LA RECONQUISTA Y LOS ORIGENES DEL CULTO A NTRA. SRA. EN TRUJILLO. LA CAPILLA DEL CASTILLO.
Sep 02 2018

LOS ORÍGENES DEL CULTO A NTRA. SRA. EN TRUJILLO Y LA RECONQUISTA SE ORIGINÓ EN LA EDAD MEDIA , POR JOSÉ A. RAMOS RUBIO, CRONISTA OFICIAL DE TRUJILLO (CÁCERES)

 

Extremadura, región a la que pertenece Trujillo, tiene su origen en la Edad Media[1]. En este largo período que nos ocupa, las unidades administrativas existentes fueron los concejos de realengo y los señoríos. En éstos las órdenes militares organizaron la tierra en partidos o en provincias. La Iglesia seguía organizándose territorialmente superando a la división territorial civil, siendo con frecuencia punto de referencia para describir el territorio extremeño[2]. Por otro lado, el régimen jurídico de los municipios está contenido en los fueros y cartas-pueblas concedidos por el rey o el señor, también cabe citar los estatutos y las concordias[3]. Los fueros otorgados a los concejos castellanos y leoneses entre los siglos XI y XIII son una fuente de gran importancia para el conocimiento de la producción agrícola, ganadera y artesanal, actividades frecuentes en Trujillo[4]. Los fueros otorgados a los concejos castellanos y leoneses entre los siglos XI y XIII son una fuente de gran importancia para el conocimiento de la producción agrícola, ganadera y artesanal, actividades frecuentes en Trujillo[5].

En el siglo XII los territorios extremeños son fronterizos. Durante cinco siglos el norte de la región será controlado de manera inestable por tribus beréberes. Los inicios de reconquista en las localidades que hoy día corresponden al territorio extremeño, comienzan en los albores del siglo XII. No obstante, hasta el año 1142 no conseguirá Alfonso VII reconquistar una primera plaza: Coria[6]. El primer ataque cristiano a Trujillo fue obra de Geraldo Sempavor, el que fuera alférez del rey Alfonso I, rey de Portugal, que aprovechando la debilidad del ejército musulmán logró conquistar la citada villa en el año 1165[7]. Las Ordenes Militares eran las más apropiadas para dominar estos territorios despoblados y de frecuentes ataques árabes. Con motivo de un gran ataque acaecido en el año 1174, todos los territorios al sur del Tajo cayeron de nuevo en manos de los musulmanes, a excepción de los territorios que pertenecían a Fernando Rodriguez de Castro[8]. Pero a su muerte, heredó el dominio sobre los territorios su hijo, Pedro Fernández, que reconoció al rey Alfonso VIII de Castilla como dueño y señor de sus propiedades.

En 1186, se produce la primera incursión de Alfonso VIII en territorio musulmán, junto con las tropas de la Orden Militar de Alcántara, entrando en Trujillo[9]. Ahora debían de consolidar la villa trujillana y preparar la defensa para un nuevo ataque musulmán. Se tomaron varias medidas, la construcción de una extensa muralla que bordeara el conjunto poblacional, así como la edificación de alcázares en los extremos y puertas de acceso a la misma; y la fundación de un convento para la Orden del Pereiro -después Alcántara- en el que vivieron los freyles bajo la dirección de D. Gómez, maestre del Pereiro[10]. También, se fundó una nueva ciudad a orillas del río Jerte que ayudaría a poblar esta frontera, ya que Trujillo distaba 138 kilómetros de Talavera y 229 de Avila, los dos alfoces que lindaban con el suyo, incapaces de poblarlos en poco tiempo. Así surgió la ciudad de Plasencia[11]. También, sería de gran ayuda la unión de las Ordenes Militares-Alcántara, Santiago y Temple- para la defensa de los territorios. El rey Alfonso VIII entregó a la Orden de Santiago en Trujillo, la mitad de los diezmos y tercias de la población y los términos que se poblasen desde el Guadiana hasta el Tajo[12].

En el año 1196, Trujillo sufrió un nuevo ataque, cayendo en manos almohades la fortaleza y el territorio, que hasta entonces había estado bajo el poder de la Orden de Trujillo[13]. Un nuevo avance cristiano surge tras la batalla de las Navas de Tolosa, en 1212. La unión entre castellanos y leoneses ayudó para que el rey Alfonso IX conquistara Alcántara en 1217 y Cáceres en 1229, y en 1230 las poblaciones de Montánchez, Badajoz y Mérida[14].  Un nuevo avance cristiano surge tras la batalla de las Navas de Tolosa, en 1212. La unión entre castellanos y leoneses ayudó para que el rey Alfonso IX conquistara Alcántara en 1217 y Cáceres en 1229, y en 1230 las poblaciones de Montánchez, Badajoz y Mérida[15].

Pero, la conquista definitiva de Trujillo tuvo lugar en tiempos del rey Fernando III, el 25 de enero de 1233, participando en la misma las Ordenes Militares de Alcántara, Santiago y el Temple[16]. Según la tradición, transmitida de generación en generación, la puerta por la que entraron las tropas en la toma de Trujillo recibió el nombre de Arco del Triunfo, en conmemoración al acontecimiento. Junto a las tropas de las Ordenes Militares, destacaron caballeros de tres linajes que serían decisivos en la posterior administración municipal de Trujillo: Altamiranos, Bejaranos y Añasco. Entre los primeros destacó Fernán Ruiz de Altamirano, que logró abrir la puerta del Triunfo para facilitar así la entrada a los ejércitos[17].

Encima de la puerta se pusieron los escudos de dichos linajes, y en una hornacina, una imagen de Ntra. Sra. de la Victoria abogada de la conquista. Pues, según una venerable leyenda, la Virgen intercedió para que el ejército cristiano venciese en la toma de Trujillo contra los infieles. Esta leyenda motivó el escudo de Trujillo que representa a la Virgen de la Victoria sobre las murallas, en medio de dos torreones[18]. El rey Fernando III concedió al Obispo de Plasencia, diez yugadas en el término de Trujillo, en atención a los servicios prestados en la toma de la villa[19]. Tras la reconquista aparecen en la villa las primeras fábricas religiosas cristianas, como es el caso de la iglesia parroquial de Santa María la Mayor, ubicada sobre el solar de una mezquita árabe, la cual sería el centro del nodo urbano más importante de la ciudad intramuros[20].

Al desaparecer el peligro musulmán y con el enriquecimiento de los patrimonios solariegos, la población comienza a abandonar la zona intramuros y rebasa la cerca de murallas, levantando edificios entorno a lugar de celebración del mercado de ganados o agrario en el arrabal en que se vendían los excedentes de los dominios y a los que acudían buhoneros y artesanos que acabaron por establecerse allí de forma permanente, a estos núcleos se los denominó Burgos. El centro cívico medieval, sito en la villa intramuros, pasará a la «ciudad nueva», configurándose así la Plaza Mayor.

La expansión demográfica es importante para los intereses políticos y militares de los reyes, que sólo podían prosperar mediante un adecuado poblamiento de las regiones conquistadas. De esta manera, se afirman algunas ciudades como Plasencia, Cáceres y Trujillo[21].

La mayor parte de los pueblos de la Diócesis placentina estaban muy vinculados desde el punto de vista económico, político y administrativo a una Ciudad principal:  Trujillo, Plasencia, etc., que dictaba unas ordenanzas observables en todas las aldeas de su término. El Corregidor visita los lugares y efectúa los mandatos que obligan bajo pena a los aldeanos. A finales de la Baja Edad Media se observará una mayor autonomía. Los municipios comienzan a establecer sus propias ordenanzas, aunque serán aprobadas en esas Ciudades principales.

Es importante el estudio de las características de las imágenes medievales e intentar localizar su época, pero también resulta interesante conocer las sutiles transformaciones que han sufrido a lo largo de la historia, así como las vicisitudes por las que han pasado desde las numerosas leyendas de tipo simbólico que se las han atribuido hasta los festejos que en honor a ellas se celebran en nuestros días.

En aquella época de inquebrantable fe y de elemental cultura popular, de efervescentes pasiones juveniles y de costumbres semibárbaras, no es de maravillar que tropecemos con los más fuertes contrastes en la vida moral, los actos más heroicos de abnegación, de penitencia, de humildad, de desprendimiento evangélico, con la codicia insaciable de bienes mundanos, la rapacidad más brutal, la ambición, el egoísmo; la pureza angélica, la virginidad, el espiritualismo más noble, con los instintos más desenfrenados, el adulterio y el concubinato casi sin escrúpulos; la misericordia, la caridad y el amor al prójimo, con la crueldad, la extorsión y la usura; la piedad más ejemplar, con la más grosera superstición.

El comentario de San Bernardo al Cantar de los Cantares sobre el amor místico casi coincide con las más apasionadas y sensuales novelas caballerescas, en que se exalta el amor libre pecaminoso y adúltero, como en Tristán e Isolda. Siempre hubo delitos e inmoralidades en el mundo, y es fácil trazar cuadros de subido color presentando las costumbres de la época, buena muestra de ello lo encontramos en la sillería coral de la Catedral de Plasencia.

Para explicar de algún modo este sentido sombrío de las obras artísticas de la época, hemos de tener en cuenta que en la masa del pueblo, y en aquellos eclesiásticos que no cursaban estudios, reinaba la mayor ignorancia, y en las sombras de ésta se incuban fácilmente los vicios más envilecedores. Anotemos, además, que el hombre medieval vive en continuo estado de guerra. Siempre alerta contra las incursiones de los enemigos en las luchas civiles y siempre soñando en fantásticas matanzas de infieles bajo los cielos de Oriente.

Ahora bien, la guerra despierta las pasiones más violentas, y si es lejana y larga, relaja las costumbres. Finalmente no olvidemos que muchos de los crímenes y depredaciones se explican por la deficiente organización de la vida civil y la falta consiguiente de eficaz justicia represiva[22].

Pero, en general, conviene resaltar la fe y espiritualidad de aquellas gentes que todo lo contemplaban sub specie aeternitatis, que conocían perfectamente su origen y su destino eterno y miraban todas las cosas del mundo como criaturas de Dios y en el Vicario de Cristo con adhesión total; que amaban a Nuestro Señor y a su Madre santísima con apasionamiento y ternura; que invocaban a los santos con familiaridad y confianza; que si pecaban, expiaban su culpa con  austeridades y  penitencias; que hacían actos heroicos, luchando por la fe o consagrándose a obras de caridad; y veían en el santo local el ideal y prototipo del hombre; y, en fin, que cantaron su fe en poemas inmortales y obras de sabiduría teológica y construyeron para honra de Dios obras artísticas espirituales.

Pero, la fecundidad de la fe se mostró en otras muchas manifestaciones de la vida, hasta en las fiestas populares, que con frecuencia son para el hombre del Medieveo prolongación de las fiestas religiosas. Muchas de las romerías que se celebraban en torno a la Virgen se convirtieron en la mayoría de los casos, en uno de los paradigmas de la localidad y en una exaltación folklórica-turística.

Difícil resulta a veces encontrar datos sobre el origen de ciertas imágenes medievales  -como es el caso, de Ntra. Sra. de la Asunción de la parroquia de Santa María- y sobre la devoción a ellas, por no encontrarse documentación en los archivos parroquiales y, en el caso de que hubiese alguna información sobre la devoción a las imágenes, se han perdido la mayoría de los documentos correspondientes, unas veces por el abandono de los mismos sacerdotes o de los seglares encargados de las cofradías y, otras veces, por las vicisitudes de la historia como la invasión francesa o la  Desamortización.

Es curioso el origen legendario de la mayoría de las imágenes. Casi todas estas «mariofanías» (manifestaciones de María) obedecen siempre a este esquema tipificado: origen de la imagen en Tierra Santa; traída de allí por algún varón apostólico; ocultamiento de la misma ante la invasión árabe; aparición a un pastor o a una persona de baja categoría social e intelectual; voluntad expresa de la Virgen de querer quedarse en ese lugar elegido por ella; expreso deseo de la Virgen de que en ese citado lugar se levante un templo e inamovilidad de la imagen al intentar ser trasladada a otro lugar distinto.

Al difundirse estos relatos, según un modelo establecido, los monjes o el pueblo sencillo no buscaban la verosimilitud. Su objetivo era el de incorporar al culto de una imagen el «medio ambiente» legendario que entrase más entrañablemente en el corazón del pueblo[23].

Pero, cada época tiene su idiosincrasia y no se puede aplicar a una época pasada criterios que hoy estimamos insustituibles. Es difícil entrar en la piel de unos hombres medievales que creían en un mundo en el que casi todo era simbólico.

La leyenda va más allá de la historia porque expresa todo aquello que está en el alma de un pueblo o de una comunidad, pero que la historia no ha podido captar. La ley que debe aplicarse a estas leyendas no puede ser más que ésta: El hombre capta la realidad no sólo por el entendimiento, sino también con el sentimiento, y la expresa no con palabras frías, sino a base de alegorías, símbolos, leyendas y mitos. Así, el misterio de María no sólo se explica con la historia, más bien escasa, sino también con la teología y el lenguaje indirecto del símbolo y de la metáfora, como encarnación de lo indecible.

El fondo espiritual de las leyendas medievales es la presencia de María protegiendo a los pueblos cristianos en el momento en que se encontraban así mismos, a medida que avanzaba la Reconquista. Los cristianos al lado de la Madre protectora se sentían fuertes, gracias a las imágenes que iban llenando los santuarios de las tierras conquistadas a los árabes. Este convencimiento se vivía comunitariamente y fue concretándose en el momento en el que un poeta -expresión del alma popular- fingió, que no inventó, la historia de la imagen venerada. La narración, con el correr del tiempo, fue creciendo con detalles que corrían de boca en boca, hasta pasar al acerbo común y transformarse en leyenda.

Las manifestaciones marianas muestran como tipificados, unos esquemas devocionales e históricos, que proyectan a su vez manifiestas analogías para la comprensión del fenómeno religioso. Ejemplo de ellos son estas relaciones que acabamos de comentar, entre las imágenes de María y las Ordenes Militares, la principal fuerza cristiana.

Tras la reconquista, hubo de ser masiva la demanda de imágenes de la Virgen y los Crucificados para las nuevas iglesias y ermitas que se estaban erigiendo en las distintas localidades de la Diócesis placentina, según podemos constatar en las numerosas advocaciones existentes, muchas de ellas no pasaron de ser obras de devotos locales, que en la mayoría de los casos se conformaron con plasmar las cabezas y los cuerpos que habían contemplado en las imágenes vecinas más veneradas.

El concepto de la realeza de la Madre de Jesús, fue captado por los tallistas medievales en toda su profundidad teológica y grandeza litúrgica, existiendo una gran correlación entre la plástica y la corriente ideológica que la informa, de esta forma, aquélla se produce en función directa de ésta.

Por tanto, podemos pensar en una conciencia que podríamos llamar iniciática, producto de una concepción sagrada paralela a la que los maestros constructores tradujeron en los templos. La tradición, en sus leyendas sobre el origen de ciertas imágenes, ha plasmado también esa circunstancia.

En la mayor parte de los casos, estas imágenes se convierten en Patronas de la localidad en cuyo territorio han sido localizadas. Son varios los autores, que sin contar con documentación alguna, consideran que los cristianos en la toma definitiva de Trujillo encontraron una imagen de Ntra. Sra. escondida en la Torre Julia. Cuando es más probable que la Virgen de la Asunción fuese una imagen fernandina que viniese con las tropas en el año 1233. La festividad mayor suele coincidir con la fecha de su supuesto hallazgo o de la toma de la villa. En muchos casos se utiliza la devoción popular para socorrer a los gastos que la iglesia debe sufragar a lo largo del año, como es la reparación del templo o ermita, ya que son muchas las ofrendas que los fieles otorgan a sus imágenes de devoción.

Otra prueba de la gran devoción que el pueblo ha tenido a la mayoría de estas imágenes, es la existencia en las iglesias y ermitas de diversos exvotos que nos hablan de favores concedidos por la Virgen. Precisamente, gracias a un cuadro exvoto del año 1745 existente en la iglesia parroquial de Santa María de Trujillo, nos podemos dar una idea del aspecto que tenía la imagen de Ntra. Sra. de la Asunción, que desapareció en 1809 con motivo de la invasión francesa.

Está claro que la mayoría de las corrientes que arrancan de la Antigüedad, del cristianismo y del germanismo se mantienen vivas en la Edad Media y la fecundan. El arte medieval se nos presenta muy supeditado a la tradición.

El culto mariano más fervoroso en Trujillo se centró a lo largo de la historia en la parroquia de Santa María la Mayor y en la capillita renacentista construida en la fortaleza musulmana (renovada en los años 1912 y 1951). Aunque, la imagen de la Patrona de Trujillo, está presente en el escudo de armas de la Ciudad y en algunas capillitas callejeras, como veremos en otro capítulo.

La iglesia de Santa María constituye el edificio más importante de la ciudad. Se trata de una fábrica conformada a partir de diferentes épocas y con distintos materiales a base de sillería, en todo el conjunto, y mampostería en las torres. El edificio es esencialmente una obra tardorrománica, comenzada tras la conquista definitiva de de la villa por las tropas cristianas en 1233. La iglesia fue muy reformada en el siglo XVI, a esta época corresponde la mayor parte del edificio. A la obra primitiva tardorrománica corresponden los elementos góticos y de influencia románica que aparecen repartidos en el templo, así como la torre-campanario, magnífico ejemplo tardorrománico y único existente en Extremadura. El hecho de encontrarnos en las puertas de Poniente y de Mediodía, e incluso en el coro, con capiteles y todo tipo de elementos góticos, siendo la mitad del siglo XVI, su fecha de construcción, nos hace pensar en el reaprovechamiento de materiales de primera mano que tenían los arquitectos del siglo XVI de la primitiva construcción tardorrománica. Es en el siglo XVI cuando se da el aspecto definitivo al interior del templo: bóvedas, capillas, naves, sacristía, coro y la llamada «torre nueva». Ya en el siglo XVIII se construyó el camarín adosado al ábside y se remató la «torre nueva»[24].  Según constatamos por el Libro de Cuentas de Fábrica más antiguo que se conserva[25],  existió una imagen de Ntra. Sra. con su Niño en brazos presidiendo en el altar mayor de la iglesia de Santa María. Debe de tratarse de la imagen titular de la parroquia, Ntra. Sra. de la Asunción.

Es difícil, al contar con tan escasa información en los libros de fábrica, saber qué forma tendría. Tan solo se conserva un cuadro exvoto, realizado en 1745, en el que aparecen representados la Virgen sosteniendo al Niño con su brazo izquierdo. Pero, la imagen está vestida, imposible para realizar un análisis técnico y poder datar la escultura. Podemos decir, no obstante, que puede responder al tipo medieval de Virgen sentada sosteniendo al Niño con su brazo izquierdo, en actitud hierática y sin comunicación entre ambos. Lo más probable es que se tratase de una imagen románica de campaña, traída por los conquistadores de la villa el 25 de enero de 1233. Circunstancia que fue muy repetida en tiempos medievales.

Pero, contar solamente con un cuadro exvoto popular y una vaga referencia a la imagen en los libros de fábrica, no nos permite aventurar hipótesis.

Dedicamos este capítulo al estudio de la Patrona de la Ciudad por conservarse en el Castillo de Trujillo, lugar en el que se la rinde fervoroso culto. Vamos a pasar a estudiar la relación existente entre las advocaciones de “La Victoria” y “La Asunción”, pues según avance la investigación comprenderemos la fusión entre ambas. El culto a la Virgen con el Niño de Santa María, bajo la advocación del Misterio de la Asunción, se estableció enseguida una vez conquistada la villa por las tropas cristianas. Fue la imagen de mayor devoción en Trujillo, hasta el año 1531, fecha en la cual el concejo acordó construir una capilla en el castillo para venerar en ella a la imagen que ejecutara Diego Durán,  de vara y dos tercios, bien dorada y lucida, adornos que estuvieron a cargo de Antón Torino y Juan Notario[26]. Esta imagen sería la Patrona de Trujillo, la Virgen de la Victoria[27]. Tiene un gran interés la capilla de la Virgen de la Victoria en el castillo por tratarse de la Patrona de la ciudad, estando colocada entre las torres del castillo en el escudo de Trujillo. El hecho de situar a la imagen de esta manera responde con la tradición que afirma la intervención milagrosa de la Virgen en la conquista de la villa, pues se apareció entre dos torres concediendo la victoria a las tropas cristianas. Esta es la razón por la que se construyó una capilla en dicho lugar. La obra del arco, bóveda, altar y retablo de Nuestra Señora de la Victoria fue encargada al maestro Sancho de Cabrera[28], por un importe total de cien ducados, según acordó el Concejo en 1547[29]. Ha desaparecido, lo obrado por Cabrera a causa de las diversas reformas que tuvo dicha capilla, la más importante fue la del año 1951, según proyecto del arquitecto José M. González Valcárcel[30].

Cinco decenios más tarde, en 1583, la escultura fue retocada por el escultor Juanes de la Fuente, activo en la ciudad por aquellos tiempos; al año siguiente sería policromada y dorada por el pintor Juan Sánchez[31].

Es una imagen de gran belleza, que muestra a la Virgen en pie, con el Niño desnudo en su izquierda; tratada con formas blandas, constituye un buen ejemplar de arte renacentista.

Ntra. Sra. de la Asunción, titular de Santa María, sería la imagen que recibiría culto y sería venerada hasta la fecha citada. Tuvo muchas alhajas y ricos vestidos como se desprende del Inventario realizado en 1729[32].  Esta imagen desapareció en 1809, con motivo de la invasión francesa[33].  Su lugar en el retablo le vino a ocupar una imagen de Ntra. Sra., actual titular de la parroquia, obra del escultor Modesto Pastor, natural de Valencia[34].

En el año 1755, un año después de que se realizasen otras obras de mejora en la capilla de Nuestra Señora de la Victoria, se decide llevar a cabo «alguna obra que redunde en el maior y más honroso adorno» en acción de gracias ante el terremoto registrado a finales de dicho año. A principios de 1756, Fernando de Mendoza, nombrado comisario para las obras de la capilla, inicia los trámites para el comienzo de las mismas. Meses más tarde se ordena el libramiento de 530 reales de vellón de la «madera cortada para la obra de Nuestra Señora de la Victoria»[35].  No obstante, las obras no se habían iniciado aún en 1760. En abril de dicho año el procurador síndico pone en conocimiento del concejo las quejas que los vecinos le habían manifestado por el apilamiento de materiales en aquel sitio sin que los trabajos de ampliación diesen principio, de forma que «lo que se preparó para maior dezencia, produce oy indezencia a lo que no es justo que la ziudad buelba los ojos»[36].

En 1809, con motivo de la entrada de las tropas francesas en Trujillo, D. Agustín Serrano, criado del Marqués de la Conquista, escondió la sagrada imagen en el Palacio de la Conquista[37]. En 1854 fue devuelta la imagen de la Patrona a la fortaleza. En la festividad del año 1912, se inauguró la nueva capilla del castillo, la obra fue costeada por el Excmo. Sr. Marqués de Albayda. Coincidiendo con este hecho se quitó la policromía a la imagen de la Patrona[38].

Al concluir la fiesta de la Patrona del año 1949, el Sr. Alcalde D. Julián García de Guadiana Artaloytia, al despedir a los invitados en el salón de actos del Ayuntamiento, les expuso la pena que causaba el estado en que se encontraba la capilla de la Virgen y lanzó la idea de hacer una profunda reforma. Ni que decir hay que fue extraordinariamente acogida su propuesta. Para realizar la obra se encargaron planos y estudios y sin demora alguna, el Alcalde convocó a los patronos y obreros de distintos ramos a una reunión que se celebró el 26 de Marzo de 1950, en la que fueron mostrados los planos realizados por los arquitectos Valcarcel y Feduchi Además, con el fin de acometer las obras a la mayor brevedad posible, se llegó a las siguientes conclusiones:

 

1.- Prestación personal forzosa, según establece la ley,  la cual puede ser redimida a metálico.

 

2.- Abrir una suscripción popular para que cada uno aporte una cantidad voluntaria.

 

3.- Considerando que el obrero no puede, sin gran esfuerzo económico, contribuir a lo señalado en el anterior punto, se viene al acuerdo de una segunda aportación, que consistirá en uno o más días hábiles de haber (a voluntad) para lo cual, de acuerdo con su respectivo patrono, trabajará en su obra o taller una o dos horas más de su jornada, hasta completar las ocho horas, y el importe del día trabajado será ingresado por el patrono en la cuenta abierta al efecto.

La materialización de estos acuerdos no se Lleva a cabo de inmediato, aunque todo hace pensar que no hay tregua ni descanso en las gestiones y diálogos entre los distintos sectores.

En las fiestas de la Victoria de 1950, se realizaron audiciones radiofónicas que pudieron ser escuchadas por todos los trujillanos gracias a la megafonía instalada en la Plaza por generosidad de la firma comercial Eusebio González y Cía, S.A. En su alocución señaló el Sr. Alcalde que era el momento propicio de acometer las obras de restauración de la ermita del Castillo, animando a los trujillanos a colaborar. La idea es acogida favorablemente y el público congregado en la Plaza aplaude con entusiasmo. En efecto, de inmediato se abre una suscripción popular para que cada trujillano aporte lo que crea conveniente.

En los primeros días del mes de marzo de 1951, comenzaron las obras de la Capilla o Santuario de la Virgen según los planos que el 18 de febrero anterior entregó el arquitecto de la Dirección General de Bellas Artes don José M. González Valcárcel, al entonces Alcalde de Trujillo don Julián García de Guadiana. Estas obras se realizaron por suscripción popular, la cual ascendió a 243.215 ptas. Esta Capilla sustituyó a la que entonces existía en la torre del homenaje, a la par que se construyó la casa del santero. Con motivo de las obras de restauración no solo de la ermita que cobija la imagen de la Patrona de Trujillo, sino también de la fortaleza, se hizo necesario trasladar la imagen a la iglesia de Santiago. Este traslado se efectuó solemnemente el sábado 21 de Abril de 1951 a las ocho de la tarde[39]. Una vez restaurada la fortaleza, la imagen de la Patrona retornó a su capilla. Fue coronada canónicamente en el año 1953 por el Cardenal Cicognani[40]. Los preparativos para la Coronación de la Patrona de Trujillo comienzan en el año 1952.  Concluidos los actos con motivo de las fiestas patronales del citado año. El Sr. Obispo comentó al Sr. Alcalde de Trujillo su deseo de que también, como ya lo había sido ese mismo año la Patrona de Plasencia (27 de abril de 1952), la Virgen de la Victoria fuera coronada, comentario que fue muy bien acogido y que se extendió por toda la Ciudad con una inmensa alegría.

Los primeros actos oficiales pro Coronación se celebraron el día 1 de enero de 1953 y consistieron en una celebración religiosa en la iglesia de Santiago y, posteriormente, una reunión para comenzar las acciones hacia la Coronación. Así comenzaba La Opinión:

 

 

                                   ¡TRUJILL0! ¡TRUJILL0! ¡TRUJILLO!

 

            La Santísima Virgen de la Victoria os convoca en su morada Provisional de la iglesia de Santiago para bendeciros en el año de su Coronación. EI Sr Alcalde y el Sr Arcipreste, interpretando vuestros deseos, os invitan al acto inaugural de la campaña Pro Coronación. Mañana, día primero del año próximo, asistiremos gozosos todos a la referida iglesia y en ella y en sus alrededores nos congregaremos para cantar con el acompañamiento de la Banda, el Himno Salve a nuestra Patrona, en delicado homenaje de Año Nuevo, para ofrecerla nuestras oraciones, esfuerzo y sacrificios pro de su Coronación, y, sobre todo, para pedir su matemal Bendición, que haga fructificar esos esfuerzos y corone con éxito nuestros deseos y trabajos.

 

              ¡TOD05 MAÑANA A LA UNA A SANTIAGO!

                                   ¡TRUJILLO POR LA VIRGEN DE LA VICTORIA!

    

 

            Una vez más, los trujillanos acudieron masivamente a la iglesia de Santiago. Después de que el Arcipreste pronunciara una breve plática, se cantó el Himno «Salve». A partir de ese día, todos los esfuerzos estuvieron dirigidos hacia la Coronación de la Patrona.

Por tanto, ya al comenzar el año 1953 se comenzó a pensar en organizar una adecuada infraestructura para la Coronación. En la organización de la misma contribuyó un numeroso personal, pero todo el trabajo organizativo estaba fundamentado en tres pilares: Ayuntamiento, Clero y Hermandad de Caballeros de la Stma. Virgen de la Victoria.

 

El Ayuntamiento estaba formado por las siguientes personas:

 

Alcalde Presidente: D. Julián García de Guadiana y Artaloytia

Primer Teniente Alcalde: D. Fernando López Pedraza

Segundo Teniente Alcalde: D. Julio Mateos

Tercer Teniente Alcalde: D. Paulino Azores Naharro

Concejales: D. Antonio Sánchez Cancho

  1. José Santiago Sánchez
  2. Manuel Gómez Santana
  3. Santiago Martín Mediavilla
  4. Santiago Mediavilla Nieto
  5. Antonio Murillo Ciudad
  6. Luis Pañero Blázquez
  7. Luis Andrada Aguilar
  8. Francisco Salazar Núñez

 

El Clero estaba representado por:

 

El Arcipreste y cura párroco de la iglesia de San Martín, D. Mariano Duprado Méndez; y por el cura párroco de la iglesia de Santa María la Mayor, D. Luis Buenadicha Cruz.

 

Y la Junta Directiva de la Hermandad de Caballeros de la Virgen de la Victoria:

 

Mayordomo: D. Manuel Gómez Santana Gil

Vicemayordomo: D. José Terrones Domínguez

Secretario: D. Francisco Carrasco Domínguez

Tesorero: D. José Tercero Lozano

Vocales: D. Agustín Sánchez Montero

  1. Antonio Civantos Galeano
  2. José Cisneros Joly
  3. Diego Muñoz Mariño
  4. Antonio Esteban Bernal

 

 

El mismo día 1 de enero de 1953, después del acto religioso inaugural del año de la Coronación que se celebró en la iglesia de Santiago, tuvo lugar una reunión en la Casa Parroquial de San Martín en la que quedó constituida la Junta Ejecutiva pro Coronación, con la presencia del Sr. Alcalde y de los párrocos de las iglesias de San Martín y Santa María la Mayor.

En la festividad de San Fulgencio, patrono de la Diócesis de Plasencia, en el Salón de «Millones» del Excmo. Ayuntamiento quedó constituida la Junta General y se ratificó la Ejecutiva. Al tiempo que se nombró la Junta de Honor compuesta por:

 

Excmo. Sr. Obispo de Plasencia

Excmas. Autoridades Provinciales

Excmo. Sr. Embajador del Perú

Excmo. Sr. D. Leónides Trujillo

Excmo. Sr. D. Romualdo Hernández

Ilmo. Sr. D. Manuel Rubio

Ilmo. Sr. D. Juan Tena Fernández

M.I. Sr. Deán de Plasencia

Sra. Dña. María Caturla

Rvdo. D. José Fernández

 

Y la propaganda y Comisión de Prensa quedó formada por D. Juan Tena, D. Benjamín Moreno, D. Marcelino González y D. Lorenzo Palacios.

Fue nombrada Presidenta de Honor de la Junta Ejecutiva la señorita Margarita Naranjo, en memoria de su tío M.I. Sr. D. Clodoaldo Naranjo Alonso. Esta señorita donó a la Stma. Virgen las insignias de la Orden del Sol del Perú, que le habían sido concedidas a su tío.

Posteriormente, se fueron creando el resto de las comisiones. Fueron tantas las necesidades de organización, y el número de comisiones que se crean a estos efectos, que su coordinación tuvo que estar bien estructurada y la Ejecutiva llevar un control de todas las gestiones de este modo se cursó a todas una circular que regulaba su funcionamiento y que transcribimos textualmente:

 

«Con el fin de facilitar las tareas de tipo administrativo unificando los diversos sistemas que podrían utilizarse, se ruega a todos los Presidentes de las Comisiones de Trabajo tengan en cuenta los siguientes puntos:

 

      1º.- La primera reunión de la Comisi6n será autentificada mediante acta extendida por el Secretario de la misma y autorizada con la firma del presidente. En la misma se hará constar los puntos tratados que serán, en líneas generales, la labor a realizar por la Comisión. Este documento se enviará al Secretario de la Junta para su debida constancia en el Archivo General. En sucesivas reuniones no será necesario levantar acta.

 

 

2º.- La Comisi6n en la persona de su Presidente, mantendrá un contacto frecuente con la Ejecutiva, con quien resolverá personalmente o por escrito cualquier dura que se presente en el desempeño de su cometido. El programa de realizaciones que vayan elaborando será también objeto de estudio por la Ejecutiva.

 

     3º.- La Comisión de Presupuestos, deseosa de evitar un movimiento innecesario de dinero, está estudiando un plan que pondrá en práctica si merece el apoyo de la Junta. Para ello es necesario conocer de antemano el importe a que asciende el presupuesto de las diversas comisiones nombradas que procurarán facilitar teniendo en cuenta la tarea a realizar sin perjuicio de que sus cifras experimenten algunas variaciones con motivo de haber incorporado a su cometido un trabajo no previsto.

            Esta comisión unificará criterios en este aspecto y hará un estudio detallado de cada uno, enviando una copia con las enmiendas introducidas a las distintas presidencias. Si mientras necesitan algún dinero y hasta tanto se les facilite algunos modelos de facturas adecuadas, pueden solicitarlo mediante recibo, detallando destino del numerario con la firma del Presidente y el Vº Bº de un miembro de la Ejecutiva.

            Deben también precisar el número de impresos y demás material de escritorio que juzguen interesante para proveerles por mediación de esta Secretaría».

 

            (Fdo: D. Isidro Bermejo, Secretario).

 

            Todas las comisiones realizaron una actividad importante, cuyos miembros trabajaron sin descanso. Además, se nombraron representantes de la Junta en distintas ciudades a los que se les encomendaba las gestiones que hubiera que hacer en esas ciudades o simplemente relación de trujillanos que en ellas vivían.

El 25 de enero de 1953, la Junta General pro Coronación convocó a todos los trujillanos a asistir a una misa rezada en la iglesia de Santa María. Concluida la celebración, los asistentes se trasladaron a la iglesia de Santiago, en cuyo atrio estaba colocada la imagen de Ntra. Sra., donde se voceó el pregón conmemorativo de la aparición de la Virgen a las tropas cristianas y se cantó el Himno «Salve».

De nuevo, el 31 de Mayo de 1953, se realizaron cultos extraordinarios a la Patrona con motivo del mes de la Madre. La celebración tuvo lugar en la iglesia de Santiago y comenzó la víspera con una solemne Vigilia de la Adoración Nocturna. Celebrada la misa a las seis de la mañana del domingo 31, quedó expuesto S.D.M. durante todo el día a la adoración de los fieles.

A las siete de la tarde se rezaron las preces a María y pronunció unas palabras el párroco de Santa María la Mayor, D. Luis Buenadicha. Después de la bendición con el Santísimo, se cantó el Himno «Salve».

Otros muchos actos religiosos tuvieron lugar en Trujillo durante el año 1953 y que sería prolijo narrar. No olvidaremos el de acción de gracia celebrada con motivo de la concesión del permiso Pontificio para celebrar la Coronación[41]. En todos ellos podemos resaltar tres notas comunes: masiva asistencia, se realizan ante la imagen de la Virgen de la Victoria y se canta el Himno «Salve», lo que demuestra la ilusión que los trujillanos pusieron en la Coronación de su Patrona.

 

El permiso pontificio dice así:

 

«FEDERICO TEDESCHINI por la misericordia divina Obispo de Frascati, Cardenal de la Santa Iglesia Romana, Arcipreste de la S.S. Basílica Patriarcal del Principe de los Apóstoles de Roma, Prefecto de la Sagrada Congregación de la Reverenda Fábrica de San

Pedro.

            Al Excmo. y Rvdmo. Sr. Don Juan Pedro Zarranz y Pueyo, Obispo de Plasencia: Salud en el Señor.

 

            Por las preces, hermosamente caligrafiadas, que enviaste hace poco a Nuestro Cabildo Vaticano hemos sabido con agrado que dentro de esa Diócesis española de Plasencia, en la muy ilustre ciudad de Trujillo existe, desde remotísimos tiempos, un venerable Santuario recientemente restaurado con todo esplendor en el cual se venera con peculiar devoción una Imagen de piedra bajo la advocación «DE LA VICTORIA», Patrona de la Ciudad de Trujillo, la cual, según antiquísima tradición, se apareció sobre las murallas entre dos torres a los cristianos que allí luchaban, a cuyas plantas los fieles, no solo de la Ciudad sino también de los pueblos comarcanos acuden ininterrumpidamente a pedir mercedes o a dar gracias por las recibidas. Y siendo ardiente deseo Tuyo y de los devotos, por los muchos prodigios de la mencionada Imagen, colocar sobre sus sienes una corona de oro, Nos, reunidos en Nuestra Sala Capitular el día 21 de Junio del año en curso, unánimemente, después de un cuidadoso examen de los documentos presentados, jubilosos hemos acordado y decretado que la Imagen de la Santísima Virgen de la Victoria, sea solemnemente coronada en Nuestro Nombre con corona de oro. Dignate llevar a cabo, Excmo. Prelado, el encargo de la Coronación en el día que eligieres, por Tí mismo o por otro Obispo en que quisieres delegar».

 

            Dado en Roma, desde el Vaticano, el día 30 del año del Señor de 1953, XIV Pontificado de Nuestro Santísimo Señor el Papa Pío XII. (Fernando Prosperini, Canónigo Secretario; y José Calderari, Canciller).

 

            El Sr. Obispo de Plasencia, delegó el acto de coronar a la Virgen en las manos del Pro Nuncio de Su Santidad, Cardenal Cicognani. En las vísperas de la Coronación la Junta Ejecutiva se había traslado a Plasencia para recibir de manos del Sr. Obispo el documento pontificio que contenía el permiso, y el Prelado de Plasencia, como tal y como Presidente de Honor de la Junta pro Coronación, lanzó a los trujillanos la siguiente salutación:

 

  «Ya en las gozosas vísperas de la Coronación Canónica

 de Santa María de la

Victoria, Patrona de Trujillo, bendigo con especial complacencia

 y efusión a todos los hijos

de la noble y amadísima Ciudad y en particular

 a cuantos por formar parte de la Junta

organizadora,

trabajan con infatigable y filial amor en preparación de las

 grandes jornadas

marianas próximas.

    Quiera el Señor que el fruto de las mismas

 sea cumplidamente lograrlo, para mayor

servicio Suyo y glorificación de su Madre»

 

(Fdo: Juan Pedro, Obispo de Plasencia, septiembre 1953)

 

 

 

El viernes 16 de octubre tuvo lugar en el Teatro «Gabriel y Galán» el Pregón de la Coronación, pronunciado por el Excmo. Sr. D. Luis Morales Oliver, Catedrático de la Universidad Central y Director de la Biblioteca Nacional, que hizo una destacada oratoria sobre la Virgen de la Victoria como eje histórico de la vida trujillana. Este acto fue presentado por el historiador y sacerdote trujillano D. Juan Tena Fernández, el cual recordó la misión providencial que Dios había asignado a Trujillo en la historia universal y la participación en la gesta americana de los hijos de Trujillo.

En la tarde del día siguiente, víspera de la Coronación, el público que esperaba la llegada del Pro Nuncio de S.S. podía observar cómo la Plaza se encontraba muy adornada con colgaduras y tapices. Junto a la Plaza de Abastos el Ministerio de Información y Turismo había levantado un templete que serviría al día siguiente de altar para la Coronación, y alrededor de toda la Plaza se habían colocado mástiles con la bandera de España.

Llegó el Obispo de Badajoz, Excmo. y Rvdmo. Dr. D. José María Alcaraz. Seguidamente hizo su entrada en la Plaza el Excmo. Sr. Gobernador Civil D.Antonio Rueda acompañado de las autoridades locales. A las ocho llegó a la Plaza el Eminentísimo Cardenal Cicognani, acompañado por el Sr. Obispo de Plasencia, el Ilmo. Sr. Vicario y los dos párrocos trujillanos, D. Mariano Duprado y D. Luis Buenadicha. Todos ellos se habían adelantado a Navalmoral de la Mata para recibirle, entrando bajo palio en la parroquia de San Martín.

Terminada la novena, se organizó la Procesión presidida por el Ilmo. Sr. Vicario, D. Rafael García López, que años antes había sido párroco de San Martín, dirigiéndose a la iglesia de Santiago para trasladar la imagen de la Virgen de la Victoria a la Plaza Mayor. Una vez colocada en el atrio de San Martín cara al pueblo, con el acompañamiento de las Bandas de Trujillo y Cáceres, y en presencia del Sr. Cardenal, los Sres. Obispo de Plasencia, Badajoz y Salamanca, que habían acudido a la solemne cita, se cantó el Himno «Salve», estando la Plaza llena a rebosar. La Procesión con la Virgen, portada en las nuevas andas, siguió a San Francisco, donde quedó expuesta toda la noche a la devoción de los fieles en espera del gran día.

Amanece el domingo 18 de octubre de 1953 con repique de campanas en todas las iglesias y conventos de Trujillo anunciando el magno acontecimiento. En la iglesia de San Francisco, ante la imagen de la Virgen, ofició una Misa de Comunión el Sr. Obispo de Badajoz a la que asistieron numerosos fieles. Seguidamente, se formó el cortejo civil en el Ayuntamiento, figurando a la cabeza del mismo el Excmo. Sr. Gobernador Civil de Cáceres, a su derecha el Alcalde de Trujillo, D. Julián García de Guadiana y Artaloytia. A otro lado se situaron el Sr. Director General de Archivos y Bibliotecas, Sr. Sintes; el Secretario del Ministerio de Información y Turismo, Sr. Villar; los Exmos. Sres. Generales Gobernadores Militares de Badajoz y Cáceres,  Sres. Álvarez Serrano y Villalva; el Excmo. Sr. Presidente de la Audiencia Territorial, D. Luis R. Celestino; el Excmo. Sr. Inspector Fiscal del Tribunal Supremo, D. Romualdo Hernández Serrano, natural de Trujillo; Ilmo. Sr. Presidente de la Excma. Diputación de Cáceres, D. Luis Grande Baudessón; el Alcalde de Cáceres, Sr. Elviro; otras autoridades; y finalmente, el Ayuntamiento de Trujillo precedido por el estandarte de la ciudad.

EI cortejo  religioso, se formó simultáneamente en San Francisco, compuesto por seminaristas de Plasencia; cerca de doscientos sacerdotes; las representaciones de los Cabildos de Plasencia, Badajoz y Coria; el R.P. Prior del Real Monasterio de Guadalupe; los Excmos y Rvdmos. Srs. Obispos de Plasencia, Badajoz, Salamanca y Coria, presididos por el Eminentísimo Sr. Cardenal Cicognani. Y en el centro de la comitiva, la imagen de la Patrona, precedida de su bandera, de los caballeros de la Hermandad y de su Mayordomo D. Manuel Gómez Santana quien, acompañado por los dos Tenientes Alcaldes, portaba en bandeja de plata la corona[42].  Ambos cortejos se unieron en la iglesia de San Francisco y, por las calles Herreros, Cuatro Esquinas y Tiendas, se dirigieron a la Plaza Mayor, que estaba muy bien adornada con colgaduras. El populoso público asistente llenaba el centro cívico, no solamente había trujillanos, sino que se habían dado cita muchos visitantes de los pueblos comarcanos y de otros puntos de la nación.

Colocada la imagen en el trono que había sido instalado cerca de la Plaza de Abastos, comenzó la Misa Solemne oficiada por el Sr. Cardenal, mientras los coros, compuestos por 500 voces y reforzados por los seminaristas de Plasencia, cantaban la misa «Cum Jubilo». Las autoridades ocupaban las tribunas a ambos lados del altar.

Todos los asistentes pudieron seguir la misa a través de los altavoces que había colocado en la Plaza y calles colaterales Radio Nacional de España.

Pronunció la homilía el sacerdote D. Manuel Rubio Cercas, Prelado Doméstico de S.S. y párroco de la iglesia de San José de Madrid, quien resaltó el profundo sentido teológico del acto que se celebraba, así como los favores que los trujillanos habían recibido de la Patrona.

Llegado el ofertorio, los coros, dirigidos por D. Andrés Orellana, D. Santiago Duprado y por el organista de la iglesia de San Martín D. Ramón Jiménez, cantaron el «Ave María» de Griesbacher. Al mismo tiempo, una cuadrilla de aviación, dirigida por el comandante trujillano D. Pedro de la Calle, realizó varias pasadas por el cielo de la Plaza.

Al terminar la Santa Misa y con todos los asistentes arrodillados, el Cardenal impartió la Bendición Papal. Seguidamente, el párroco de la iglesia de Santa María, D. Luis Buenadicha, dio lectura al Decreto Pontificio por el que se concedía el privilegio de coronar canónicamente a la Patrona de Trujillo.

Después, se procedió a la bendición de la corona y el Sr. Alcalde D. Julián García de Guadiana hizo la ofrenda en nombre de toda la ciudad de Trujillo.

El Cardenal, ante un gran silencio, procedió a coronar la imagen mientras repicaban las campanas de parroquias, conventos y Concejo en salutación jubilosa a la Patrona de Trujillo.

De nuevo se formó el cortejo en el mismo orden en el que había subido a la Plaza, y se dirigió al castillo para dejar en su morada a la imagen de Ntra. Sra. Con la procesión dio por terminado el solemne acto.

 

[1]La entidad regional de Extremadura tiene su origen en la Edad Media, siendo la reconquista la que pone las bases de la Extremadura actual. Vid. El estudio de PALACIOS MARTIN, B.: Origen de la conciencia regional extremeña. Cáceres, 1982.

[2]Vid. PALACIOS MARTIN, B.: El largo proceso histórico de Extremadura. En EXTREMADURA Y AMERICA. Madrid, 1990, p.42.

[3]Vid. LLABRES, G.: «Que dio a la ciudad de Trujillo don Alfonso X en 1256». Rev. de Extremadura. Badajoz, 1901, pp. 489-496. LUMBRERAS VALIENTE, P.: Los Fueros municipales de Cáceres. Su Derecho público. Madrid, 1974 (Tesis Doctoral). Los Fueros municipales de Cáceres. Su Derecho privado. Cáceres, 1990.

[4]Fuero de Trujillo. Archivo Municipal de Trujillo, leg. 5, doc. 1, fol. 123 y ss. MARTIN RODRIGUEZ, J.L.: Evolución económica de la Península Ibérica en la Edad Media. Barcelona, 1976, p. 111.

[5] Fuero de Trujillo. Archivo Municipal de Trujillo, leg. 5, doc. 1, fol. 123 y ss. MARTIN RODRIGUEZ, op. cit. Barcelona, 1976, p. 111.

[6]Aunque existen muchos intentos de conquista que se llevan a efecto y se consiguen, muchas poblaciones vuelven a caer en manos agarenas. Las fechas que vamos a ofrecen corresponden a la definitiva reconquista de las localidades más importantes de nuestra región. Este proceso de reconquista terminará hacia el año 1246, a la par de la conquista de Sevilla. En 1166, la Sierra de Gata; 1174 Galisteo; 1196, Plasencia; 1213, Alcántara; 1218, Alburquerque y Valencia de Alcántara; 1229, Cáceres; 1230, Badajoz, Mérida y Montánchez; 1233, Trujillo, Santa Cruz y Peraleda; 1234, Medellín; 1235, Magacela y Hornachos; 1240, Zalamea y Benquerencia; 1243, Alange y Calera de León; 1246, Reina. Vid. GONZALEZ, J.: «Reconquista y repoblación de Castilla, León, Extremadura y Andalucía», Reconquista española y repoblación del país. Zaragoza, 1951. W. LOMAX.: «La fecha de la reconquista de Cáceres», Archivos leoneses, 1981, pp. 309-319. MARTIN MARTIN, J. L.: «La Repoblación de la Transierra», Estudios dedicados a Carlos Callejo Serrano, Cáceres, 1979, pp. 477-497. MARTIN RODRIGUEZ, J. L.: La Península en la Edad Media. Teide, Barcelona, 1978 (reimpresión),pp. 471 ss. VELO Y NIETO, G.: Castillos de Extremadura, Cáceres, 1968. TERRON ALBARRAN, M.: «Historia política de la Baja Extremadura en el período islámico». Historia de la Baja Extremadura, Badajoz, 1986, p. 442. CORRALIZA, J. V.: «La geografía extremeña». Revista de Estudios Extremeños. IV, Badajoz, 1930, p. 357.

[7]GONZALEZ, J.: «Introducción histórica». Extremadura. Noguer, madrid, 1979, p. 60.

[8]FERNANDEZ DAZA, C.: Trujillo y su tierra en la Baja Edad Media. Badajoz, 1993, p. 97.

[9]TORRES TAPIA, A.: Crónica de la Orden de Alcántara. Madrid, 1763, p. 101.

[10]MARTINEZ, M. R.: «Trujillo». Revista de Extremadura (1900), p. 251. Según el Manuscrito de Tapia, se llamaron Trujillenses y el convento fue fundado en las casas del mayorazgo de los Señores de Orellana la Vieja, junto a la alberca. Es decir, en el mismo solar en el que siglos después se levantara la iglesia de San Andrés. Aún se conserva la torre-espadaña del antiguo convento de la Orden Militar Trujillana. No obstante, Tapia considera que el lugar exacto era el Alcazarejo, punto clave para la defensa de la ciudad. MUÑOZ DE SAN PEDRO, M.: Crónicas Trujillanas del siglo XVI. Manuscrito de Tapia. Cáceres, 1952, p. 202.

[11]FERNANDEZ, Fr. A.: Historia y Anales de la Ciudad y Obispado de Plasencia. 1ª ed. Madrid, 1627. 2ª ed. Cáceres, 1952, p. 29. MATIAS GIL, A.: Las siete centurias de la Ciudad de Alfonso VIII. 2ª ed. Plasencia, 1930.

[12]MARTINEZ, M, op. cit., p. 251. MARTIN, J. L.: Tiempos Medievales, Historia de Extremadura, Badajoz, 1985, pp. 384 y 425. GONZALEZ, J.: El reino de Castilla en la época de Alfonso VIII. C.S.I.C. Madrid, 1960, pp. 774-775.

[13]Crónica latina de Castilla 4. Anales Toledanos I. En GONZALEZ, J.: Alfonso IX. Madrid, 1944, p. 77.

[14]TORRES TAPIA, op. cit., p. 252. MUÑOZ DE SAN PEDRO, op. cit., Manuscrito de Hinojosa, p. 32.

[15]TORRES TAPIA, op. cit., p. 252. MUÑOZ DE SAN PEDRO, op. cit., Manuscrito de Hinojosa, p. 32.

[16]Según la relación de los Anales Toledanos, en FERNANDEZ, A., op. cit., p. 62.

[17]NARANJO ALONSO, C., op. cit., p. 78.

[18]TORRES TAPIA, op. cit., p. 213.

[19]Documento publicado por BENAVIDES, J.: «Trujillo».Revista de Extremadura, año 1900, pp. 497-499.

[20]Vid. RAMOS RUBIO, J.A.: Estudio histórico-artístico de la iglesia parroquial de Santa María la Mayor. Memoria de licenciatura inédita. Cáceres, 1987.

[21]ANDRES ORDAX, S.: «Arte y Urbanismo en Plasencia en la Edad Media». Norba-Arte, VII, Cáceres, 1987, p. 51.

[22]Los «fabliaux» o cuentos en verso franceses, nos dan una idea clara de aquella sociedad, así como los poemas caballerescos  canciones de los trovadores provenzales y en obras como El Chronicon de Mateo París, la Historia de Guillermo de Tiro, el Polycraticus de Juan de Salisbury, el Dialogus miraculorum de Cesáreo de Heisterbach y el De nugis curialium de Gualterio Map, que nos ofrecen un extenso material de datos sobre las costumbres  de la sociedad medieval.

[23]HERRAN, L.: Historia, culto y leyenda de las apariciones marianas. Estudios Marianos. Vol. de la Sociedad Mariológica Española. Madrid, 1961, p. 265.

[24]RAMOS RUBIO, J. A.: Estudio Histórico Artístico de la iglesia parroquial de Santa María de Trujillo, op. cit..

[25]Libro de Cuentas, 1559. Archivo Parroquial de Stª Mª de Trujillo., fol. 14. RAMOS RUBIO, J. A., op. cit.

[26]Archivo Municipal de Trujillo, docs. 1-1-21; 1-1-11; 1-2-4.

[27]A la Patrona de Trujillo no se la llamó Stª Mª de la Victoria hasta el año 1531. Todos los documentos anteriores a esta fecha la denominan Asunción de Ntra. Sra. Archivo Municipal de Trujillo. 1-1-21. Cit. TENA FERNANDEZ, J.: Historia de Santa María de la Victoria. Serradilla, 1930, p. 138.

 

[28]Arquitecto natural de Trujillo, que a mediados del siglo XVI trabajó bajo las órdenes del obispo de Plasencia don Gutierre de Vargas y Carvajal en la construcción del coro de la iglesia de Santa María de Trujillo, así como en la construcción de su torre nueva. No solo trabajó en Trujillo, sino también en Cáceres. Algunos autores le han considerado como el primer constructor de la villa de Cáceres, podemos recordar la gran capilla mayor de la iglesia de Santiago, la ermita de los Mártires (hoy en ruinas), la de San Antón, el palacio de la Enjarada, etc. A lo largo de su vida realizó obras en la comarca de Trujillo: las iglesias de Garciaz, Jaraicejo; y la de Guareña. En la década de los sesenta el maestro está en Trujillo, interviniendo en obras mínimas, por encargo del Ayuntamiento, dando trazas para los puentes de los ríos Tozo, Ruecas y Gargáligas. Hacia 1569, realiza en la villa de Arenas las obras del puente de Ramacastañas, que concertaría con el Concejo de la Mesta. En 1574 concluyó la parroquia de Saucedilla. Este mismo año, aquejado de una grave enfermedad, muere este gran arquitecto en Trujillo. Su cuerpo descansa en la iglesia de San Martín, junto al de su esposa María. SOLIS RODRIGUEZ, C.: «El arquitecto trujillano Sancho de Cabrera». Actas del V Congreso de Estudios Extremeños, 1976, pp. 137-172.

 

[29]Obligación de la obra del altar de Nuestra Señora. En la Noble Cibdad de Trujillo a veinte e tres días del mes de Mayo año del nascimiento de Nuestro Salvador Jesucristo de mil e quinientos e cuarenta e siete años, en presencia de mí, Juan Rodríguez Caramaño, escribano público y de los fechos del Concejo de la Noble Cibdad de Trujillo, y de los testigos de suso escriptos presentóse Sancho de Cabrera, vecino de esta cibdad, y dijo que está concertado con los señores Corregidor de esta cibdad  y Juan Pizarro de Orellana, Regidor, a quien fué cometido de facer la obra que se a de facer en el arco y altar que se a de facer a Nuestra Señora de la Victoria en cierta razón según que con ellos lo tiene asentado porque la cibdad le de por la dicha obra cien ducados, y fecha y acabada la obra si paresciere que merece más quede a la determinación de los dichos señores la demasía, y que lo que a de dar fecho y acabado de aquí al día de Santa Maria de Agosto, primero se concertó conque le den los dichos cien ducados por tercios, el un tercio luego y el otro tercio fecha la mitad de la obra, y el otro tercio fecha ý acabada la dicha obra e para la facer bìen y perfectamente el se obIigaba e obligó e daba e dió consigo por su fiador y principal cumplidor y pagador a Pedro Gutierrez, carpintero de la dicha cibdad, que presente éstaba e que dijo que le placía de ser tal su fiador y principal pagador; y ambos juntamente de mancomún y a voz de uno e cada uno dellos por si por el todo renunciaban como renunciaron, e que se obligaban e obligaron  de facer la dicha  obra conforme alo que asentó con los dichos señores Corregidores y Regidor buena y perfecta a visfa de los dichos señores, y  la dará acabada para el día de Santa María de Agosto primero, que se concertó, dándole cal y arena y clavazón y madera para los andamios y cimbra puesta al pie de la obra so pena que no lo faciendo la cibdad lo pueda facer a su costa y a lo cuaI obligáronse con sus personas e todos sus bienes muebles y raices avidos e por aver y de sus herederos. Testigos que fueron presentes Fernando Caramaño y Diego Caramaño y Alonso Arias Tejedor, vecinos y estantes en esta cibdad de TrujíIlo, y firmáronlo de sus nombres. Pasó ante mi Caramaño–Rubricado-Pedro Gutiérrez-Rubricado-Sancho de Cabrera. Archivo Municipal de Trujillo, doc. 1-2-2.

[30] No obstante, unos dibujos del taller de Laborde publicados por C. Solís nos dan una idea de su aspecto original. SOLIS RODRIGUEZ, op. cit.

[31]Archivo Municipal de Trujillo, doc. 1-2-10.

[32]Libro de Inventario y Rentas de Santa María, 1729. Archivo Parroquial de Stª Mª de Trujillo.

[33]Un sacerdote trujillano conserva un documento, localizado en el Archivo parroquial, en el que existe una relación detallada de los bienes muebles que el sacerdote de la iglesia de Santa María, don Tomás Martín de Prado, escondió en 1809, observando que las tropas francesas se estaban acercando a la ciudad. No obstante, dicho sacerdote siguió en el cargo una vez pasado el peligro de la expoliación y destrucción, pero la duda está en si se recuperaron de nuevo dichos objetos artísticos o si continuaron celosamente guardados.

[34]Libro de Cuentas, 1852-1889. Archivo Parroquial de Stª Mª de Trujillo, fols. 53 y 53 vº.

[35]Archivo Municipal de Trujillo. Leg. 283. Libro de Acuerdos de 28 de mayo de 1756, f. 86.

[36]Archivo Municipal de Trujillo. Leg. 286. Libro de Acuerdos de  1 de abril de 1760, f. 11 vº.

[37] Archivo Municipal de Trujillo. Leg. 962. Libro 3. Información de testigos para acreditar que esta ciudad había padecido mucho en la invasión francesa.

[38]Número Extraordinario de La Opinión, Semanario de Trujillo, 27 de octubre de 1912.

[39]TENA FERNANDEZ, J.: Trujillo histórico y monumental. Alicante, 1967, p. 463.

[40] Véase RAMOS RUBIO, J. A.: Historia del Culto a Ntra. Sra. de la Victoria y su Coronación Canónica. Ed. Hermandad de la Santísima. Virgen de la Victoria de Trujillo. Cáceres, 1994; ZUBIZARRETA SANCHEZ, M. T., RAMOS RUBIO, J. A., ZUBIZARRETA SANCHEZ, M: Trujillo, historia gráfica, editado por la Hermandad de la Virgen de la Victoria de Trujillo con motivo el cincuentenario de la Coronación Canónica de la Patrona (Cáceres, 2003).

 

[41]0El original está en la sede actual que la Hermandad de la Virgen de la Victoria tiene en la calle San Pedro.

[42]La Corona fue encargada a los talleres de orfebrería Granda, en Madrid. Resalta en la cúspide de la misma la paloma simbólica del Espíritu Santo formada por brillantes y las doce estrellas a semejanza de las que vio el Evangelista en el Apocalipsis coronando a la Virgen Gloriosa. Pero, no fue la única corona que se hiciera a la imagen. En una Junta General celebrada el 9 de agosto, y ante el temor de que la corona estuviera en las sienes de la Patrona en el castillo, un tanto aislada, se decidió confeccionar otra de plata sobredorada para uso diario, así como unas andas para las procesiones.

 

José A. Ramos Rubio

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