LA REVISTA ‘NÁYADES’ Y EL CURANDERISMO EN MURCIA
Nov 18 2019

POR RICARDO MONTES, CRONISTA OFICIAL DE LAS TORRES DE COTILLAS (MURCIA)

Distintos especialistas han estudiado el curanderismo en Murcia, especialmente ligado a las mujeres, transmisoras de un conocimiento ancestral. Publicando sus investigaciones en la revista de costumbres y tradiciones Náyades. Nos referimos a José Juan Bermejo Arnaldos, Jesús Navarro Egea. Emiliano Hernández Carrión, Antonio Almagro Soto, Fernando J. Barquero Caballero y Juan Cánovas Mulero.

El dolor y la enfermedad están indisolublemente ligados a la existencia humana, lo que comparte con el resto de los animales. Sin embargo, su condición racional y pasional lo mueve a preocuparse por su salud y la de sus semejantes. Quizás esto explique su infatigable búsqueda, en la naturaleza y las fuerzas misteriosas, del remedio a todo mal y enfermedad. Desde tiempo inmemorial han existido personas – curanderos, sanadores, curanderas, gente con “gracia”… – que conocían, bien por transmisión oral, o bien por su propia experiencia, los métodos, antídotos, fórmulas, plantas, …, capaces de curar a los hombres de sus distintos males.

En 1371 se hizo famosa en la ciudad de Murcia una mujer judía, la bella Jamila, de tez morena, viuda de Yuzaf, debido a sus artes curativas a base de plantas, emplastos y ungüentos. El nacimiento de la Inquisición supuso un giro importante, ya que perseguirá con saña a las curanderas. Pero su tradición en el uso de plantas pervivirá en la región de Murcia hasta bien avanzado el siglo XX.

La Inquisición de Murcia persiguió a las curanderas desaforadamente y prueba de ello son los casos de los juicios o detenciones en 1636 y 1637 relativos a María Ruíz, María de los Santos, Beatriz Martínez, Ginesa del Bal y María López ó el de María Ballesteros de 1610 a quien se acusaba de realizar magia propiciatoria. Las curanderas compiten con los escasos médicos existentes, que se ocupan de las altas clases sociales y ven en ellas unas competidoras a las que denunciar. Un caso a caballo entre curandera y el de médico lo tenemos en Ana Villanueva que, siendo esposa de médico, dice saber lo suficiente como para curar, lo que hace a partir de 1798, con permiso del ayuntamiento.

Una verdadera experta en curar dolores de estómago, junto con el mal de ojo, fue Francisca Eulalia Rubio de Cubas (1721-1796), una adivina de Alguazas que trabajará especialmente entre 1756 y 1762. Se casó en segundas nupcias con Manuel Gómez Ortiz, en 1746; la vemos interviniendo en Mula, Cotillas, Campos o Molina la Seca. El primer caso conocido tiene lugar en Mula, cuando en una barbería conoce a Francisco Muñoz, un soltero algo carlanco, al que adivina que tiene diversas enfermedades y sufre robos en sus propiedades desde que había roto su compromiso de matrimonio con Juana Guzmán y andaba liado sexualmente con Juana Pérez. Los detalles ofrecidos respecto a todo lo que le pasaba se hicieron famosos en todo el contorno.

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