POR FRANCISCO JAVIER ARELLANO LÓPEZ, CRONISTA DE LUIS MOYA-ZACATECAS (MÉXICO)
A todos mis brillantes alumnos de la Escuela Secundaria de Nochistlàn que un día hicimos teatro escolar.
El 31 de octubre del 2024, en Luis Moya, Zac. se presentó la obra teatral de “Don Juan Chilorio” por la compañía de La Casota de Zapata de la ciudad de Zacatecas. Esta obra fue auspiciada por la Presidencia Municipal a través del Dpto. de Educación y Cultura. La cita fue a las 8 de la noche, frente al Palacio Municipal.
Se formó un escenario al aire libre y se colocaron varias sillas para los asistentes que se ocuparon a un 50 % por gente del pueblo y que aplaudió, rió y disfrutó esta comedia adaptada de don Juan Tenorio del dramaturgo español José Zorrilla.
El maestro Guillermo Zapata interpretó a don Juan. Lo hizo muy bien, los albures le cuadran y la readaptación al terreno zacatecano hacen atractivos los diálogos que nunca bajaron de intensidad.
En un segundo acto, doña Inés leyó la carta desde un balcón del Palacio Municipal mientras que don Juan cantó una canción vernácula a su amada. Se vio excelente este cuadro.
La gente estuvo metida en la obra. Rió y festejó. Los diálogos de don Juan y don Luis fueron del agrado del público asistente.
A la gente le gusta el teatro, lástima que lo tengan tan decaído. En una instancia, la iglesia católica lo usaba con una tarea evangelizadora. En otra instancia, la escuela rural mexicana lo usaba como una herramienta de aprendizaje. Ambas instancias lo han cambiado por otras herramientas tecnológicas de dudosos resultados por que el teatro sigue siendo la mejor forma de trasladar al espectador a otros mundos. Don Juan Chilorio lleva al espectador a la aventura amorosa y hace que las personas asistentes se olviden por un momento de sus problemas y hasta las hace sonreir o carcajear. Los personajes van a un anticuado y atractivo duelo a muerte. El público sabe que el enamorado don Juan puede morir en el duelo pero no lo cree hasta que lo mira muerto. Todos los personajes mueren. Doña Inés, candorosamente, no sabe la tragedia que desata ni sabe tampooc su muerte. La única que sobrevive es la fonderita graciosa.
Don Juan Chilorio es un buen guión teatral. Su acción divierte y atrapa al espectador. Los actores se meten en sus personajes. Esto es el teatro. El actor se adueña del escenario y sus diálogos le dan seguridad de expresión. En este momento, los personajes de doña Inés no tiene preocupación por la Reforma Judicial, el de don Juan no piensa con preocupación sobre la revocación de mandato en el Estado, el del Comendador no piensa en el secuestro del Mayo Zamabada, el de don Luis no piensa en la deuda que tiene con el SAT y asi sucesivamente.
El teatro divierte sanamente, apoya la cultura, desarrolla a sus actores y lo más importante crea un espacio de interacción entre dos mundos diferentes, entre el público y el espectador. El teatro es otra vida aunque nuestra vida, muchas veces, es otro teatro donde nosotros somos personajes y, algunas veces, somos pésimos actores de villanos o de héroes.
Ojalá que se fomentara, se reviviera, el teatro escolar, el religioso y hasta el comercial para el pueblo. Necesitamos vernos en nuestros personajes.