POR ANTONIO SÁNCHEZ MOLLEDO, CRONISTA OFICIAL DE MALANQUILLA (ZARAGOZA).
Cuando Carabanchel era un apacible pueblecito dividido en el Alto y Bajo, en las primeras tres décadas del siglo XX, en el Bajo la Congregación del Carmen aglutinaba a los fieles en torno a la devoción mariana, representada por su Ptrona, la Virgen del Carmen. Poco a poco Carabanchel de abajo, fue creciendo y con su desarrollo y unión de ambos Carabancheles al gran Madrid, la vida dejó de ser tan apacible, se fueron perdiendo sus raíces y la Congregación quedó anclada visionando un pasado que parecía irremediablemente olvidado, hasta el punto de que en abril de 1986 fue necesario lanzar un órdago a los escasos miembros del grupo con el objetivo de evitar la desaparición de la institución y afrontar nuevos retos. Y fui yo el elegido. Pocos días después era nombrado presidente, una presidencia que ostenté con el mayor orgullo durante casi tres décadas, hasta que, en 2013 fui desalojado de la misma, junto con toda mi leal y eficaz junta de gobierno, por el capricho de un advenedizo párroco que se creyó el ombligo del mundo y al que su soberbia no permitía colaborar sin imponer, todo ello con el indisimulado respaldo de la Curia madrileña que, llegado el momento, ni nos esuchó ni mucho menos, nos apoyó en nuestra demanda de amparo.
Por ello, porque conozco de primera mano sin necesidad de que nadie me lo cuente los acontecimientos vividos y porque es de justicia, quiero ante todo, reivindicar el trabajo bien hecho de un grupo con historia que deja tras de sí aportaciones relevante a la gran historia de Carabanchel.
No es quizá éste el momento de detallar las innumerables realizaciones que salieron de aquéllas directivas entusiastas. Únicamente me voy a referir a dos acontecimientos que, sin la Congregación del Carmen hoy no serían lo mismo.
1º- La Romería de la Virgen de La Antigua
2- El recuerdo a la anexión de Carabanchel a Madrid en 1948.
Ahora que todos nos maravillamos con la ermita de La Antigua, una joya mudéjar de enorme importancia en la historia de Madrid, magníficamente restaurada y puesta en valor, es preciso recordar que la intervención de la Congregación del Carmen fue decisiva en el posterior desarrollo de los acontecimientos.
En 1995 yacía semi-derruída y en estado de abandono. Su magnífica portada mudéjar se resquebrajaba igual que su torre y ábside. Las humedades interiores hacían peligrar el edificio.Fue entonces cuando se nos ocurrio la feliz idea de organizar una romería anual a la ermita para reivindicar la historia de Carabanchel y tratar de dar a conocer un monumento de indudable valor, que clamaba por su restauración.
Con esta iniciativa los medios de comunicación se hicieron eco, hablaron de la romería y por extensión del propio monumento. Se decidió entregar el Premio Virgen de La Antigua a diferentes personalidades con lo que “les obligábamos” a acompañarnos en ese día. Y así en los diferentes años en que se celebró, pasaron a recoger el galardón el Alcalde madrileño José María Alvarez del Manzano, el Cardenal Rouco y el director de Patrimonio de la Comunidad de Madrid, sabedores de que son las tres instituciones obligadas a entenderse para llevar a cabo la ansiada restauración de la ermita. Se trataba de involucrarles y se logró.
En 1996, el investigador, mi hermano José María, descubre el Pozo de San Isidro, hasta entonces oculto. La noticia tuvo una enorme repercusión en los medios madrileños. El camino estaba trazado. Pronto se inició la primera restauración del histórico templo. A ésta siguieron otras dos hasta recuperar todo su esplendor hoy en día.
En cuanto al segundo punto al que quería referirme, la anexión de Carabanchel a Madrid, la aportaciópn de la Congregación del Carmen fue decisiva, al menos en el recuerdo de cuanto ésta significa y significó para entender la realidad del hoy populoso distrito madrileño. Desde 1995 veníamos hablando cada 29 de abril, fecha de la anexión, de la importancia del acontecimiento. En 1998, conmemorando el 50 aniversario de la anexión, se organizó una procesión extraordinaria, el sábado santo, con la imagen del Stmo. Cristo Yacente, obra de Marco Pérez, segunda imagen titular de la Congregación. Fue una procesión ampliamente difundida ya que por primera vez el Cristo no salía de la Parroquia sino del convento de la Encarnación, en pleno centro de Madrid. El itinerario se desarrolló por la Plaza de Oriente, frente al Palacio Real, donde se incorporó la Banda Municipal y la de Tambores de la Cofradía de la Misericordia de Zaragoza, Calle Mayor, Puerta del Sol y Calle Arenal, hasta la Iglesia de San Ginés. Miles de personas tuvieron ocasión de presenciar el cortejo procesional y saber que, aunque hoy integrados, Carabanchel había tenido una historia propia que queríamos enseñar y reivindicar.
En los años posteriores, cada 29 de abril y con la presencia del Concejal-Presidente del Distrito, celebrábamos un acto que no se suspendió ni cuando mi propia madre yacía en el Tanatorio tras haber fallecido unas horas antes. Y es que la Conregación y la anexión están íntimamente unidos. Aquel 29 de abril de 1948, tras los discursos, el entonces alcalde de Madrid, se traslado a la vecina parroquia de San Sebastián Mártir y depositó a los pies de la Patrona, la Virgen del Carmen, el bastón de mando que le acababa de entregar el último alcalde de Carabanchel, Rufino Goñi, a cuya viuda tuvimos ocasión de imponer la Medalla de Honor de la Congregación en el trascurso de aquéllos actos conmemorativos.
Si a una persona y a un grupo se le conoce por sus actos, los de la Congregación del Carmen están inscritos ya, pasado el tiempo, en la nueva historia de Carabanchel. Es fácil apuntarse al equipo ganador pero lo que realmente tiene mérito es crear ese equipo ganador. Hoy que algunos se cuelgan medallas que no les son propias buenos es recordar que cuando nosotros empezamos a hablar de ello tuvimos que luchar contra la indiferencia de quienes hoy, ignorando el pasado, se erigen en adalides.
Es hora de reivindicar nuestro pasado como pueblo y también el trabajo de un grupo de la iglesia que fue mucho más que eso, convirtiéndose en un referente entre el movimiento asociativo madrileño, hasta que un día, alguien creyó, desde su pedestal de arena, que había que acabar con un colectivo que superaba con mucho el ámbito parroquial. Mi homenaje y mi recuerdo a la Congregación del Carmen y a mis juntas de gobierno, colaboradores y amigos abnegados a los que nunca podré agradecer cuanto dieron sin recibir nada a cambio. Los humanos muchas veces pecan de desagradecidos poero la historia siempre pone a cada uno en su lugar.