POR JUAN FRANCISCO RIVERO DOMÍNGUEZ, CRONISTA OFICIAL DE LAS BROZAS (CÁCERES)
En la ciudad de Cuenca, Ciudad Patrimonio de la Humanidad desde 1996, se acaba de celebrar el congreso de la Real Asociación Española de Cronistas Oficiales, al que asitieron algunos cronistas mexicanos, historiadores locales de estos dos países. A la ciudad se llega en el tren AVE (Alta Velocidad española) y aunque se halla a 175 kilómetros sólo se tarda en llegar una hora.
La ciudad se encuentra encajonada entre dos ríos: El Júcar y el Huécar, lo que la hace muy atrayente para las personas que la visitan por su singular emparejamiento entre la cultura y la naturaleza. Fue fundada por los árabes con el nombre de Qünka y aún conserva su recinto de murallas.
El congreso se abrió oficialmente en el Museo Paleontológico desde el que se puede apreciar una preciosa vista de Cuenca. Allí se exhiben muestras del mejor yacimiento paleontológico de Europa, entre ellos el de un dinosaurio carnívoro, con 130 millones de años, al que popularmente llaman Pepito. Y como contraposición, por sugerencia del artista filipino Fernando Zobel se abrió en 1966 el Museo de Arte Abstracto Español. Este museo se halla en las Casas Colgadas de Cuenca, el logotipo de esta ciudad de la Mancha, la tierra de Don Quijote.
¿Y qué son las Casas Colgadas? Pues son rascacielos de más de 10 pisos construidos en plena edad media, en los siglos XIV y XV. Son preciosas de ver desde el Puente de San Pablo, que une la ciudad, a la altura de la catedral con el convento de San Pablo, donde ahora se halla en la iglesia el Museo de Arte Contemporáneo llamado “Espacio Turner” y en el antiguo monasterio se halla un precioso Parador de Turismo, un hotel construido en monumentos y que fue inaugurado el primero de abril de 1993, el mismo día que moría don Juan de Borbón, padre del Rey Juan Carlos I.
El principal monumento de la ciudad es la catedral de Cuenca, que fue el primer gran edificio a construirse tras la conquista de la ciudad por los cristianos en septiembre de 1177. Su singular fachada supone la entrada del estilo gótico en España, con influencias francesas e inglesas. Al salir al claustro se puede ver el puente de San Pablo, y el convento del mismo nombre y en la lejanía la hoz del río Huécar, una de las maravillas de la ciudad.
Si uno quiere comer algo típico, sugiero un plato de la cocina histórica, como es el morteruelo, un plato como un paté singular a base de hígado y lomo de cerdo, pollo, gallina, conejo, liebre, perdiz y pan rallado, todo ello bien machacado en un mortero.
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