POR JOSE MARÍA VELAZ PASCUALCRONISTA OFICIAL DE GARROVILLAS DE ALCONÉTAR (CÁCERES)
En el presente estudio se da a conocer el expediente de información y licencia de pasajeros a Indias del noveno conde de Alba de Aliste don Luis Enríquez de Guzmán, virrey de Nueva España (1650-53), capitán general de este virreinato, y presidente de la Audiencia de México.
El virrey don Luis Enríquez, señor de Garrovillas de Alconétar (Cáceres) y su tierra, pasó con su mujer y cien “criados” a Nueva España en 1650, otorgándole licencia para ello el rey de España Felipe IV (1621-1665).
Natural de Madrid, don Luis Enríquez de Guzmán y Coresma (h. 1600-1667) era hijo de don Luis Enríquez de Almansa y Rojas, primer Conde de Villaflor, y de su esposa doña Ignacia de Coresma. Virrey de Nueva España (1650-1653) y del Perú (1655-1661), casó con doña Hipólita (Fernández) de Córdoba y Cardona en 1651 y, tras enviudar, contrajo matrimonio en segundas nupcias con la misteriosa doña Juana Lanza y Folteza. Fruto de su primer matrimonio fue el primogénito don Manuel Enríquez de Guzmán, X conde de Alba de Aliste.
Fue don Luis, además de noveno “conde de Alva de Aliste (sic) [sic], y [segundo] de Villaflor, Gentilhombre de la cámara de su Magestad, señor de las villas de Garrovillas, Carbajales, Membibre, Castrocalbón, y lugares de su iurisdición, Alférez, y Alguacil Mayor de la Ciudad de Zamora, Alcayde perpetuo de sus Torres, y, Fortalezas, Alcalde mayor de Sacas, Escrivano mayor de Rentas de la misma Ciudad, Virrey, governador, y capitán General de la Nueva España, y Presidente de la Audiencia Real della…”
El nombramiento para desempeñar tan importante cargo en Ultramar tiene fecha de 28 de mayo de 1649. Si bien el conde no pudo hacer su entrada en México hasta el 28 de junio de 1650. El viaje lo realizó el conde en compañía de dos de sus hijos, uno legítimo y el otro bastardo. Debía acompañarlo también su primera esposa, doña Hipólita de Córdoba y Cardona, tal y como se cita en las Cédulas Reales despachadas por su majestad Felipe IV en la Villa y Corte de Madrid el 28 de mayo de 1649.
Con fecha 28 de mayo de 1649 el rey concedía permiso a don Luis Enríquez, haciendo saber a los jueces y oficiales de la Casa de Contratación de Sevilla, “dejeis pasar a la Nueva España a don Luis Enriquez de Guzmán, conde de Alba de Aliste y de Villaflor llevando consigo a su muger, y que pueda llevar çien criados para su serviçio, los veynte y seis casados, llevando estos consigo a sus mugeres.” Además, se daba licencia para que éstos también “puedan llevar a sus hijos y a su confesor y un compañero suyo de la orden de San Francisco y dos clerigos presviteros por sus capellanes.” Completaban el séquito condal un médico -don Alonso de los Reyes-, y dieciséis mujeres.
El conde don Luis Enríquez certificó en Cádiz, el día 27 de febrero de 1650 que todos los cien criados que le acompañaban eran “naturales destos Reynos”, (no extranjeros) sin que ninguna de aquellas personas fueran “de las prohibidas a pasar a las Indias”, es decir, sin que fueran personas proscritas, sino, como se expresa en múltiples documentos de la época: “christiano viejo y limpio y sin raza de judio ni moro.”
Después de desempeñar su cargo como virrey en Nueva España durante tres años, que solía ser el tiempo estipulado, don Luis Enríquez de Guzmán fue promovido al virreinato del Perú, el más importante de los que entonces formaban la Monarquía hispánica por su inmensa riqueza, no sólo minera, aunque ésta, y en especial la plata extraída de las minas de Potosí, constituía entonces la mayor fuente de ingresos de todo el Imperio. El 15 de agosto de 1653 entregaba el mando del virreinato de Nueva España en manos de don Francisco Fernández de la Cueva, duque de Alburquerque, después de haberlo ocupado durante tres años, un mes y 18 días, y se dirigía rumbo a Acapulco para ocuparse de su nuevo cargo virreinal en las tierras del Perú.
Según refieren algunas fuentes, “cuando más afamado estaba (el virrey)… en realizar todos sus proyectos, fue promovido” al nuevo virreinato, dejando “grata memoria por su afabilidad y buenos modales.”
Además de la transcripción de las fuentes documentales utilizadas para la investigación, el estudio ahora publicado se completa con una nutrida bibliografía referida al personaje y al Virreinato de Nueva España.