POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
La historia, contada en forma resumida, sería esta: Don Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811), gijonés ilustre e ilustrado, en un viaje Las Arriondas-Colunga, hizo noche en la Venta-Posada de LA ESPASA.
Él y sus acompañantes fueron bien atendidos en alojamiento y comida, lo que no impidió que Jovellanos, por causas desconocidas, «amarrase una cagalera» (perdonen, pero así me entienden todos), que le obligó a una dieta de agua con zumo de limón durante varios días.
Resulta que al día siguiente estaba invitado en Libardón en casa de unos parientes del que después fuera canónigo de Compostela y Obispo de Astorga, don Benito Forcelledo y Tuero (1802-1858), gran amigo y protegido del Obispo de Málaga. Estos parientes de don Benito eran los propietarios de la antigua casa palaciega que, pasado el tiempo, fue el palacio de Caravera y en la actualidad el Hotel Palacio de Libardón.
El propio Jovellanos, en sus diarios, nos cuenta la «pena» que sintió al no poder disfrutar de LA GRAN LLACUADA que le ofrecieron sus anfitriones.
Y ahora viene lo bueno: ¿QUÉ ES UNA LLACUADA?
Consultado el Vocabulario Dialectológico del Concejo de Colunga (finales del siglo XIX), su autor, don Braulio Vigón, define esta palabra como «zaparrada» o «costalada». Es decir, una caída aparatosa y con cierto peligro. Un «hostiazu», que decimos los mal hablados.
Otros autores bablistas más actuales como Sánchez Vicente y Novo Mier, se inclinan por los significados de «comida abundante», «banquete», «hartura»… Es decir. una FARTURA.
Pero héte aquí que un autor de finales del siglo XIX, don Apolinar de Rato, en su «Diccionario-Gramática bable», nos ofrece para mi la mejor definición de LLACUADA y que, incluso, matiza, la categoría social de los comensales invitados. Dice así:
.-LLACUADA : Comida abundante de fabes, morciella, pates de gochu y oreyes. SE APLICA CON ESPECIALIDAD A LAS COMIDAS DE LA CLERECÍA».
¿Se dan cuenta? La llacuada es un banquete de «alto tronío» para halago de clérigos (cuanto más canónigos y obispos, mejor) y de personajes de alta importancia. Y, claro, Jovellanos lo era.
Y es que, como dice el refrán, «una fartura tres dís dura; una llacuada, una semana».
En La Judit, un poema un tanto extraño en nuestra literatura asturiana leemos aquello de que:
«… disponxo una llacuada en abundancia;
¡cuanta cebera y vianda allí rodiaba
y cuántu vinu aneyu s´escanciaba!»
Dicen los que saben de etimologías que la palabra LLACUADA proviene del latín rural «lacon (-nis)», aumentativo de «lacca», con significado en términos campesinos y ganaderos como «pata de un animal». ¡Vaya!, que una LLACUADA sería, en su origen alimentario, como una LLACONADA: comida abundosa a base de lacón, manos y orejas de cerdo, cachola (caratmietsa, calamona…) que es cabeza de cerdo, embutidos…. acompañando a un cocido de legumbres como garbanzos o alubias (fabes).
¡Oigan! ¿Saben una cosa?
Pues en algunos lugares de Asturias también denominan LLACUADA a la «leche presa», o «leche cuayada». Y esto lo saben gentes de Libardón,
¡Qué cosas tiene la polisemia, que no es enfermedad vírica alguna sino la posibilidad de que una misma palabra tenga significados diversos:
Ya lo saben: LLACUADA: 1.- Costalada. 2.- Leche presa. 3.- FARTURONA GRANDE.