POR ÁNGEL DEL RÍO, CRONISTA OFICIAL DE MADRID Y DE GETAFE
Tenía conocimiento la Delegación del Gobierno, lo sabía Franco, que para el domingo 16 de agosto se había convocado en Madrid una manifestación contra el uso obligatorio de la mascarilla anti covid 19, impulsada por el ocioso y desaparecido desde hacía algún tiempo, Miguel Bosé. Deberían suponer los responsables de la Delegación del Gobierno, y a la cabeza de ellos, Franco, que quienes participaran en esa protesta contra el uso obligado de la mascarilla iban a ser consecuentes con su reivindicación y no las llevarían puestas, como así ocurrió en la mayoría de los casos. Qué buena razón para haber hecho cumplir la ley y que la policía se hubiera forrado a poner a multas a los insumisos de este obligatorio medio de protección.
A toro pasado, el día después, Franco, ese hombre, declaraba en la SER que la Delegación del Gobierno no tiene competencia para impedir una manifestación, más allá de recibir la comunicación de la misma, si se cumplen los requisitos para ello, y explicó que en esa comunicación no se cuestionaba el uso de la mascarilla, sino al contrario, se aseguraba que se respetaría la distancia de seguridad y que se recordaría a los participantes la necesidad de preservar esas medidas.
Pero no se hizo así. ¿Debería haberse disuelto entonces la concentración? La respuesta de Franco no pudo ser más pintoresca: no se disolvió porque “podría ser peor el remedio que la enfermedad, si todas esas personas, sin mascarillas y sin haber respetado la distancia mínima interpersonal, se dispersaban por las calles de Madrid”.
¡Toma ya! Lo mejor para evitar daños colaterales, o efectos secundarios, es no aplicar le ley. Pero Franco hace acto de contrición y asegura: “No va a salir gratis esa iniciativa a quienes han puesto en riesgo no solo su salud sino la de todos los demás, con una actitud claramente incívica». Me temo que, a la gran mayoría de los infractores, sí les va a salir de balde.
Miguel Bosé no estaba en la “mani”, aunque se le esperaba. Nadie ha dicho haberle visto en esa “mani”, a cuya convocatoria él mismo había animado a través de las redes sociales. Si alguien tuvo la suerte de verle, que lo diga.
Primero fueron los anti vacunas los que comenzaron una cruzada contra esos fármacos preventivos; después llegaron los anti mascarillas o “bosedianos” de rostro descubierto; ahora sólo nos falta que se manifiesten los anti cinturón de seguridad, porque limita libertades individuales dentro de un coche. Ya puedes ir apuntándote, admirado Miguel.
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