POR PEPE MONTESERÍN CORRALES, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS).
La realidad se decolora. El último grito, de reminiscencia fauvista, consiste en forzar el color en las fotografías; al verde miel volverlo musgo, al azul cielo ponerle azulete, el marrasquino teñirlo de carmesí y abominar del gris. El color natural se ha estancado, la penumbra quedó obsoleta, y el amanecer y el ocaso se nos antojan diapositivas de los años sesenta, que van perdiendo el polvillo de Kodak; hasta las alas de las mariposas necesitan un refuerzo del foto-shop.
Acaso la Naturaleza conserva sus pigmentos, pero nuestros ojos, nuestra mirada o nuestro cerebro perdieron intensidad; también se han debilitado el resto de los sentidos, se nos encalleció el alma, la realidad sabe a poco, hay que teñirla de furia.