POR FRANCISCO PUCH JUÁREZ, CRONISTA OFICIAL DE VALDESIMONTE (SEGOVIA)
Recuerdo aquella magnífica película en la que el genial actor Marlon Brando sed enfrenta hasta la muerte con toda una mafia que llegaba hasta el asesinato con tal de mantener su oligarquía en la contratación de los trabajadores del puerto.
Por lo que se dice en los distintos medios de comunicación hoy existentes, esa mafia de hace más de cien años sigue latente y patente en los puertos españoles; y cabe preguntarse: ¿si esta mafia actual lleva años y años ejerciendo en España, por qué nadie ha dicho nada durante todo este tiempo, y viene ahora a estallar como una bomba en la sociedad y en la vida laboral de nuestra Nación? ¿Es que antes, nadie sabía nada de esa extorsión que los trabajadores de la estiba vienen produciendo a toda España? ¿Qué opinan los humildes trabajadores con sueldos der 600 euros al mes, de esos mafiosos que cobran 70.000 y más euros al año?
El Gobierno ha querido dictar unas medidas en su intento de corregirlo, y mira por dónde, todos los grupos políticos del Parlamento se han negado a apoyar al Gobierno. Y salen las fotos de los mafiosos chuleando al pueblo.
Personalmente tampoco apoyaría la medida que el Gobierno pretendía de jubilar con tan altos sueldos a individuos de 50 años, dándoles unas indemnizaciones pagadas con dinero público que salen del bolsillo de todos los españoles que pagamos religiosamente nuestros impuestos. La medida tan ligeramente dictada por la ministra de trabajo de turno, es como para hacerla dimitir de inmediato; y para más INRI tercian el actual ministro de fomento y la anterior ministra del ramo, y como cualquier “menage a trois”, el fracaso es rotundo.
La única medida que cabe tomar ante el chantaje que los estibadores están ejerciendo contra el pueblo, no es otra que la de liberalizar totalmente la contratación de los estibadores y que sean los propios empresarios quiénes contraten libremente a los descargadores de muelles, que no son más que eso, eso sí ajustándose en todo a las leyes laborales existentes en un intento de evitar que, como siempre ha sido, los empresarios abusen de los trabajadores.
Para actuar conforme a derecho, la ministra de turno tendrá que estrujarse la nuez que tiene debajo del pelo, y si no lo sabe o no puede hacerlo, habrá que buscarle un sustituto; personalmente no creo en los milagros de Fátima.