LA REAL ACADEMIA DE CÓRDOBA ABRE SU CURSO EN UN ACTO PRESIDIDO POR SU DIRECTOR Y PRESIDENTE DE HONOR DE LA RA.E.C.O., JOAQUÍN CRIADO
Oct 16 2014

EL PROFESOR ROLDÁN CAÑAS INDAGA EN LAS MEDIDAS USADAS A LO LARGO DE LA HISTORIA Y DISERTA SOBRE EL AGUA

Imagen de la última sesión del curso pasado en la Real Academia. / Foto: JUAN ALGAR
Imagen de la última sesión del curso pasado en la Real Academia. / Foto: JUAN ALGAR

La Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba inauguró ayer su curso de actividades en un acto presidido por su director y presidente de Honor de la RA.E.C.O., Joaquín Criado, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Córdoba, y en el que el académico numerario y catedrático de Hidráulica de la UCO, José Roldán Cañas, fue el encargado del discurso de apertura.

Como no podía ser de otro modo, el profesor eligió como temática una materia propia de su campo de investigación y muy relacionada con la convivencia entre la ciudad de Córdoba y su río, el Guadalquivir. Con el título de «El arte de aforar: Del nilómetro a la paja de agua cordobesa», Roldán Cañas desgranó de forma diacrónica, en un lenguaje más académico que literario —aunque comprensible para todos los asistentes—, desde los primeros intentos para medir el caudal de un río hasta los logros obtenidos a finales del siglo XIX, cuando ya se implantó el sistema métrico decimal en materia hidráulica.

«Según el Diccionario de la lengua española, el término aforar, en su cuarta acepción, significa medir la cantidad de agua que lleva una corriente en una unidad de tiempo», comenzó diciendo en su discurso, y el primer elemento que se conoce en ese sentido es el nilómetro. Así, al menos lo bautizó el historiador y geógrafo griego Estrabón para aludir a lo que utilizaban los antiguos egipcios para medir el nivel del agua del Nilo». Algo fundamental para sus vidas, porque el desarrollo de todo un año dependía casi por completo de la cosecha que se obtuviera y ésta, a su vez, estaba íntimamente ligada a las crecidas del mayor y más fértil río de África.

Acompañando su charla con numerosas diapositivas, el catedrático continuó su periplo histórico por el mundo griego-romano y el influjo de los árabes hasta detenerse a detallar más a fondo el periodo en el que, coincidiendo con el gobierno de los Reyes Católicos, «empiezan a surgir y a utilizarse unidades de medidas antiguas de agua de nombres extraños, pero con un sentido propio». Es el caso del «buey», el «real», la «naranja», el «limón» o la «paja de agua».

Medidas antiguas y raras

«Son medidas basadas en la sección de paso del caudal que le dan su nombre según el tamaño que presentaban», explicó. Así, por ejemplo, un «real» indicaba la cantidad de agua por minuto que salía por un orificio con un diámetro equivalente a una moneda de un real. La «paja» surge, de hecho, de esa medida, y supone «la dieciseisava parte del diámetro de un real», mientras que el «buey» indicaba el diámetro de la pata que tiene este animal.

Desde la Universidad se han hecho los cálculos pertinentes, a partir de un aforado del año 1869 utilizado en la Empresa Municipal de Agua de Córdoba, para averiguar a cuántos litros correspondía una «paja». Son exactamente cuatro litros por minuto, dijo el investigador. Curiosamente, hoy en día se siguen publicando documentos oficiales en el Boletín Oficial de la Provincia de concesiones de agua distribuidos por pajas, como ocurrió en 2005 en el municipio de Carcabuey. «Corresponde a ese valor, con lo que nuestros cálculos son los adecuados», afirmó.

También en la capital hay todavía una casa, en la calle Ramírez de las Casas Deza, en el Casco Histórico, a la que Emacsa le sigue cobrando el agua por «pajas». Eso sí, «traduciéndoselo a litros por minuto».

Fuente: http://sevilla.abc.es/ – Valerio Merino

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