POR ANTONIO BOTÍAS SAUS, CRONISTA OFICIAL DE MURCIA
Ni fue un palacete, ni su propietario era el poeta Jara Carrillo, ni se podía considerar tan antiguo como muchos creían. Pero sí fue un espléndido edificio de comienzos del siglo pasado que adornaba la entrada al Malecón, puerta de la huerta. Y también fue protagonista, hasta su derribo hace casi ocho años, de sonadas polémicas entre políticos y aquellas incipientes asociaciones en defensa del patrimonio, como Huermur. Con el tiempo, incluso, el inmueble se convirtió en símbolo de la insensibilidad de la administración hacia la historia. Pero eso acabará en unos meses.
El Grupo Victorio Sánchez comenzará las obras de la nueva casa, si se cumplen sus planes, el próximo mes de septiembre. Ya han vendido todos los pisos de lujo que contendrá el edificio, salvo un apartamento. El proyecto incluye un recinto que contendrá dos edificios, uno ubicado donde se levantaba el palacete, aunque retranqueado para evitar que vuelva a invadir la actual calle, y el otro más adentro. El resto del recinto estará ajardinado y dispondrá de piscina.
Lo más interesante, en cualquier caso, es la reconstrucción de la fachada. Cuando el edificio fue demolido, Urbanismo, en gran medida por la presión del PSOE y de Huermur, garantizó que se reproduciría fielmente. Para ello, se conservaron en una nave industrial cuantos elementos pudieron recuperarse antes de que entrara la pala, entre ellos medallones, rejería, lápidas y mármoles. Las piezas servirán, además de para ocupar el lugar que antes tenían, para realizar moldes que permitan recuperar aquellos elementos inservibles o perdidos.
La demolición en 2009 provocó una oleada de críticas encabezadas por el PSOE y HuermurUna nave industrial atesora los elementos de la fachada y se harán réplicas
El proyecto de reconstrucción del edificio está firmado por el arquitecto italiano Ruggero Coppola, quien reconoce que ha llegado a apasionarle este trabajo hasta el extremo de indagar de qué color era la fachada en el año 1925, cuando se inauguró el edificio. Además, antes de la demolición se catalogaron todos los elementos del mismo y se les asignaron números, lo que ahora facilita que se incorporen a la fachada.
Desde la empresa aclaran a ‘La Verdad’ que ya se han iniciado también los trabajos para la creación de moldes y que la futura fachada será idéntica a la anterior. De hecho, para realizar las réplicas de los elementos ornamentales se utilizarán materiales similares a los usados a comienzos del siglo pasado.
Respecto a las viviendas, cuyo precio prefieran obviar, se trata de pisos de lujo y todos contarán con terraza. La idea es que sus dueños puedan admirar las hermosas vistas que les brindará la ubicación del edificio. Entretanto, no es la primera vez que Grupo Victorio Sánchez aborda la restauración de un inmueble histórico en el centro de la ciudad. Entre otros, han culminado con éxito el edificio Barba Celdrán, en la plaza del Romea y otro levantado en 1920 en la calle Riquelme.
La demolición del Palacete Ponce fue en su día el detonante que despabiló a la Oposición municipal, en gran medida apoyada por las asociaciones, en la vigilancia del patrimonio histórico. Y todo ocurrió mientras los dueños del edificio dejaban pasar el tiempo, a ver si se desplomaba para no asumir su restauración.
Durante años, el edificio sufrió un intenso abandono. De nada sirvió que estuviera catalogado. Por una parte, sufrió dos incendios, en 2005 y 2008; por otra, en diversas ocasiones, los padres de los colegios cercanos expresaron sus quejas al Ayuntamiento, ante el peligro que entrañaba la caída de cascotes del inmueble sobre la vía pública.
La entonces concejal socialista María José Alarcón presentó en 2008 una moción solicitando que el Ayuntamiento comprará el edificio y lo restaurara. Predicaba Alarcón en el desierto. Un año más tarde la situación empeoró y fue evidente que era necesario adoptar las medidas oportunas, ya no para salvar el palacete, sino siquiera para asegurar su integridad estructural. Por último, la pala comenzó el derribo el 20 de agosto de 2009.
El mes elegido, tradicionalmente idóneo para derribos ilegales aprovechando las vacaciones de los inspectores municipales, provocó nuevas protestas, que se mantendrían hasta la actualidad. Pero a los propietarios, quienes vendieron más tarde el solar, les impuso Urbanismo la obligación de incluir en cualquier futuro proyecto la reconstrucción de las fachadas de este caserón erigido por Pascual Ponce, quien mantuvo en sus bajos una fábrica de hilatura de pescar que usaba como materia prima la hijuela de los gusanos de seda. Aquella que fue su morada volverá en un par de meses a erigirse de nuevo a la entrada del histórico Malecón.
Fuente: http://www.laverdad.es/