POR PEPE MONTESERÍN CORRALES, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Recorrí el Museo Marítimo de Luanco con la bióloga Lucía Fandos. Fui exprofeso a ver la colección de conchas, que merecen capítulo aparte, y aunque prometo nuevas visitas para recorrerlo de quilla a perilla, me impresionó el teredo o broma, molusco bivalvo que coloniza las maderas sumergidas, como carenas de barcos; me sobrecogieron los recortes artificiales de las rayas que los marineros convertían en monstruos alienígenas; me impactó el ámbar gris, secreción biliar, vómito de ballena, y me interesó muchísimo el ripple, término inglés que significa onda o rizo; en una veta de carbón vi la huella fósil, una rizadura causada hace millones de años por la marea cantábrica.
A la salida, me asomé al mirador de Pilatos, para observar las rompientes, y rematé la jornada marina en el restaurante Las Delicias, con sabor de siglos, y Castel de Bouza, de retrogusto cisterciense, magníficamente atendido por Rogelio y por Gabriel.
Fuente: https://www.lne.es/blogs/la-mar-de-oviedo/la-mar-de-luanco.html