POR JOSÉ MANUEL JEREZ LINDE, CRONISTA OFICIAL DE LA E.L.M. DE GUADAJIRA (BADAJOZ).
Entre los meses de diciembre de 2009 y abril de 2010 se celebraba en el Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid (Alcalá de Henares), una interesante exposición, bajo el título: “El color de los dioses”. En esta ocasión, mi participación estuvo centrada en la recreación de algunas piezas escultóricas de la colección emeritense a las que, digitalmente, se les devolvió su posible coloración original. Siempre tomando como patrón los frisos escultóricos de los templos griegos, donde si queda clara la presencia de esa policromía.
Son raros los casos que han llegado hasta nosotros y que conserven el color, al menos, en una extensión suficiente que permita su análisis. Ni siquiera ciudades de la magnitud de Pompeya o Herculano, con el magnífico repertorio de esculturas exhumadas hasta la fecha, han aportado casos de esta policromía. Siempre fui de la opinión, y me mantengo, que tras la laboriosa tarea del escultor, esforzado en alcanzar la fidelidad del retrato, difícilmente se puede entender que alguien pueda pintar posteriormente esa obra. En el caso concreto de Mérida contamos con
algunos casos en los que queda patente la presencia de color en algunas molduras de edificios públicos. De forma excepcional presentamos este monumento funerario con el retrato del matrimonio de Asellia Hygia y M. Públicius Félix. En la actualidad se encuentra expuesto en la sala VI de la planta baja del Museo Nacional de Arte Romano de Mérida (MNAR), dedicada al mundo funerario. Una detenida revisión del ropaje del varón, pone de manifiesto la existencia de restos de pigmentos de color rojo vivo, siendo apreciable en el escote de la túnica y también en el pliegue del manto, junto al cuello. Sería este el segundo monumento funerario conocido en Mérida, que conserva al menos algunos trazos de este rojo que muy posiblemente sea cinabrio (mineral).
FUENTE: CRONISTA