien de Interés Cultural.
Fuente: https://www.hoy.es/ – SOLEDAD GÓMEZ