POR MARTÍN SÁNCHEZ GONZÁLEZ, CRONISTA OFICIAL DE GETAFE
A modo de preámbulo.
Comenzaré diciendo que un año más, acertadamente para no perder una tradición secular, la Casa de Extremadura nos brinda la conmemoración de una matanza extremeña, y lo hace, implicando a todos los socios y sobre todo a un grupo sacrificado de voluntarios que nos deleitan con el resultado de la elaboración, al estilo tradicional de algunos de los productos derivados del cerdo.
Es cierto que ya no tiene lugar ejecutar el ciclo completo de una matanza, es decir, matar el cerdo, quemar su piel para dejarla limpia de pelo y de otras impurezas (chamuscar), abrirle en canal y separar las vísceras, tripas y otras partes más sustanciosas de este animal que ha alimentado y alimenta a millones de personas. Sus exquisitos embutidos y otros derivados del mismo han permitido a mucha gente humilde y carentes de recursos, alimentarse durante todo un año.
La matanza extremeña es una tradición que puede ser considerada como un ritual ancestral. La época de matanza, por norma general, suele ser en los meses de noviembre a diciembre. Realmente en Castilla, donde hace más frío en estos meses se dice un refrán muy popular: «a cada cerdo le llega su San Martín». Hace alusión a que por San Martín» 11 de noviembre, comenzaba a realizarse el rito de la matanza. Por estas fechas el frío es más intenso y la carne se puede conservar mejor.
La matanza del cerdo en Extremadura es un símbolo de la cultura popular de nuestra Comunidad.
En estos festejo el cerdo es el centro de la ceremonia y su carne es el fruto de la celebración. Sin embargo, hoy en día las matanzas familiares han perdido mucho protagonismo y ya solamente se realizan algunas, bajo estrictas medidas de control sanitario y por tanto con muchas limitaciones. El medio rural ha caído en desuso y matar al cerdo a cuchillo en plena calle ha dejado de ser un ritual presenciado por toda la comunidad de vecinos. Hay que reconocer que era muy desagradable oír los agudos y fuertes sonidos producidos por el cerdo, al ser atravesado su cuello con un gran cuchillo para «desangrarlo» y utilizar su sangre para un subproducto muy popular, «las morcillas».
De las matanzas se extrae un surtido ibérico, se elabora a partir de la carne del cerdo con recetas tradicionales:
Morcillas, patateras,
Chorizos,
Salchichones, lomos y jamones, todos denominados ibéricos según la raza del cerdo.
Son productos ibéricos deliciosos, auténticos, y muy populares de nuestra región.
Cuando amanece, y después de un desayuno tradicional basado en anís y dulces caseros, se lleva a cabo el sacrificio del cerdo y la elaboración de los derivados de su carne.
Pues bien, es necesario decir que en nuestro caso, la Junta Directiva y los socios voluntarios de la Casa de Extremadura de Getafe, con su presidente don Pedro Aparicio, a la cabeza, organizan y preparan toda la intendencia necesaria para ofrecer a sus socios una suculenta y sabrosa degustación de estos productos, que se han adquirido previamente para cocinarlos al estilo tradicional, evitando así el sacrificio propiamente dicho del «animal».
A lo largo del día les iré ofreciendo un pequeño reportaje de los momentos más destacados de la degustación así como una sucinta y resumida relación de las las personas, socios y autoridades más destacadas que asisten a este importante evento anual organizado por la Casa Regional de Extremadura.
Gracias a la Junta Directiva, a su presidente y a todos los voluntarios, por su esfuerzo su trabajo y su generosidad al ocuparse de la preparación de las viandas para ser devoradas por los insaciables.