LOS ESCOLARES CONOCEN, DE LA MANO DEL CRONISTA OFICIAL, LA HISTORIA DEL TEMPLO DE SAN GREGORIO DE TELDE (CANARIAS)
Nunca conocer la historia de una iglesia fue algo tan divertido. Eso al menos debieron pensar los 52 alumnos de 6º de Primaria del colegio de San Juan a los que ayer se cameló, y de qué manera, el cronista de Telde, Antonio María González Padrón, con un didáctico paseo por los rincones de Los Llanos de Jaraquemada. El especialista, todo un veterano en estas lides, dio este lunes comienzo oficial a los recorridos antropológicos y históricos que cada año se programan por estas fechas con motivo de las fiestas en honor a San Gregorio.
Gracias a él y a un estilo en el que supo meterse al público en el bolsillo, la chiquillería se fue a casa sabiendo cosas tan curiosas como que la actual iglesia tuvo por germen una ermita mandada a construir por Alonso Rodríguez de Palenzuela para evitar que sus esclavos invirtiesen varias horas de los domingos en desplazarse hasta San Juan para rezar y volver al tajo. O que su planta actual, con unas pocas centurias de historia, no tiene, como sería lo habitual, al altar mayor apuntando hacia Roma, sino hacia el mar para poder bendecir a los pescadores, ya que la Virgen del Carmen lo preside y este es un pueblo de tradición marinera.
Repartiendo a los niños a los lados del templo, González Padrón explicó la distribución de los santos, el paso de Antonio María Claret por sus naves y la existencia de tres agujeros de bala en la pared que hay tras la figura de San Gregorio, producto de una entrada violenta en la iglesia al mediodía del 18 de julio de 1936. El cronista les dijo que siguen ahí, claramente visibles, para que nadie se olvide «de hubo un tiempo en el que fuimos salvajes». Luego se llevó a su audiencia por Los Llanos -«San Gregorio es el nombre de la iglesia, no del barrio», les advirtió una y otra vez- para mostrarles el antiguo estudio fotográfico de Francisco Izquierdo, la esquina donde paraban los burros y los transportes públicos décadas atrás, la casa natal del boxeador Kimbo, «que cuando tenía seis años empezó a trabajar» y hasta el Molino de Fuego de la calle María Encarnación Navarro, de donde la tropa salió oliendo a gofio y con un buen trozo de queque entre pecho y espalda.
Todo este tour adaptado a escolares se lo hicieron en poco más de hora y media, bajo la atenta mirada de unos estudiantes que se fueron a clase conociendo cosas tan curiosas como de dónde salió la plata con la que está forrado el crucifijo del Cristo de Telde o por qué un pequeño pez preside la fuente de la plaza de San Gregorio.
Fuente: http://www.laprovincia.es/ – Antonio José Fernández