LA PUÑALAS DEL HAMBRE (6): LAS CRISIS DEL CAMBIO DE SIGLO: HAMBRE Y EMIGRACIÓN (I)
Nov 02 2013

POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA

libreto (Mobile)

EL ALBOROTO EN LAS SALINAS DE 1896: JORNAL VERSUS DESTAJO

El origen del conflicto fue que la administración de la explotación había cambiado el sistema de remuneración a los operarios, disponiendo que en lo sucesivo se suprimieran los jornales y que se abonara el trabajo a destajo. Algunos obreros protestaron de este cambio, y dos de ellos fueron despedidos. Los demás compañeros, o gran parte de ellos, trataron de hacer causa común con los despedidos, a fin de obligar a que fueran admitidos nuevamente.

Con este motivo se temió que se produjeran algunos motines, y por telégrafo se comunicaron instrucciones a las autoridades.

El 15 de septiembre de 1896, los operarios pidieron que se volviera al modo de trabajo a jornal y no a destajo, como hasta entonces lo venían efectuando, en vista de algunos abusos que venían cometiendo, accediendo el administrador a lo solicitado por los obreros.

El 20 de septiembre, a las seis de la mañana, se negaron todos los obreros a trabajar dirigiéndose, en número de seiscientos, a la casa del administrador, tratando de penetrar en la misma.

Los manifestantes profirieron algunos insultos contra el administrador y su familia.

En aquellos momentos acudieron al lugar del suceso el teniente de la guardia civil de la línea de la línea de Torrevieja, Agustín Martínez Giménez, acompañado de tres números de la benemérita de que disponía, personándose también en dicho sitio el alcalde.

Todas las autoridades, con objeto de evitar un conflicto que pudiera acarrear un día de luto a la población y deseando armonizar los intereses de todos, exhortaron a los manifestantes a que depusieran su actitud, conviniendo en que a las cinco de la tarde darían una fórmula para solucionar el asunto, y evitar que tomara grandes proporciones, haciendo presente a los operarios la necesidad que tenían de conferenciar antes con el director general de Propiedades, el señor Infante, que en esos momentos se encontraba en Torrevieja, haciendo una visita a las salinas.

Los obreros, lejos de poner su actitud continuaron en manifestación por las calles, hasta las once de la mañana en que comenzaron a retirarse a sus casas.

Por más que la excitación entre los obreros se calmó, como éstos habían anunciado que se reproduciría el alboroto por la tarde, el gobernador de Alicante dispuso que fuera a Torrevieja una sección de la guardia civil, formada por un capitán y 25 guardias, para mantener el orden, en el caso de que se intentase perturbar.

El conflicto se resolvió satisfactoriamente merced a las gestiones del director general de Propiedades. Por la noche, se hizo pública la fórmula de arreglo, consiguiendo que los trabajadores continuasen trabajando como hasta entonces, percibiendo 14 céntimos por cada quintal de sal que extrajeran, pero no consintiendo la admisión de los operarios despedidos.

La solución fue aceptada por los manifestantes, volviendo la tranquilidad y el orden. Al día siguiente se reanudaron los trabajos en las salinas.

La fuera de la guardia civil concentrada en Torrevieja se marchó a los pocos días.

El ministro de la Gobernación recibió el siguiente telegrama:

Alicante 18.

Terminó conflicto entre administrador y operarios salinas Torrevieja.

Celebraron reunión con asistencia director general de propiedades, que se halla en dicha villa, administrador, alcalde y demás caracterizados, acordándose reanudar los trabajos; que éstos se efectúan a destajo, a razón de 14 céntimos quintal, y no admitir a los operarios despedidos.

El alboroto no revistió importancia, pues lo que en él tomaron parte se limitaron a expresar su desagrado por la conducta del administrador, pero sin entregarse a acto alguno de violencia, y atendiendo a las indicaciones de la autoridad.”

LA CRÍSIS DE 1900

Debido al estado aflictivo en que se encontraba Torrevieja, debido a la paralización de trabajos que trajo consigo el nuevo arriendo de las salinas, en la tarde del 1 de marzo de 1900, se celebró en Torrevieja una numerosísima manifestación obrera en demanda de trabajo. La crisis obrera era grande desde que la empresa arrendataria de las salinas paralizó la extracción de sal. Los manifestantes, después de recorrer varias calles, llegaron hasta el Ayuntamiento, y designaron una comisión para visitar al alcalde, exponiéndole sus quejas. La primera autoridad local se ofreció a transmitir la petición el gobernador provincial y al ministro de la Gobernación. A continuación, manifestación, que había conservado el mayor orden, se disolvió pacíficamente.

Al día siguiente, gobernador de civil recibió un telegrama del ministro de la Gobernación, diciéndole que por la subsecretaría de Hacienda ordenado que se procediera inmediatamente al embarque de sal en Torrevieja, con el objeto de dar trabajo a los obreros y evitar alteraciones del orden. El gobernador transmitió la noticia al alcalde de la villa salinera. Con esta medida los trabajadores de las salinas tendrían trabajo y remediaría la triste situación en que se encontraban.

El 9 de marzo fue un buen día para algunos de los obreros de Torrevieja, y digo algunos porque no todos tuvieron la fortuna de entrar en grupo en el cupo en el que hubo de repartirse el duro y mal pagado trabajo. Al amanecer ancló un vapor que conducía cinco mil sacos de guano con destino a un almacén de los varios de abonos minerales que existían en Torrevieja. Acto seguido, se formaron cinco cuadrillas de 25 hombres cada una para proceder a la descarga.

Cuando al anochecer terminaron su trabajo, después de descargar cinco mil sacos a ochavo cada uno por descargar, sumando cinco mil ochavos, saliendo cada uno de los 125 hombres a 40 ochavos. Después de un ayuno tan largo como el que venían sufriendo estos infelices, con el jornal obtenido en la descarga no consiguieron equilibrar su estómago.

El periodista Francisco de Paula Torrent, de `El Liberal de Madrid´, autor de esta noticia, termina diciendo: “Doy estos datos para que vean algunos de los que hoy defienden el aumento de Timbres, cédulas, consumo, tabacos, etc., etc., cuál es el estado de los pueblos y cómo son los jornales que en ellos se perciben cuando hay trabajo”.

En el tren correo del 10 de marzo, salió para Madrid una comisión de salineros. La despedida que se les tributó fue entusiasta, dándose vivas al trabajo y a la comisión, viajando acompañados por el alcalde y otras importantes personalidades locales.

Acompañados por Capdepón, el 15 de marzo visitó la comisión al señor Alisal, director general de Propiedades, para hablarle de la situación aflictiva por la que atravesaba la población como consecuencia de la falta de explotación en sus salinas.

El señor Alisal ofreció estudiar con la mayor urgencia las quejas presentadas por la comisión, quedando ésta muy satisfecha del recibimiento que les dispensó.

Al día siguiente, en la mañana del 16 marzo, la comisión visitó al ministro de Hacienda, que les dispensó una cariñosa acogida, interesándose muy vivamente para que la explotación de aquellas salinas adquiriera el mayor desarrollo posible, ya que de ello resultarían evidentes beneficios para el Tesoro Público y para el vecindario de Torrevieja, inmerso en una difícil crisis. Acompañados y apoyados por Capdepón, expusieron los comisionados lo que en Torrevieja ocurría, hablándole de la terrible crisis por la que atravesaba el pueblo a consecuencia de la carencia de trabajo determinado por la falta de explotación de sus salinas. Mostró conocer el ministro los abusos denunciados, y propiciando el ponerles remedio les dio a los comisionados esperanzas de una resolución satisfactoria.

En la mañana del 17 de marzo la comisión salió en tres desde Madrid, para su regreso a Torrevieja.

La crisis, una vez más, tardó en solucionarse, ya que en la mañana del 7 de abril, se volvió a presentar ante el Ayuntamiento una imponente manifestación de obreros pidiendo trabajo y reclamando del gobierno el que se diera un impulso a las operaciones de extracción de sal, ya que la vida en la localidad era imposible.

El gobernador transmitió telegráficamente la petición al ministro, uniendo al ruego de los demandantes el de las autoridades locales y haciendo ver la necesidad de influir a la compañía arrendataria de las salinas para que desaparecieran los obstáculos para el embarque de sal.

El alcalde dispuso que se convocara a los vecinos pudientes para organizar una junta de socorros y establecer una `cocina económica´ que por lo pronto atajase la progresiva hambre que cundía entre las clases proletarias.

La manifestación se disolvió pacíficamente y sin que se turbara lo más mínimo el orden público.

Fuente: Semanario VISTA ALEGRE. Torrevieja, 2 de noviembre de 2013

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