POR JOSÉ ANTONIO RAMOS RUBIO, CRONISTA OFICIAL DE TRUJILLO (CÁCERES)
La iglesia parroquial de Malpartida de Cáceres es obra de finales del siglo XV, como denotan los elementos decorativos (besantes) existentes en la torre campanario y en algunos paramentos exteriores del muro norte. Es, esencialmente, una fábrica majestuosa de sillería construida en los primeros años del siglo XVI; las primeras referencias se refieren a la construcción del presbiterio y datan del 2 de julio de 1528 [1]. En su interior presenta una nave única rectangular cubierta con bóvedas de terceletes sobre arcos apuntados que descansan en pilares fasciculados.
Las obras se desarrollaron durante el siglo XVI, bajo la dirección de Luis y Hernando Moreno y Sebastián de Aguirre, aparejador de Pedro de Ybarra. En 1581, en la visita pastoral, se ordena abrir y cerrar la primera bóveda de la nueva torre para instalar en ella la capilla bautismal con su pila correspondiente, exigiendo que la obra se realice en un año. Entre 1583 y 1584 se entregan al maestro Juan Bravo diversas cantidades de dinero, pues fue el autor de la obra [2]. La pila fue realizada y colocada por Pedro de Tapia en 1584 [3]. La decoración pictórica que preside la capilla fue obra de Diego de Valverde, con el tema alusivo al bautismo de Cristo, retocadas en el siglo XVIII. La capilla presenta planta cuadrada y se cubre con bóveda de aristas.
El bautismo, junto a la confirmación y la Eucaristía, constituyen los sacramentos de la iniciación cristiana que nos incorporan en el Misterio Pascual de Cristo y nos llaman a la santidad y a la plenitud de la eternidad. Por el bautismo los hombres son liberados de los pecados, reengendrados como hijos de Dios e incorporados a la Iglesia, quedando configurados con Cristo por el sello indeleble o ‘Carácter’ de este sacramento, que se confiere válidamente sólo mediante la ablución con agua verdadera acompañada de la debida forma verbal [4].
El lugar del bautismo debe ser una iglesia o capilla, preferentemente en la pila bautismal del templo parroquial. Cuando esta no exista, debe ser el lugar donde la comunidad celebra habitualmente la liturgia. Debe contar, además de la fuente bautismal, con el Cirio Pascual, el Crisma en un lugar relevante y el ambón para la Palabra. En todos los templos parroquiales debe instalarse la correspondiente pila bautismal de manera fija y en lugar destacado, según las disposiciones litúrgicas; en los otros lugares de culto autorizados para el bautismo, en la medida de lo posible, también ha de instalarse en igual forma, resaltando de esta manera la importancia del bautismo para la Iglesia.
Uno de los símbolos más representativos de las iglesias es la pila bautismal, que es uno de los iconos utilizados para representar al Templo y sus ordenanzas. Las pilas bautismales, tal y como las conocemos, están ligadas al Bautismo, que perdura desde tiempos paleocristianos hasta nuestros días, y fue evolucionando desde la construcción de edificios separados de la iglesia, los baptisterios, hasta incluir el lugar del bautismo dentro de la propia iglesia, mediante pilas pequeñas. En el Medievo se incorporaba la pila bautismal al templo como una actuación arquitectónica más tras la edificación de la iglesia. Esta solía estar ubicada junto a la puerta, en el atrio, o bien en el interior junto a los muros laterales, sobre todo el del Evangelio.
La pila bautismal estudiada en Malpartida de Cáceres está esculpida en un gran bloque único de piedra. El tipo de material es pétreo, material muy abundante en la zona. Está constituida por dos partes: taza y basa o pedestal. La preferencia por la piedra se debe a dos razones: la primera, por una cuestión práctica ya que la piedra es un elemento de larga duración y muy resistente a la filtración; la segunda razón se debe a una atribución simbólica. La pila de bautismo debe ser de piedra, porque el agua nace de la piedra y Cristo, que es fuente de vida, es piedra angular.
El círculo es la forma que más se repite en la ejecución de las pilas bautismales. El círculo representa al igual que la esfera la bóveda celeste y por ello poseen las mismas propiedades: la bondad, la eternidad inmutable que se opone al mundo corruptible terrestre. El círculo simboliza el Paraíso cuyo centro es la fuente de vida: el Bautismo [5]. Hemos de tener en cuenta que el precepto bautismal más básico consiste en meditar que el rito bautismal es la participación en la Muerte y Resurrección de Cristo, tal y como aparece formulado en las Epístolas de San Pablo, alcanzando un importante desarrollo en los estudios patrísticos [6]. Por tanto, la pila bautismal es el lugar donde el bautizado era muerto y sepultado par después resucitar con Cristo [7].
La pila bautismal es un elemento material de la liturgia. Está ubicada en el baptisterio. La pila es el lugar donde el cristiano espiritualmente es regenerado y convertido en hijo de Dios y miembro de la comunidad eclesial. Las pilas son recipientes o depósitos en los que se contiene el agua para impartir el sacramento del bautismo. El precepto bautismal más básico y antiguo lo encontramos en las Epístolas a San Pablo (Rom. 4,6; Col 2, 10-12) y alcanzó un importante desarrollo en los escritos patrísticos [8]. Diferentes rituales de bautismo intuyeron la pila como el lugar donde el neófito era muerto y sepultado para después resucitar con Cristo [9]. Interrelación tan estrecha que al principio se utilizaron los sarcófagos paleocristianos para administrar el sacramento [10].
Las pilas bautismales se encuentran históricamente en las catacumbas y desde la Paz de Constantino en los baptisterios, ejecutadas de fábrica. Las primitivas eran grandes pilas rectangulares y estaban postradas en el suelo, apareciendo únicamente los bordes encima de él como puede verse en las catacumbas de San Ponciano, donde todavía se conserva una con la particularidad de introducirse en ella el pie de una cruz pintada con gran ornato en el muro. Continuó en los baptisterios construidos desde la Paz constantiniana el uso de las pilas grandes y hundidas ya de forma rectangular, ya poligonales o cilíndricas, aunque también se dispusieron luego otras elevadas sobre el suelo [11]. Estas últimas se hacían comúnmente de piedra, pero las hubo de bronce, apoyadas unas y otras sobre algún pie o soporte unido a ellas. Suprimido casi en absoluto el bautismo por inmersión al finalizar el siglo XIV (aunque siguió como parcial en algunos lugares durante dos siglos más) [12], las pilas se hicieron de menor tamaño desde el siglo XV y se cubrieron en este siglo con una especie de torrecilla o cimborio. La Edad Media supuso un período de cambios y evolución en algunos aspectos disciplinares del sacramento del Bautismo que va a ir adaptándose a las necesidades de la Iglesia y de sus fieles[13].
El exterior de las pilas que no estaban hundidas se adornó con relieves propios del estilo dominante en la época de su labra y a veces con figuras y símbolos alusivos al bautismo. Pero el interior quedaba liso, dividido por lo general en las pilas pequeñas por un tabique en dos compartimientos, uno como depósito y otro para recoger el agua que caía de la cabeza del bautizado.
Antes de generalizarse el Bautismo los días oficiales para poder ser administrado eran las fiestas de Pascua y Pentecostés. Se eligió el día de Pascua por la relación que se estableció ya desde tiempos apostólicos entre la muerte del cristiano al pecado y la resurrección a la gracia con la sepultura y resurrección de Cristo [14]. En la ceremonia, el agua se bendecía mediante el sino de la Cruz y después se introducían a los niños en ella. La ablución bautismal tenía lugar a primeras horas de la aurora [15]. El Bautismo podía recibirse de tres maneras distintas: por inmersión, infusión o aspersión; aunque esta última era la más rara y sólo se utilizaba en casos excepcionales. El rito más utilizado en la Edad Media era el de la inmersión [16]. Aunque en los adultos la inmersión era parcial y con una imposición de manos sobre la cabeza que tenía alusión a la infusión. La inversión completa no era corriente ni habitual ya que no existen pilas bautismales lo suficientemente profundas para que tuviesen lugar a no ser que se arrodillasen adoptando posturas muy incómodas [17]. A partir del siglo XI se generaliza la costumbre de bautizar a los recién nacidos a los que se introducía en el agua horizontalmente ya que no podían mantenerse de pie [18]. A partir de este momento disminuye este tipo de rito de inmersión generalizándose el Bautismo en los recién nacidos, derramando el agua sobre la cabeza del catecúmeno [19], experimentando una evolución desde el siglo XV hasta nuestros días, modificando las formas litúrgicas y la tipología de la pila bautismal.
Generalmente, la pila de bautismos se situaba a los pies del templo, simbólicamente identificado con las tinieblas y el poder del mal (en contraposición a la cabecera, donde encontraríamos la luz y el sol y la salvación, por eso muchas pilas han sido colocadas en los últimos años en el presbiterio) [20]. Una vez que el neófito recibía el sacramento de iniciación y gracia, progresaba hasta el presbiterio como un miembro más de la comunidad cristiana [21]. En el Concilio de Lérida, celebrado en el año 546, se decreta que la pila deberá ser de piedra [22]. La pila de Malpartida de Cáceres está ejecutada en piedra, según los cánones eclesiásticos, y ha sido labrada por el propio cantero que también se encargó de la construcción de la capilla bautismal, según la documentación existente [23]. La forma de la taza es circular, semiesférica; respondiendo a un simbolismo que se recoge desde la Antigüedad y que ya incorporaron los primeros baptisterios paleocristianos, la alusión a la bóveda celeste, a la perfección y al paraíso. Piezas del mobiliario litúrgico cristiano que realizaban los propios canteros, en su mayoría obras toscas y de ruda ejecución, pero que encierran en sí un asombroso e interesante contenido que denota un conocimiento por parte del artífice, o del mecenas, no solo de la teología bíblica sino también de los escritos de los Padres de la Iglesia y de las alegorías en la representación de los conceptos que quieren transmitirse mediante la ornamentación de cada una de las pilas bautismales.
La pila bautismal de Malpartida de Cáceres es un ejemplo singular; granítica, presenta amplia taza semiesférica gallonada, sin fuste, apoyada directamente en un pedestal cuadrado presentando en sus cuatro caras inscripciones: GHION, TIGRIS, EVPHRATES y PHISON. Que hacen referencia a los cuatro ríos del Génesis, capítulo 2, versículos 10 al 15 [24]: «Del Edén nace un río que riega el jardín, y desde allí se divide en cuatro brazos. El primero se llama Pisón: es el que recorre toda la región de Javilá, donde hay oro. El oro de esa región es excelente, y en ella hay también bedelio y lapislázuli. El segundo río se llama Guihón: es el que recorre toda la tierra de Cus. El tercero se llama Tigris: es el que pasa al este de Asur. El cuarto es el Éufrates. El Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el jardín de Edén, para que lo cultivara y lo cuidara».
El círculo de la taza representa la bóveda celeste y la eternidad inmutable que se opone al mundo corruptible terrestre, al tiempo. El círculo simboliza el Paraíso cuyo centro es la fuente de vida: el Bautismo. El cuadrado del pedestal o fuste representa los cuatro puntos cardinales, es decir, el espacio terrenal en el que habita el hombre, donde están las leyendas inscritas de los cuatro ríos a los que hace referencia el Génesis [25].
NOTAS:
[1] Archivo Diocesano de Cáceres. Libros de Cuentas de Fábrica de la parroquia de Malpartida de Cáceres, sig. 58 (I), 1528-1611, fol. 73, cit. Díez González, M. C: ‘Arte y desarrollo urbano de Malpartida de Cáceres’, Cáceres, 1993, p. 115.
[2] Archivo Diocesano de Cáceres. Libros de Cuentas de Fábrica de la parroquia de Malpartida de Cáceres, sig. 69 (I), 1581-1611, fols. 31 y 32; ibídem, fols. 56 y 56 vº, Visita de 9 de diciembre de 1584, cuenta de 1583. cit. Díez González, M. C: ‘Arte y desarrollo urbano de Malpartida de Cáceres’, op. cit, p. 120.
[3] Archivo Diocesano de Cáceres. Libros de Cuentas de Fábrica de la parroquia de Malpartida de Cáceres, sig. 69 (I), 1581-1611, fol. 82 Vº, sig. 58 (I), 1528-1620, fol. 16 vº. cit. Díez González, M. C, op. Cit., pp. 120-121.
[4] Jean Hani, en su libro ‘El simbolismo del templo cristiano’, nos dice: «En el simbolismo tradicional, toda pila bautismal representa el Océano primordial, las «Aguas» del Génesis sobre las que se cernía el Espíritu de Dios para obrar la creación. Y por referencia a esas aguas es por lo que el bautismo o la pila bautismal poseen el poder de obrar una regeneración, una re-creación». Publicado en Palma de Mallorca (1983).
[5] Hani, J: ‘El simbolismo del templo cristiano’. Barcelona, 1983, pp. 24 y 25.
[6] Rom, 4,6; Cor. 15; Cor.2, 10-12.
[7] Lundberg, P: ‘La Tipologie Baptismale dans l´ Ancienne Eglise’. Uppsala, 1942, pp. 41-44. Importante el estudio sobre ornamentación y simbolismos de las pilas bautismales de Álava con una introducción sobre el simbolismo de la pila de bautismo de Bilbao López, G: ‘Pilas bautismales medievales en Álava’. Revisión del Arte Medieval en Euskal Herria. Cuaderno de Sección Artes Plásticas. Núm. 15, 1996, pp. 275-284.
[8] Danielou, J: ‘Sacramentos y culto según los Santos Padres’. Madrid, 1964, p. 104; Paris, P: ‘LÍniciation Chrétienne. Leçons sus le Baptême’. París, 1944, p. 132.
[9] Lundberg, P: ‘La Tipologie Baptismale dans l´Ancienne Eglise’, op.c it., pp. 41-44.
[10] Moralejo, S: ‘La reutilización e influencia de los sarcófagos antiguos en la España Medieval’. ‘Colloquio su Reimpliego dei Sarcofagi Romani nel Mediovo’, Pisa 5-12. Septiembre, 1982. Marburger Winckelmann-Programm, 1983-1984, p. 192.
[11] Lodi, E: ‘Enchiridion euchologicum fontium liturgicorum’, BELS 15, Roma 1979; Martene, E: ‘De antiquis Ecclesiae ritibus’, 1-4, Lugduni-Rouen 1690-1706, reimpr.: Hildesheim 1967-1969.
[12] La palabra griega original ‘baptizo’ significa ‘sumergir’. Esta es la manera de bautismo en la antigua conversión judía mikveh (bautismo) estamos seguros que la inmersión fue el modo de bautismo cristiano del principio. La iglesia católica adoptó la aspersión y vertimiento de agua del paganismo y de rituales de falsos dioses. Cuando los traductores vinieron a la palabra ‘baptizo’ no supieron qué hacer. La iglesia de Inglaterra asperjaba para el bautismo y si traducían bautizo como sumergido, la iglesia entera estaría en confusión y muchos miembros saldrían a otros grupos protestantes que sumergían y rebautizaban. La iglesia católica dice que en el bautismo la correcta intención es hacer lo que la iglesia hace en materia de tradición, no lo que los apóstoles hicieron en el libro de los hechos. El material correcto es el agua y el modo es rociando por aspersión o vertiéndola, no por inmersión como Jesús y los apóstoles lo hicieron en el Libro de los Hechos. Y la fórmula correcta es bautizando “en el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo” (Mat 29.18), no como los apóstoles lo hicieron en el libro de los hechos: en el nombre de Jesucristo.
[13] Orlandis, J: ‘Historia de la Iglesia’. Tomo I, Madrid, 1982, p. 58-60.
[14] Comparación que encontramos en la carta a los romanos, colosenses y gálatas, comparación que será recogida y difundida por los padres de la Iglesia. Rom. 6, 1-11. Col. 2, 12-14. Gal. 3,26-29.
[15] La ablución era triple, pues tres días estuvo Cristo en el sepulcro y tres son las personas de la Santísima Trinidad. Righetti, M: ‘Historia de la Liturgia’. Madrid, 1955, tomo I, pp. 694 y ss. Corblet, J: ‘Histoire dogmatique litugique et arqhéologique du Sacrament du Baptême’. Génova, 1881, tomo I, pp. 474-480.
[16] Becker, K: ‘Storia generale del battesimo’. Editorial de la Universidad Gregoriana. 1980.
[17] López, J: ‘La Iniciación cristiana (Notas bibliográficas)’, Phase 29 (1989) 225-240.
[18] Haffner, P: ‘Bautismo y confirmación’. Editorial Nueva Evangelización. 1999.
[19] La cabeza es la zona del cuerpo donde se concentran todos los sentidos y por tanto es la parte más importante para recibir el agua. Allmen, J. J. von: ‘El culto cristiano. Su esencia y su celebración’. Salamanca 1968; Andronikof, C: ‘El sentido de la liturgia. La relación entre Dios y el hombre’. Valencia 1992.
[20] Aranda, A: ‘Manantial y cumbre. Iniciación litúrgica’. México 1992.
[21] Augé, M: ‘Liturgia. Historia. Celebración. Teología. Espiritualidad’, Dossier, Madrid, 1983. CPL, Barcelona 1995; López Martínez, J: ‘La liturgia de la Iglesia, Teología, historia, espiritualidad y pastoral’. BAC, Madrid 2000, 3ª ed. revisada.
[22] Antolín Merino y Fr. José de la Canal: ‘España Sagrada’, tomo XLIII, Tratado LXXXI de la Santa Iglesia de Gerona en su Estado Antiguo (dedicado al Rey Fernando VII). Imprenta de Collado. Madrid, 1819, pág. 46; ‘Normativa Clerical y Monástica’. Administración de los Bienes de la Iglesia a la muerte del Obispo. Vid. Tejada, J: ‘Colección de cánones y de todos los concilios de la Iglesia Española’, 5 vols., Madrid, 1850-55.
Zunzunegui, J.: ‘Concilios y sínodos medievales españoles’; Hispania Sacra, 4, 1951;
Vives, J: ‘Concilios visigóticos e hispano-romanos’; Barcelona-Madrid, 1963;
Durán Gudiol, A: ‘La Iglesia de Aragón durante los reinados de Sancho Ramírez y Pedro I’, Roma, 1963.
[23] Archivo Diocesano de Cáceres. Libros de Cuentas de Fábrica de la parroquia de Malpartida de Cáceres, sig. 69 (I), 1581-1611, fol. 82 Vº, sig. 58 (I), 1528-1620, fol. 16 vº. cit. Díez González, M. C, op. Cit., pp. 120-121.
[24] Gn, 2, 10-15. Del Edén nace un río que riega el jardín, y desde allí se divide en cuatro brazos…
[25] El Génesis nos presenta el principio de la existencia de la creación física y la del hombre, y el proyecto realizado por Dios Padre mediante su Hijo a través de una serie de hechos llevados a cabo por el Espíritu Santo que lo hacen posible. Este estudio, sin embargo, se enfoca principalmente a la interpretación espiritual de este Texto tan importante de la Biblia en el que, si literalmente vemos la creación física en una explicación sencilla para todas las edades y tiempos, debido a la riqueza espiritual de La Palabra de Dios, en el enfoque espiritual de Dios para con el hombre, podemos ver y comprender la creación de la mente y del espíritu del hombre. El hombre se diferencia del animal en su espíritu, en su mente, en su alma y en su cuerpo; pero por el espíritu recibimos la semejanza de Dios en cuanto a esencia y composición espiritual, una semejanza que el hombre pronto se encargó de dejar muerta, con la gravedad y las consecuencias que esto supone, pues la parte superior de nuestro ser, la del espíritu, nos asemeja a Dios, porque Dios es Espíritu. Si nos renovamos en el «…espíritu de nuestra mente…» Efesios 4:23 o lo que es lo mismo, en el arrepentimiento o cambio de mente, recibimos el bautismo del Espíritu Santo (…nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo… (Coríntios 12:3)) que viene a morar en nuestra alma y además nos aportará la mente del Mesías, para que lleguemos a ser de la misma mentalidad espiritual del Señor.
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