POR PILAR MARTÍNEZ TABOADA, CRONISTA OFICIAL DE SIGÜENZA (GUADALAJARA)
“El 28 de abril de 1978, SS.MM los Reyes D. Juan Carlos y Dª Sofía nos honraron con su presencia en la ciudad para inaugurar la hermosa restauración del Palacio Municipal de la Plaza Mayor, y almorzaron con su séquito, acompañados por la Corporación Municipal, en el gran Salón de Dª Blanca del Parador Nacional de Turismo “Castillo de Sigüenza, primer acto oficial celebrado en el mismo”. El parador “Castillo de Sigüenza”, entraba así de lleno en la Historia, que deseamos sea tan gloriosa como lo fue la de su antecesor, la Fortaleza-palacio de sus cien Obispos”.
Así narra esta inauguración oficial del parador de Sigüenza en 1978 el cronista oficial de la ciudad Juan Antonio Martínez Gómez-Gordo. en su libro sobre El castillo de Sigüenza. Una inauguración que se llevó a cabo dos años más tarde de su apertura.
Dicha apertura se anunció en el ABC del 10 de julio de 1976, en la Sección España, verano 76, con un artículo que paso a copiar a continuación:
“Guadalajara. El Parador Nacional Castillo de Sigüenza será abierto en la primera quincena de este mes. Ha costado más de ciento treinta millones y tiene ochenta y cinco habitaciones.
Guadalajara, 9 (De nuestro corresponsal) La reciente visita de don Adolfo Martín Gamero a Sigüenza ha permitido fijar un plazo para la apertura al público del nuevo parador nacional construido en el castillo-alcazaba de la ciudad del Doncel. Será abierto en la primera quincena de este mes. Nuestro inolvidable cronista provincial e insigne historiador, don Francisco Layna Serrano, hubiese deseado vivir sólo para ver reconstruida la antigua fortaleza árabe, por cuya restauración luchó y escribió sin descanso, Hoy el viejo castillo-palacio de los obispos seguntinos ha resucitado de sus propias ruinas gracias a más de 130 millones de pesetas invertidos en transformarle en un evocador parador nacional de turismo. El carácter medieval ha sido perfectamente conservado por el arquitecto restaurador señor Picardo, sin mengua de la confortabilidad del establecimiento. Llaman la atención el comedor de diario, con sus poderosos arcos de piedra. El gran salón-estar decorado en rojo, y, sobre todo, el solemne comedor de gala de 65 metros de longitud capacidad para 365 comensales, en el que impresiona la perspectiva de su bóveda de cañón sostenida por varios arcos de piedra. Muy logradas también dentro del carácter medieval del parador son la escalera que arranca del vestíbulo y la galería que cruza de un ala a la otra por encima de la puerta de entrada.
Comenzaron las obras del parador en septiembre de 1972 y ha exigido remover unas 40.000 toneladas de escombros. Tiene 85 habitaciones, en su mayoría dobles, con un total de más de 160 plazas. La inauguración del parador nacional Castillo de Sigüenza-nombre que eligió el propio ministro- atraerá con seguridad muchos visitantes que hasta ahora sólo ocasionalmente se acercaban a Sigüenza. Ir a pasar los fines de semana a la ciudad del Doncel se hará habitual para muchos madrileños, que oran al nuevo parador en busca de la tranquilidad, sosiego y aire puro que la gran urbe les niega. Viajar a Sigüenza para descansar o gozar de un fecundo ocio será también un lugar común entre artistas y escritores. Y todo ello disfrutando desde el parador de un excepcional panorama de pinares que comienzan al pie mismo del castillo.”
La historia de la restauración de nuestro Parador quedaba aquí sintetizada y valorado el papel de su arquitecto restaurador y del historiador que había impulsado dicha restauración, Francisco Layna Serrano, Cronista Provincial de Guadalajara. Labor que reconoció el Ayuntamiento seguntino en una placa hoy ubicada en la explanada exterior del Parador y en la que podemos leer: “Al ilustre polígrafo Alcarreño Dr. D. Francisco Layna Serrano. Cronista provincial de Guadalajara, defensor de la restauración del Castillo y del Conjunto Monumental de Sigüenza. 1894-1971.
Muchos años antes, en concreto en 1959, Layna Serrano había impartido una conferencia en Madrid sobre el Castillo de Sigüenza y la necesidad de reconstruirlo y darle una nueva función. Una conferencia en la que dio la voz de alarma sobre su estado ruinoso. Una ruina que había ido in crescendo desde que el obispo Luis Alonso Muñoyerro había vendido al Ministerio de Educación para que se convirtiese en archivo. Un castillo que nació como torre vigía en época celtibérica, que lo siguió siendo mientras la ciudad de Sigüenza pasó de manos romanas a visigodas; que fue alcazaba islámica, palacio episcopal, cuartel y asilo. Un castillo reconquistado en 1124 por el obispo Bernardo de Agén; donde estuvo confinada en el siglo XIV la reina Dª Blanca de Borbón; que fue transformado en un verdadero palacio por el Cardenal Mendoza y siglos más tarde por el obispo Díaz de la Guerra; y acabó siendo cuartel y asilo.
A nuestro castillo todas las guerras de los siglos XIX y XX le pasaron factura, las napoleónica, las de guerrillas del Empecinado, las carlistas y la guerra civil. Y como antes dijimos su abandono era casa vez mayor, por más que en 1960 Layna Serrano le dedicase un amplio capítulo en su libro sobre Los castillos de Guadalajara; y por más que el Cronista Oficial de Sigüenza no dejase de escribir artículos sobre su valor histórico-artístico. Pero la suerte de la antigua alcazaba cambió cuando empezó a cuajar un proyecto que acabaría por convertirlo en uno de los Paradores de Turismo de España.
Un parador cuya restauración ha sido muy criticada a veces por haberse hecho “en estilo”, es decir porque su arquitecto restaurador intervino en él de tal forma que lo transformó en un edificio más medieval de los que nunca había sido. Sin embargo, debemos entender su restauración enmarcada en la época en la que se hizo y no juzgarla con los ojos actuales. Para comprenderla no solo debemos leer las propias palabras de su restaurador años después en un artículo titulado “El castillo Parador de Sigüenza: una visión de su arquitecto restaurador” en la revista Restauración/Rehabilitación de 1994. Y también el artículo de María Jesús Rodríguez Pérez, “Escenografía medieval para un alojamiento turístico: el Parador Nacional de Sigüenza (Guadalajara)”, en la revista Arquitectura y Fortificación nº 1 de 2013/2014. Un artículo, este último en el que se nos cuenta los cambios habidos en el proyecto inicial del Parador y quienes influyeron en ellos, hasta lograr convertir un edificio defensivo en un hotel con historia.
Lo que no hay duda es que la restauración del castillo seguntino como Parador fue muy positiva para nuestra ciudad y su promoción turísticas como se predecía en el artículo del 76, y lo sigue siendo en la actualidad. Hoy es Parador de Sigüenza, aparte de ser un hotel renovada hace unos años, es un centro cultural donde ver una exposición, escuchar un concierto, celebra un congreso o disfrutar de tertulias literarias con los mejores escritores del momento, y, por supuesto, ser el marco ideal para las Jornadas medievales seguntinas, organizadas en torno a la figura histórica de Doña Blanca.