POR JOSE GOLDEROS VICARIO, CRONISTA OFICIAL DE GRIÑÓN (MADRID).
La Hermandad de la Santa Espina celebraba sus juntas y guardaba sus caudales en la sala llamada » Santa Espina», que estaba en una de las salas del piso superior de la sacristía de la iglesia de Santiago. La Hermandad había nacido en el año 1603, pero su renovación lo fue en 1720. [i]El papa Clemente VIII concedió Bula Apostólica a favor de la Cofradía de la Santa Espina. Entre otras cosas, se establecía que cada hermano aportaría al año un hacha de cera de cuatro libras de peso, y el número de cofrades no debía exceder de veinticinco. Dado en Roma en la Sala de San Marcos, año de la Encarnación del Señor de 1603, año duodécimo de nuestro Pontificado. «En obsequio, pues, de una de las setenta y dos espinas que taladraron las sienes de Jesucristo, la que se veneraba en la parroquia de Santiago de esta ciudad.
Sobre la autenticidad de la reliquia existe una antiquísima leyenda, que dice así: El primogénito de Alfonso X, don Fernando de la Cerda, murió repentinamente en Villa Real en agosto, siendo provisionalmente sepultado «durante unos meses» en la iglesia de Santiago de esta villa, hasta que fueron trasladados sus restos al Monasterio Real de Las Huelgas de Burgos, y en agradecimiento del piadoso depósito, el rey Sancho IV, hermano de don Fernando regaló a la iglesia de Santiago una espina de las 72 que componían la corona del Redentor.
Las primeras celebraciones de Semana Santa en Ciudad Real, hunden sus raíces en los años posteriores al inicio del siglo XV. Sabemos de un acto celebrado en el sitio de la ermita de san Lázaro, extramuros de la Puerta de Alarcos, Durante épocas alcanzó allí gran esplendor la bendición de Ramos, protagonizada por el dominico fray Vicente Ferrer, ceremonia luego trasladada por dispensa papal, a la casa del Concejo en la Plaza Real (casa del Arco), hasta que fue suprimida por el primer obispo de Ciudad Real Dr. Guisasola.
No fueron años fáciles para las cofradías ciudarrealeñas posteriores a los siglos XV-XVI, ya que sufrieron los continuos vaivenes de mermas en su patrimonio, que en algunos casos, las llevó a períodos de extinción de las mismas. Las ordenanzas de esas corporaciones y de las posteriores del XVI y XVII, cuyos documentos originales se encuentran en el Archivo de la Diócesis de Toledo, sirven de complemento por lo que participan en el aspecto religioso.
Las primeras cofradías y hermandades, vinculadas luego con la Semana Santa, fueron en gran medida fundadas en el recinto de la Judería, es decir, las muy conocidas de Todos los Santos, San Juan de los Viejos y San Miguel de Septiembre, etcétera.
Eran cofradías con carácter asistencial en la atención al enfermo y desvalido. Así, se funda en el siglo XV el Hospital de San Blas y el de la Santa Hermandad; el Asilo de Ancianos Nobles de la Purísima Concepción, que el pueblo conocía por “engordadores”, en el s. XVI; el Hospital de la Concepción, para mujeres huérfanas o viudas y el Hospital de los Remedios en el XVII; también el Hospital del Santo Cristo del Refugio… etcétera. Algunos procesos contra los numerosos conversos o cristianos nuevos de Ciudad Real, nos muestran a sus protagonistas frecuentando los sermones que realizaban los frailes mendicantes que aparecen en determinados momentos en Ciudad Real, fundamentalmente en Semana Santa.
De los sumarios nos permiten deducir que era habitual que los cristianos “nuevos” se ofrecieran a estas devociones al asistir a los oficios de Semana Santa, documentos en los fondos del Tribunal de la Inquisición de Toledo, conservados en el Archivo Histórico Nacional de Madrid.
El rey Alfonso X, el Sabio, ya el mismo año de la fundación de Villa Real, confirma que este lugar es abundante en colectivo judío. El marco cronológico comprendido se extiende desde las primeras actuaciones del año 1483 del Tribunal de la Inquisición de Ciudad Real, precedente del de Toledo. Efectivamente, en un primer momento no se creó el Tribunal de la Inquisición toledano, sino que éste se instaló en Ciudad Real.
Había conversos que se consagraban a manifestar devociones exageradas de los oficios de Semana Santa, para ocultar sus verdaderas intenciones. Esto ha permitido conocer con bastante exactitud los ritos y ceremonias del judaísmo, que eran practicados con frecuencia por los falsos conversos, así como la forma en que pretendían ocultar dichos ritos a los extraños…
Así pues, si no todos sí la gran mayoría de los cristianos nuevos llamados “lindos”, procesados por el Santo Oficio en Ciudad Real, continuaron efectivamente siendo judíos de corazón, pero simulando parecer convertidos. (1734-1795) representa en una pintura al fresco una escena en que se observa un hombre arrastrando un niño con visos de haber sido raptado; en otra pintura contigua aparece el niño crucificado. La pintura fue realizada en el siglo XVIII, pero los hechos que relata pertenecen al XV, que es cuando la leyenda de niño de La Guardia toma fuerza. En efecto, el rey Alfonso X “el Sabio” fundador de Ciudad Real, decía más de dos siglos antes en las Partidas:
“…Et porque oyemos decir que en algunos lugares los judíos ficieron et facen el día del Viernes Santo remembranza de la pasión de Nuestro Señor Jesucristo en manera de escarnio, furtando los niños et poniéndolos en la cruz, o faciendo imágenes de cera et crucificándolas cuando los niños non pueden haber, mandamos que, si fama fuere daqui adelante que en algún lugar de nuestro señorío tal cosa sea fecha, si se pudiere averiguar, que todos aquellos que se acercaren en aquel fecho, que Sean presos et recabdados et aduchos ante el rey; et después que el sopiera la verdad, débelos matar…”(sic).
De la otra «Santa Espina», desaparecida de la catedral de Ciudad Real, durante la Guerra Civil, investigando la trayectoria de esta reliquia, aparece un dato en el libro de Joaquín de la Jara, titulado «Historia de la imagen de Ntra. Sra. del Prado» (Imp. Rubisco, Ciudad Real 1880), en él dice el autor: «auténtica impresa de un fragmento de la corona de espinas Jesucristo, dado por el Ilustrísimo Sr. Obispo de Citta-Ducale D. Francisco de Rivera, Fechada en la misma Ciudad a 2 de Abril de 1741″(sic). Si fue esta la Santa Espina que hacía su recorrido procesional en nuestra Semana Santa, hasta la guerra civil, sólo puede deducirse de la leyenda que apuntamos más arriba sea falsa, a menos que se trate de un traslado de aquel documento o se refiera a una de las innumerables reliquias que trajo el presbítero Alonso de Escobar con destino a la parroquia de Santa María del Prado a finales del siglo XVI.
FUENTE: EL CRONISTA