POR JOSÉ CATALUÑA ALBERT, CRONISTA OFICIAL DE ALGAR DE PALANCIA (VALENCIA)
Aunque hasta la fecha no se han encontrado restos arqueológicos que lo confirmen, en cambio sí que hay constancia documental de que, en tiempos históricos, hubo en Algar una mezquita musulmana y una pequeña ermita cristiana.
Como es conocido, Algar, después de la invasión musulmana de la Península Ibérica por las gentes del islam, estuvo habitado casi exclusivamente durante más de setecientos años por pobladores de cultura y creencias musulmanas, que fueron los que dieron el nombre al mismo. Tras la conquista de las tierras valencianas por el rey de la Corona de Aragón, Jaime I, este donó Algar, como compensación por su ayuda en dicha conquista, al caballero Ramón Morelló, si bien solamente le cedió la administración económica del lugar, reservándose la Corona la plena jurisdicción sobre el mismo. Por testamento de 2 de noviembre de 1251, Ramón Morelló legó dicha administración económica a la Orden de la Merced, continuando reservándose el rey de la Corona de Aragón la plena jurisdicción.
Los pobladores musulmanes, durante el dominio cristiano de los reyes de la Corona de Aragón, fueron llamados mudéjares y, a partir de la Guerra de las Germanías y de los reyes de la Casa de Austria, se denominaron moriscos, siendo expulsados del reino de Valencia en 1609, bajo el reinado de Felipe III, rey de España.
El rey de la Corona de Aragón Juan II, apodado <El Grande o Juan sin Fe (1398-1479), por necesitar fondos para hacer frente a una sublevación en Cataluña vendió, por dos mil doscientos sueldos reales, la plena jurisdicción de Algar a Francesc Jardí de Menaguerra, señor de Bonrepós (Valencia), que realmente fue el primer barón de Algar, título que vendió muy pocos años después, en 1471, al Padre General de la Orden de la Merced, Nadal Gaver, con el beneplácito del mencionado monarca, por el precio de tres mil sueldos reales de Valencia. Desde esa fecha y hasta la desamortización de los bienes eclesiásticos acordada por el gobierno de España, en los años 1836 y siguientes, los Padres Generales de la Merced han ostentado el título de Barón de Algar y Escales.
Un documento que acredita la existencia de una mezquita musulmana en Algar es el que se narra a continuación.
El religioso mercedario Fr. Francisco Soriano Castañer, que fue vicario de Algar desde 1710 hasta 1723, nos cuenta en un manuscrito escrito de su mano, que se encuentra en la Biblioteca Pública de Huesca, que el 6 de septiembre de 1471, en el porche de la mezquita musulmana de Algar, tomó posesión del cargo de barón y de la plena jurisdicción de dicho pueblo para la Orden de la Merced, Fr. Llorenç Company, Comendador del Monasterio de El Puig y Vicario General de la Orden de la Merced, en representación del Maestre General de dicha institución religiosa. Al acto fueron convocados los vecinos de Algar, todos ellos mudéjares, cuyos nombres se detallan en dicho documento: Zeith Habrahim, alamí, Mohamat Habrahim, jurat, Hameth Briarri, Fucet Cumtayta, Hameth Cumtaytam, Hazen Chitry, Fucet Chalanda, Cahath Hambriel, Halí Alfaquí, Hazem Robayat, Fucet Chitry, Hacem Andukaziz, Hamet Chalanda, Hazeth Cumayta, Haly Doncell, Mohamat Mandob, Hameth Abolaix, Mohamat Haltury, Haly Azem, Hameth Corrent, Calé Doncell y Mohamat Harronyany. Todos ellos prestaron juramento de fidelidad, uno por uno, como vasallos, ante el nuevo señor, según la costumbre de los musulmanes, es decir, en nombre de Alá, con la cara girada hacia la alquibla de la mezquita, es decir, hacia La Meca (“girada la cara vers la Alquibla Mahometica”) y besando en el hombro al Comendador Llorenç Company.
Cargos muy importantes eran ocupados por los pobladores mudéjares de Algar, ya que, entre los vasallos que prestaron juramento ante el mercedario Llorenç Company, figuraba el “alamí” Zeith Habrahim, oficial que contrastaba las pesas y medidas , tasaba los víveres y también solía ser el maestro de obras designado para supervisar las construcciones, el “jurat” Mohamat Habrahim, cargo equivalente al actual concejal o regidor, encargado en parte del gobierno del pueblo, y el “alfaquí” Halí, especie de sabio experto en jurisprudencia islámica.
Del acto de juramento fueron testigos Joan Lobet, escribano, Joan Alpanys, escudero, y Suleymen Axovi, alfaquí de Vall d’Uixó, población próxima a Algar, perteneciente actualmente a la provincia de Castellón.
Posiblemente, resulte curioso el hecho del beso en el hombro que los vasallos mudéjares dieron a Llorenç Company, costumbre musulmana que aún hoy, si bien no es un saludo panislámico, se sigue practicando en Arabia Saudí, países del Golfo Pérsico, Irak y Marruecos. Es una muestra de respeto que tiene lugar cuando la persona a quien se besa es de alta dignidad, como fue el caso de Algar que se ha relatado. Esta costumbre se recoge en el Poema del mío Cid y era muy habitual entre los musulmanes andalusíes.
En este día ocurrió un hecho anecdótico: en Algar había un joven musulmán, un “moratell” hijo de Hazem Rotayat, apodado Cahat, que, al parecer, había cometido un delito castigado con la pena de muerte y estaba encarcelado. Fr. Francesc Company, como la toma de posesión de la baronía de Algar y el juramento o promesa de vasallaje fue un día grande y señalado, meditó mucho sobre qué era lo procedente y, tras comprobar que el tal Cahat no era culpable del delito del que se le acusaba, le perdonó la vida y ordenó ponerlo en libertad.
La importancia de la información que se contiene en el manuscrito del mercedario Soriano Castañer no solo es de suma importancia porque nos permite constatar la existencia de una mezquita musulmana en Algar, sino también porque es la única referencia que se conoce de los nombres de los pobladores mudéjares del mismo. Seguramente, los mudéjares que prestaron juramento o promesa eran los cabezas de familias, ya que tal como nos dice Maria Teresa Ferrer i Mollol (1940-20179, historiadora medievalista catalana, directora de la “Institució Milà i Fontanals”, dependiente del Centro Superior de Investigaciones Científicas, “los reconocimientos de señoríos y prestación de homenaje (como fue el caso de los mudéjares de Algar) incluyen listas de los cabezas de casa que juraron y prestaron homenaje”, es decir, que no recogen la totalidad de los habitantes.
En cuanto a la ubicación exacta de la mezquita, de la que, como se ha dicho, no se han encontrado restos, dado que Algar era un pequeño pueblo amurallado con apenas 36 casas en la época mudéjar, es lógico pensar que la misma se encontraría, junto al castillo o torre guaita, precisamente edificado al parecer por los musulmanes, edificio que hoy, tras sucesivas remodelaciones y demoliciones en gran parte, alberga el Ayuntamiento.
En lo concerniente a la existencia de una ermita cristiana en Algar, una información detallada de la misma nos la ofrece el que fue investigador y profesor de enseñanza primaria de este pueblo, Saturnino Arocas Franch, en su libro titulado Datos históricos de Algar de Palancia, escrito en 1945 y publicado por el Ayuntamiento.
Arocas Franch nos relata que, a pesar de ser los pobladores de Algar en casi su totalidad de creencias musulmanas, los religiosos mercedarios, buscando la captación de los mismos para la religión cristiana y deseando que el pueblo contase con un lugar idóneo para el culto, edificaron una pequeña ermita en el año 1430, ermita que duró hasta el año 1701 en que fue derruida. La verdad es que, según también nos dice Arocas Franch, pese a la persecución que sufrieron los musulmanes en la Guerra de las Germanías y a la obligación ordenada por el rey de España Carlos I en 1525 del bautizo de todos los moriscos, la conversión de estos al cristianismo en su gran mayoría fue ficticia, continuando practicando en su intimidad sus antiguas costumbres y ritos islámicos. Debido a esta falta de fervor religioso cristiano de parte de los moriscos la ermita de Algar era realmente muy pobre llegando a faltar incluso los objetos necesarios para el culto. Una muestra más de la falta de convicciones cristianas de los moriscos nos la ofrece la visita que en 1600 hizo a Algar el arzobispo de Valencia, Juan de Ribera, en su recorrido para conocer personalmente las parroquias de cristianos nuevos, o sea, de moriscos convertidos. Juan de Ribera se llevó una gran decepción en Algar al comprobar que la mayor parte de sus pobladores continuaban en el arraigo de sus anteriores creencias.
Otra prueba más de la existencia de esta pequeña ermita en Algar nos la ofrece un documento que obra en el archivo histórico municipal, según el cual, en el año 1653, ya con la totalidad de la población de cristianos viejos, los vecinos contribuyeron a la compra de una cruz de plata para la ermita, aportando cada familia, según sus posibilidades, dinero, seda (no olvidemos que en Algar existía en dicha época una importante artesanía de la seda) o trigo.
Esta pequeña ermita se edificó en el solar en el que después se edificó la actual iglesia parroquial y tenía al lado un pequeño campanario. La ermita fue derruida en el año 1701 y, en 1702, comenzaron las obras de construcción de la iglesia parroquial.