POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ)
Allí está, asomándose desde el patio de la casa que hace encuentro con las calles Conde, José de Alarcón y Conquistadores. Por la festividad de Santiago apóstol, los días le dieron color. Pronto los trabajos traerán latidos de uvas solicitando partos de bodegones de vendimia y serones para ser conducidos a los lagares por el mosto que rezuma. Luego, sus hojas sacarán el color cobre por la melancolía que traerá el otoño. Mientras, la parra entrecruza sus matices del verde claro al más intenso, desde su paleta de colores. Agosto avanza en su última semana, consumiendo las mañanas en las que brilla un sol luminoso, que se proyecta sobre el patio, ante el verde frescor de unas macetas de helecho.
Este patio, por el que se asoma la parra, fue la casa en la que vivió el administrador del conde Montijo, teniente de corregidor y justicia mayor del condado, don Pedro Álvarez Vadillo y su mujer doña Josefa Araujo y Topete; su hija doña Petronila Vicenta Álvarez Araujo contrajo matrimonio con don Vicente de la Torre Liaño, uno de los grandes propietarios de Montijo, ocupando diversos cargos municipales, entre ellos los de concejal y alcalde (año 1836). Don Vicente y doña Petronila levantaron en la Plaza Mayor de Montijo, la conocida Casa del Navegante. Es nuestra historia.