LA MAGIA DE UNA CARRERA Y UNAS FIESTAS
Sep 29 2020

POR JUAN JOSÉ LAFORET, CRONISTA OFICIAL DE LAS PLAMAS DE GRAN CANARIA

Las Fiestas de San Miguel en Valsequillo siempre nos han parecido envueltas por un halo de sustantiva leyenda y de mágica escenografía, la de unos paisajes que subyugan al atardecer, y la de un coqueto entorno urbano que se enciende en la memoria ineludible. Fiestas señeras y de antiguo arraigo desde aquel ya lejano septiembre de 1629, tal como, el siempre recordado cronista Jacinto Suárez Martel, constató en las cuentas de fábrica de la primigenia ermita, en la que él mismo entendía que los visitantes se sorprendieran «…al ver que el santo Arcángel solamente lucha con un perro majorero…»; por ello ese Perro Maldito que, en una de las transformaciones y adecuaciones de las Fiestas, a partir de 1986, se instituyó en una de sus señas de identidad actuales más sólida y atractiva.

Pero los valsequilleros han ido siempre a más, encontrando nuevas oportunidades con las que diversificar y enriquecer estas celebraciones septembrinas. Así, en un entorno natural privilegiado, donde ya a finales del siglo XV sus primeros pobladores, como ha subrayado la actual Cronista Oficial, María Teresa Ortega Cabrera (que sigue fielmente, con enorme eficacia y encendido amor a su municipio, el legado de la crónica en estos lugares), fueron «…atraídos por el clima, la fertilidad de sus tierras y sobre todo la disponibilidad de agua…», en el que la influencia de «…los vientos alisios hace que haya temperaturas diferenciadas…», y que esta «…diversidad de clima hace que se manifieste una gran variedad de flora y fauna…» -y personalmente, tras lo que he podido disfrutar recientemente en ese lugar, me alegra su mención al «…Barranco de San Miguel lugar protegido por su gran valor paisajístico así como la importante flora…»-, surge, hace ya diez años con un sentir muy hondo de este pueblo, que además quiso reconocer a un destacado corredor local, Miguel Martel, una carrera, La Noche Mágica, que los «…propios corredores y vecinos son los que piden que sigamos…», como ha señalado su máximo responsable, Miguel Ángel Valderas, y que, como destaca el alcalde de Valsequillo, Francisco Atta, supone hoy «…nuestra apuesta por el deporte, la naturaleza y el turismo rural y activo». En la actualidad, vista con perspectiva foránea, La Noche Mágica es también una de las señas de identidad más sugerentes, atractivas y muy seguidas de estas festividades en los días del Patrono valsequillero.

Este año, por las circunstancias que todos afrontamos, con una actitud que debe ser santo y seña de responsabilidad cívica, La Noche Mágica se ha transformado y adecuado, y su hechizo ha hecho de la noche día y del día noche, a lo largo de dos semanas largas en las que sendas, veredas y caminos por las que discurre la carrera, ofrecen subyugantes rincones en los más inesperados recodos del trayecto, te adentran en las esencias de una isla sorprendente, y ha permitido mantener el esplendor de lo que ya significa esta auténtica fiesta del deporte, aunque el contexto sea distinto.

En el trayecto de mi carrera recordé aquella leyenda antigua de ‘la camisa del hombre feliz’, que con tanto ahínco varios príncipes buscaron por los más lejanos confines de la tierra. Yo en esta singular edición de ‘La Noche Mágica’ me sentí uno de ellos. Sin embargo, a medida que avanzaba la carrera me daba cuenta que la verdadera camisa del hombre feliz era poseer y disfrutar por un tiempo aquellos paisajes, el sentir de unos entornos, el saludo afectuoso y el apoyo indeclinable de muchísimas personas, el halo fantástico de una prueba tan hondamente sentida y tan magníficamente organizada. Cuando llegué a meta, bajo el frescor umbroso del arbolado de la Plaza del Pilar, entendí por qué el ‘hombre feliz’ no tenía camisa; la suya era ese aliento que cubre el alma, que envuelve los sentimientos, que te hace sentir el deseo de volver una y otra vez a disfrutar de una prueba como La Noche Mágica’. El rótulo, para la última de las fotos, ponía ‘finisher’, pero cuantos llegábamos hasta allí no podíamos sino sentirnos ‘vencedores’, habíamos ganado un tiempo, un espacio y una carrera que ya puebla para siempre los entresijos de nuestra memoria. Si durante años La Noche Mágica ha contribuido a hacer mucho más sorprendente esta modalidad deportiva, ahora, este septiembre de 2020, convertida en verdadera expresión de la Fiesta que se perpetúa, nos ha traído la magia a nuestras vidas en un momento muy duro.

Fuente: https://www.canarias7.es/

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