LA PUÑALADAS DEL HAMBRE (11)
Dic 07 2013

POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA

Luis Díez Guirao de Revenga. / Revista El Pueblo - Colección de Francisco Sala Aniorte
Luis Díez Guirao de Revenga. / Revista El Pueblo – Colección de Francisco Sala Aniorte
Instantánea de la gira campestre celebrada en el Torrejón, en honor de Luis Díez Guirao de Revenga. / Fotografía de Alberto Darblade - Colección de Francisco Sala Aniorte
Instantánea de la gira campestre celebrada en el Torrejón, en honor de Luis Díez Guirao de Revenga. / Fotografía de Alberto Darblade – Colección de Francisco Sala Aniorte

Revenga y las revueltas de los trabajadores salineros

En su campaña Luis Díez Guirao de Revenga se abre un gran frente por el que hacer oposición a los trinistas, seguidores del político oriolano Trinitario Ruiz Valarino. Los obreros de las salinas que están cansados de los continuos recortes de personal, y de la supremacía de los dirigentes de la empresa se apoyan en este nuevo candidato para reivindicar sus repetidas reclamaciones. En este momento se han reducido las ventas la sal repercutiendo en la reducción de jornales. La existencia de mejores precios en la competencia provoca que muchas ventas no se materialicen.

A principios del mes de marzo de 1913 la Compañía Salinera Española despide alrededor de veinte trabajadores de las Salinas por lo que las familias de los empleados llevan a cabo revueltas y tumultos en la localidad pidiendo el castigo del administrador, Luis Molina, a las autoridades trinistas locales, seguidores de Trinitario Ruiz Valarino. Los trabajadores acuden a su nuevo representante y defensor, Revenga, para que interceda en buscar soluciones a los despidos y a la actitud despótica del administrador de las salinas.

Díez Guirao de Revenga no pierde la ocasión de estar al lado de los obreros y de anunciar sus nuevas gestiones para que cese su situación de angustia de los obreros. Escribe personalmente a la Compañía Salinera para que reduzcan los precios de la sal y así poder incrementar sus ventas y conseguir la estabilidad de los empleos. El conocimiento de estas gestiones se produce gracias a la publicidad en los periódicos y a su divulgación por sus seguidores chapistas en la localidad, lo cual consigue formar un grupo de seguidores más homogéneo.

Desde “El Pueblo” de Torrevieja, se redactan palabras de ánimo para los trabajadores. No tienen porqué padecer más, Revenga consigue acabar con los abusos y con las injusticias. Los trabajadores tienen aunadas sus reivindicaciones en las gestiones que por ellos debe llevar a cabo Revenga:

Sin Revenga, hubiera Torrevieja continuado largos años presa bajo las negras alas del caciquismo, sin poder asomar la cabeza para reclamar sus derechos para pedir libertad. A la voz poderosa y triunfal de Revenga. Torrevieja la humilde, Torrevieja la sufrida, se escapa triunfadora de debajo de las negras alas caciquiles, y con el grito en las nubes al ver rotas en mil pedazos las odiosas cadenas de la indigna esclavitud, exclama ya sin miedo: ‘¡libertad, justicia y libertad!’.

¿Es qué el honrado obrero había de estar siempre humillado al cacique, como si éste fuera su dios? En cumplir fielmente con su trabajo y ser un honrado ciudadano ¿qué más se le puede exigir al obrero?

Tras estos hechos Revenga continua sus visitas a sus seguidores de Torrevieja. En la localidad se reúne en el Círculo Mercantil, pasa las tardes en el Casino, y aprovecha para conversar con sus más representativos seguidores. En el mes de abril se celebra una gran cena a la que acuden: Juan Sánchez Ballester, presidente del Círculo Mercantil; Francisco Marí Aguirre; Patricio Pérez Gómez; Monserrate Andreu; Manuel Gómez; Ángel Marí; Ángel Alarcón; Francisco Blanco; Francisco del Molino; Francisco Escribano; Salvador Aguirre, director de “El Pueblo”; Tomás Zapata; José Aguirre; Roque Martínez; José Torregrosa; José María Mercader; Manuel Carcaño; Federico García Sánchez; Francisco Giménez; Antonio Carlón; Salvador Valentí; Enrique Ortega; y Juan Antonio López Sánchez Solís.

En la cena se habla de los obreros, de sus dificultades en estos meses, haciéndose patente el apoyo que por parte Revenga van a recibir, y por otro lado se trata de ganar su confianza para las próximas elecciones. Pero estos primeros despidos del mes de abril no son sino un comienzo de los sucesos que llegan en el mes de mayo y continúan hasta agosto de 1913.

Los continuos despidos de obreros y el incremento del descontento desembocan en una convocatoria de manifestación obrera, para la cual se piden los oportunos permisos a las autoridades. Las principales protestas van dirigidas a los responsables de las salinas, y en concreto a Luis Molina, su administrador, que es el que ordena los despidos. Por parte de la comisión obrera se reparte la siguiente octavilla:

Pueblo de Torrevieja

El domingo 25 del corriente, tendrá lugar, una manifestación pública, a las 4 de la tarde, organizada por las asociaciones obreras, y varias entidades de esta localidad, para protestar, de la conducta observada, por el representante de la Compañía Arrendataria de las Salinas, despidiendo injustamente, a muchos trabajadores, dejando sin pan a otras tantas familias.

No debe pasar sin protesta, respetuosa, si, pero enérgica, que en pleno siglo XX, y en un país civilizado, se cometa tamaña injusticia, con honrados trabajadores que, cumplen puntualmente con su deber.

La manifestación se organizará, en la Plaza de Castelar, recorrerá determinado itinerario y se disolverá en la Plaza de la Constitución, después de entregar a las Autoridades las conclusiones relativas al acto.

Los obreros esperamos acuda todo el pueblo, sin distinción de sexos ni edades por tratarse de un acto de humanidad y justicia.

La Comisión.

Torrevieja y Mayo 1913.

La manifestación transcurre con total normalidad y concluye en la plaza de la Constitución, en el Ayuntamiento, donde se comunica a las autoridades sus reivindicaciones. Estas movilizaciones tienen el cariz de ser suficientes para que el administrador de las salinas deponga su actitud. No sería así y estos actos no afectaron a la política de despidos de Luis Molina, administrador de las Salinas.

En el mes de junio se producen graves altercados en las mismas instalaciones de las salinas. Un cambio de personal hecho en la fábrica provoca estos incidentes. Los obreros apedrean las instalaciones, destrozan la vía de las salinas y rompen el teléfono. El mismo Luis Molina ante la situación llega a realizar disparos contra la multitud. Por estos hechos se producen detenciones tras la llegada de la Guardia Civil y de la policía judicial.

En un titular de prensa de aquellos días se dice “un pueblo amotinado”, así parece que se encuentra la villa de la sal. Las mujeres de los jornaleros despedidos se acercan hasta el mismo Ayuntamiento para pedir al alcalde que interceda ante el administrador. Tras la insistencia se dirigen a la Casa Administración de las Salinas donde son recibidos por dos capataces que muestran el revolver en la mano, ante la situación las mujeres se abalanzan sobre ellos y son arrestadas a continuación por el sargento de la Guardia Civil.

Fuente: Semanario VISTA ALEGRE. Torrevieja, 7 de diciembre de 2013

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