POR ANTONIO LUIS GALIANO PEREZ, CRONISTA OFICIAL DE ORIHUELA (ALICANTE).
Sabemos que este número cardinal referido al tiempo puede ser la adición de cinco décadas más cinco años, lo que después puede ir acompañado por algún otro nombre.
Así, podemos recordar, sin embargo, que al estar sólo referido a días, nos acercaría al título de aquella película de 1963 producida por Samuel Broston, dirigida por Nicolas Ray e interpretada por Charlton Heston, Ava Gadner y David Niven, en la que Las Rozas de Madrid, se trasformó gracias a los decorados en el Pekín de 1900, cuando las embajadas en aquel país se enfrentaron al levantamiento de los bóxers.
Pero, dejando a un lado el cinematógrafo, y salvando las distancias, podríamos pensar que si el cincuenta y cinco es referido a lustros, nos encontramos con doscientos setenta y cinco años, que son justamente los que se han cumplido en Orihuela con la fundación del Seminario, que hace días, concretamente el 8 de diciembre, festividad de la Purísima Concepción, fue testigo de la clausura por el obispo Jesús Murgui Soriano del Año Jubilar concedido por el Papa Francisco el año anterior para conmemorar la iniciativa del preclaro obispo Juan Elías Gómez de Terán, en 1742.
Mas, echemos la vista atrás y situémonos en 1942, cuando se conmemoró el bicentenario, en cuyos actos estuvo presente el nuncio apostólico en España Caetano Cicogniani, no así, por estar enfermo el entonces obispo oriolano Javier Irastorza y Loinaz.
En aquellas fechas de la primera quincena del mes de diciembre, era alcalde accidental el primer teniente de alcalde, José Calvet López, que el 22 de octubre había sido designado por el gobernador civil de Alicante, al ser cesado Mariano Balda Garriga.
Por otro lado, entre los actos programados se celebró un pontifical el día 10 en la iglesia de Seminario oficiado por el citado nuncio, a gran orquesta y un coro de ochenta voces. Así como, un novenario los días 7 al 15 de diciembre, en el que entre otros celebrantes encontramos a antiguos alumnos del centro, como el sabio entomólogo José Andreu Rubio, director del Instituto de Murcia que, durante la Segunda República ocupó dicho cargo en el Instituto de Segunda Enseñanza de Orihuela ubicado en el edificio del Colegio Santo Domingo; Luis Almarcha Hernández que ostentaba el cargo de vicario general de la Diócesis, después obispo de León; José García Goldáraz, por entonces secretario de la Nunciatura Apostólica, y luego obispo de Orihuela y arzobispo de Valladolid.
Entre los oradores del novenario, tenemos, entre otros a Isidro Albert Berenguer, director del Museo Arqueológico de Murcia; Fernando Brú Giménez, oriolano, beneficiado de la catedral y canónigo «in pectore».
Por entonces, en el Seminario recibían formación aproximadamente 135 seminaristas y era rector, Joaquín Espinosa Cayuelas, que fue prelado doméstico de Su Santidad. Entre los docentes, localizamos al vicerrector, Federico Sala Seva, que con los años fue presidente del Cabildo de la Concatedral de San Nicolás de Alicante y autor de varios libros como «Acontecimientos notables en la Iglesia de San Nicolás de Alicante. 1245 a 1980».
A los profesores Vicente Hernández Romero, de Derecho Canónigo; Manuel Cayuelas Ballesta, de Religión; Alejo García Sánchez, prefecto de disciplina, que posteriormente fue director del Colegio Santo Domingo; Vicente Antón Navarro, de Latín; Antonio Roda López, director del Oratorio Festivo y Concejal Honorario del Excelentísimo Ayunramiento de Orihuela (Alicante)
Estos cuatro últimos después fueron nombrados canónigo de la catedral oriolana. Así mismo, era médico del centro, el facultativo Antonio García Mira. Con motivo de tal efemérides, se publicó un número extraordinario de «Ecos del Seminario», en el que aparecen las firmas de Alfonso Pardo Manuel de Villena, marqués de Rafal, y la de los antiguos alumnos: José María Alcaraz Alenda, obispo de Badajoz; del canónigo torrevejense Arturo Esquiva Mora; de Gonzalo Vidal Tur, cronista oficial de la provincia de Alicante y autor, entre otras obras, de «Un Obispado español. El de Orihuela-Alicante».
De esto último han transcurrido dos siglos y, ahora, cincuenta y cinco lustros desde la fundación de nuestro Seminario. No sé si viviremos para conocer el tercer centenario. Mientras tanto, conservemos en nuestra memoria todo lo anterior y recordemos esa imagen serpenteante de niños y adolescentes con sotana, bonete y beca descendiendo por las rampas desde el Seminario a la ciudad.
Fuente: http://www.diarioinformacion.com/opinion/2017/12/16/cincuenta-cinco/1968842.html