POR RAFAEL ÁLVAREZ RODRÍGUEZ, CRONISTA OFICIAL DE VILLACASTÍN (SEGOVIA).
La lealtad es una virtud, un valor, una devoción, un sentimiento que parece no estar de moda, se habla poco de ella y resulta vital en muchas profesiones, en las empresas, las familias, en definitiva para la vida de las personas. Ello no es nuevo y desde la más remota antigüedad fue apreciada y valorada. Los pueblos prerromanos (iberos, celtas, cántabros, celtíberos…entre el 1000 a C y 218 a C) tenían una costumbre denominada “Devotio” a través de la cuál un guerrero (devoto) formaba parte de la clientela de un personaje y se comprometía a defenderle y a no sobrevivirle en el combate. Los romanos consideraban “La Fides”, una de las tres virtudes cardinales de su moral (incluso tenían una diosa denominada Fides) y ésta virtud la entendían como lealtad, buena fe, honor en el cumplimiento de la palabra…
El rey Fernando III “El Santo” hacia 1237 reunió a doce sabios, que plasmaron en un libro las conclusiones en relación con la solicitud real y el título fue: “El libro de los 12 sabios” o “Tratado de la nobleza y Lealtad”. Uno de ellos escribió sobre la lealtad: “…Lealtad es madre de las virtudes y fortaleza no corrompida”.
Con tales antecedentes es fácil comprender que en las Fuerzas Armadas Españolas (FAS) y en otras muchas del mundo, realizan ceremonias en las que públicamente formalizan el juramento o promesa de fidelidad al Estado, a los jefes, compañeros y subordinados llegando al extremo de empeñar la vida en ello. Es tal la importancia de su valor que en las FAS se inculca y los componentes de un ejército que no cuenten con ésta virtud tendrían difícil lograr resultados. Los Ingenieros del Ejército en España lo proclaman en un lema “Fortaleza, Lealtad y Valor” que forma parte del estribillo de su himno.
La verdadera fidelidad se prueba, no se proclama. En la invasión de Ucrania que ya pasa de los ciento diez días, hemos visto imágenes de ciudadanos despidiéndose de las esposas e hijos, marchando a defender los valores que el Estado les inculcó y ése vínculo, esa virtud les está permitiendo resistir mas allá de lo esperado.
A lo largo de años de profesión militar nos inculcaron valores en las Academias, éstos nos permitieron ejercer bien la profesión y muchas veces hemos comprobado las bondades de la lealtad, alguna que otra deslealtad y de ésta última experiencia se aprecia aún más, el verdadero valor de aquella.
Lo opuesto a la lealtad es la traición y ésta provoca el distanciamiento de quien traiciona, porque aquella se basa en el respeto, procede del corazón y puedo asegurar que valoras verdaderamente la lealtad, cuando soportaste la angustia de la traición. Fue el caso de un Cronista Oficial al que prometieron ayudar y al cabo del tiempo comprobó que pretendían utilizarle. Me relató el asunto, no sin tristeza y razonaba que tras su designación algunas personas le ofrecieron una ayuda que nunca recibió y que la mentira no se sostuvo mucho tiempo, bien pronto comprobó la deslealtad y me expresó nítidamente donde estaba su lealtad, “…con su pueblo…”
Siempre me recalcaron, que la lealtad tiene que ser recíproca y en según qué casos puedes seguir siendo leal en aras de un valor superior. El escritor Simón Keller publicó el libro “Los límites de la lealtad”, que aún no he conseguido, pero en la reseña se refiere a la lealtad de la pareja, la familia, los amigos y colegas y ya el título anuncia qué límites tiene o debe tener la lealtad.
Tras escuchar las cuitas del colega recordé que hace siete años, juré públicamente el cargo de Cronista Oficial por el que voluntariamente me obligaba a ser fiel a Villacastín, las personas pasamos y la Villa ha permanecido y me sumo a lo escrito por el literato Russell Banks, “…Mi mayor LEALTAD ha sido la de contar historias, no a la Historia”, que puede y debe ser reescrita.
FUENTE: https://www.eladelantado.com/opinion/tribuna/la-madre-de-todas-las-virtudes/