PASCUAL RIESCO, JUNTO CON MARTÍN TURRADO, CRONISTA OFICIAL DE VALDETORRES DEL JARAMA, Y LANDELINO FRANCO, CRONISTA OFICIAL DE VILLAMONTÁN DE LA VALDUERNA, REALIZAN UN ESTUDIO DE LAS ORDENANZAS DE MIÑAMBRES DE LA VALDUERNA (LEÓN)
Ya está en los quioscos el número 44 de la revista cultural astorgana Argutorio, correspondiente al segundo semestre de 2020.
La primera colaboración es de Ángela Franco Mata, que ya escribió un artículo en el número anterior. Franco Mata, como se indica al principio del texto, nació en Astorga de padres parameses, y fue hasta su jubilación Conservadora del Museo Arqueológico Nacional. En esta ocasión el objeto de su estudio es la catedral de Astorga y algunas de las piezas artísticas que alberga o albergó: el sarcófago paleocristiano, el ‘cáliz de santo Toribio’, la Virgen de la Majestad, el lienzo de Juan de Peñalosa, la sillería del coro y el retablo de las Horas de la Pasión. El artículo tendrá su continuación en el próximo número de diciembre, y en esa segunda parte la autora analizará, entre otras piezas y desde los mismos puntos de vista (artístico y teológico), el retablo de Gaspar Becerra, artista del que en 2020 se cumplen 500 años de su nacimiento.
Olegario Pérez Alija firma el siguiente trabajo: ‘Linajes nobiliarios en Astorga. Los Moreno y los Castañón, marqueses de Campo Fértil’. Tal como se señala al comienzo del mismo, “La familia Moreno, emparentada con los marqueses de Astorga y con la mayoría de las distintas ramas de los Osorios asentadas en Astorga hasta el siglo XVII (…) fue una de las pocas que mantuvo abierta su casa solariega de Astorga hasta los albores del siglo XX (…)”. Este interesante y completo estudio de los linajes de los Moreno y los Castañón se complementa con el árbol genealógico de los mismos que Pérez Alija incluye al final del artículo.
Francisco Javier Rúa Aller y María Rosario García Armesto, se detienen en una revista editada en Astorga entre 1896 y 1897: la Revista agrícola popular. Esta publicación, según se explica en el texto, tenía “carácter semanal, carecía de consejo de redacción y el director se encargaba de recopilar cuanta información le llegaba de distintas publicaciones nacionales, más o menos especializadas en agricultura y veterinaria (…)”. Rúa Aller y García Armesto dedican especial atención a lo que la revista publicó sobre la conservación de la leche y la fabricación de manteca y quesos.
En la siguiente colaboración, Guillermo Carrizo Valcarce se interesa por el patrimonio perdido de algunos pueblos de la ribera del río Órbigo, y se lamenta de lo que han supuesto los últimos doscientos años en este aspecto: “Primero llegó el siglo XIX con su rosario de guerras, invasiones y desamortizaciones (…)”. Después, el crecimiento del siglo XX “vino acompañado de una fiebre constructiva que se llevó por delante a un buen número de edificaciones antiguas”.
A continuación, Juan José Sánchez Badiola escribe un documentadísimo artículo en el reflexiona sobre “una pregunta fundamental, recurrente y nunca del todo resuelta (…): ¿Por qué a León le llaman Castilla?”. Un problema cuyos orígenes, como indica Badiola en este trabajo, se remontan varios siglos atrás. El autor lo analiza, repasando las percepciones que de estos dos conceptos se han tenido desde el Medievo, periodo en el que el debate sobre la personalidad leonesa empieza a seguir dos corrientes contrapuestas: “la tradición erudita, mantenida por cartógrafos y cronistas, ceñidos, en mayor o menor medida, a las viejas divisiones entre reinos y señoríos, y que suelen diferenciar entre León y Castilla; y la percepción del espacio, debida, fundamentalmente, a viajeros y estudiosos foráneos, todos los cuales coinciden, como resume Valdeón, en el efecto de unidad que les produce la meseta norte, identificada comúnmente con Castilla”.
Pascual Riesco Chueca, junto con Martín Turrado Vidal, cronista oficial de Valdetorres del Jarama (Madrid), y Landelino Franco Fernández, cronista oficial de Villamontán de la Valduerna (León), realizan un estudio de las ordenanzas de Miñambres de la Valduerna, un documento inédito “que permite vislumbrar especificidades en la organización del concejo y la aldea, en el léxico y la onomástica local”. Los autores primero transcriben el texto completo de las ordenanzas y después analizan su esquema y su léxico, destacando que, como en otros documentos del derecho consuetudinario leonés, éste expresa varias prioridades: “la regulación colectiva de agricultura y pastoreo, atenta a no superar la capacidad de carga del sistema, la equidad en el acceso a los recursos y el apoyo mutuo de los vecinos”.
En la siguiente colaboración, Martín Simón Martínez repasa, como en algunas de sus anteriores colaboraciones en esta publicación, tradiciones del entorno rural de Astorga a través de un diálogo imaginario entre habitantes de un pueblo cualquiera. Se incluye al final una interesante lista de palabras autóctonas, bastantes de ellas en desuso en la actualidad.
Se ha hablado mucho en los últimos años de los petroglifos descubiertos en la Maragatería, pero no se tenía noticia de que los hubiera en otras zonas próximas a esta comarca, aunque era probable que en cualquier momento aparecieran. Javier Pérez Acebo y Merche Bermúdez López han encontrado algunos en el valle de Compludo, y los describen y analizan en este artículo.
La colaboración que viene a continuación, “Suenan las campanas”, es como se señala en la introducción de la misma un texto escrito por Luis Mateo Díez hace unos años, pero nunca publicado, en el que este prestigioso escritor leonés nos habla “del lenguaje oculto de las campanas y de la multiplicidad de mensajes que su sonido encierra”. También se hace referencia en la citada introducción a José María Hidalgo Guerrero, un omañés amigo de Luis Mateo que consiguió el permiso del autor para reproducir este artículo inédito en ARGUTORIO.
Salvador Martínez, de la universidad de Nueva York, finaliza en la colaboración siguiente su trabajo sobre las islas Galápagos, ‘Crónica de Floreana’, que se inició en el número anterior con la historia del descubrimiento de estas islas por el dominico fray Tomás de Berlanga, en 1535, y acaba en esta entrega con el relato de “algunos de los acontecimientos extraordinarios ocurridos en Floreana durante el siglo XX”. Esta segunda y última parte tiene como principales protagonistas a dos alemanes que llegaron a la isla en 1929: el doctor Frederick Ritter y una de sus pacientes, Dore Strauch.
El pigargo europeo es, según un informe de 2018 del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, un ave “extinguida como reproductora” en la península ibérica y en las islas Baleares. El citado informe también afirma que “se ha constatado su reproducción en las islas Baleares (…)”. Sin embargo, Abilio Reig-Ferrer presenta en este artículo una serie de pruebas para demostrar que esta rapaz “nunca crio, al menos en tiempos históricos, en la península ibérica o en las islas Baleares”.
El último trabajo de este número de Argutorio, ‘Del Omaña al Amazonas’, lo firma José Álvarez Alonso. Como se indica al final del mismo, José Álvarez es un “ornitólogo leonés, afincado en Perú desde 1983, que vivió en la Amazonía por más de 28 años (…), y que “desde el 2012, con una interrupción en 2017, es Director General de Diversidad Biológica en el Ministerio del Ambiente del Perú”. El autor nació en un pueblo de Omaña, y como recuerda al principio del texto, “aquellas aventuras de infancia, entre praos, cierros y regueros, andando a truchas y ranas en el río (…) no sólo me ayudaron a despertar mi afición por la naturaleza, sino a desarrollar un sistema inmune capaz de soportar la infinidad de enfermedades y peligros de la selva amazónica”. Los años que pasó José Álvarez en la Amazonía peruana le permitieron descubrir cinco especies nuevas de aves. Además, su contribución al conocimiento y conservación de los bosques amazónicos peruanos ha sido reconocida otorgando su nombre a un árbol, Protium alvarezanum, y a una orquídea, Epidendrum jose-alvarezii.
Fuente: http://astorgaredaccion.com/