EL CRONISTA OFICIAL DE MALPARTIDA, JOSÉ ANTONIO AGÚNDEZ SABE «DEL INTERÉS DE YOKO ONO POR VISITAR EL MVM PORQUE EN ALGUNA OCASIÓN ME LO HA EXPRESADO RAFAEL VOSTELL, HIJO DE NUESTRO ARTISTA FUNDADOR»
Dice la sarcástica canción de Def Con Dos que «la culpa de todo la tiene Yoko Ono», pero, en todo caso, ella es responsable de haberse abrazado a la vanguardia… Y a la polémica, en proporciones semejantes. Así lo refleja el Museo Serralves de Oporto, rendido a los pies de la polifacética artista japonesa de 87 años con una amplísima retrospectiva que incluye 297 piezas de todo tipo de formatos y connotaciones, no solo en el edificio central (diseñado por Álvaro Siza), sino también a lo largo de su espectacular jardín.
El centro de arte contemporáneo más importante del país vecino disemina las obras por sus inmediaciones para subrayar la vocación integral de la muestra como solo realiza en las ocasiones especiales, caso de la exposición consagrada a Olafur Eliasson el año pasado.
Se extiende la institución cultural a lo largo de la franja norte de la Avenida da Boavista, en las proximidades de la zona litoral de Foz, y ahí se luce a rienda suelta el imaginario a veces excéntrico de Yoko, acostumbrada a transitar a contracorriente y a hacer oídos sordos a las críticas, ya sea por sus performances, o incluso por su peculiar carácter.
Bendiciones
En estos tiempos desasosegantes del coronavirus, no resultó posible que ella se desplazase a Oporto para dar su «bendición» a la antológica de la mano del director de Serralves, el francés Philippe Vergne. Su intención habría sido esa para enfatizar que estamos ante una de las más importantes revisiones de su heterogéneo legado.
El jardín del aprendizaje de la libertad se llama esta completa perspectiva, que solo esperaba la apertura de fronteras con España y con el resto de la Unión Europea para erigirse en una de las citas internacionales imprescindibles de la temporada artística más atípica que se recuerda, con aforo limitado, mascarilla obligatoria y, sobre todo, marcación previa de día y hora.
De modo que el museo portuense dibuja un itinerario estético que arranca en la década de los 50 y se prolonga hasta su etapa reciente. Ha dado así la campanada gracias al eco de Yoko Ono, presta a conmemorar el próximo 8 de diciembre los 40 años de la muerte de John Lennon, mucho más que una atrocidad, puesto que la pareja se había distinguido en vida como emblema mundial de la paz.
Ahí están piezas icónicas como su cuaderno de dibujo Grapefruit, de 1964, o Apple (1966). Ideario conceptual al servicio de la osadía, tal cual dejó entrever más adelante a través de EXIT, una especie de paraje desolador donde los féretros de varios tamaños se despliegan mientras «crece» en su seno una hilera de árboles. Es, en palabras del propio Philippe Vergne, «una metáfora construida por la asociación entre la vida (representada por el árbol) y la muerte».
Varias reivindicaciones que marcaron el devenir de esta irredenta mujer han vuelto a cobrar actualidad. Y así vemos con los ojos de hoy sus alegatos contra la violencia de género y contra el racismo. De manera que la semilla de sus postulados estéticos no ha caído en saco roto. Más bien al contrario.
Una selección de películas donde queda patente su interpretación de los cánones del happening se yuxtapone a vídeos que difunden ejemplos de sus performances, como retrata Bag Piece, una invitación para que los espectadores se introdujeran en una enorme bolsa.
En España, pueden verse algunas de sus «criaturas» en el Museo Vostell Malpartida (MVM), ubicado a solo tres kilómetros de Cáceres, donde sus tres cruces de madera sorprenden al visitante con toda la intensidad estética del grupo Fluxus, por cortesía del legado del alemán Wolf Vostell y su «idilio» con Extremadura.
Tras el escándalo
Juntos «militaron» en aquel colectivo acostumbrado a los desafíos, cuando no a los escándalos. Incluso allí pudo contemplarse hace 20 años la exposición Yoko Ono Tajo, resultado de la colaboración entre la Junta extremeña y la Diputación Provincial de Zaragoza, dado que se inauguró primero en la capital aragonesa. Se trataba entonces de sacar a primer plano 14 instalaciones y conjuntos de obras de la también cantante, cuyo último álbum se lanzó hace cuatro años bajo el irónico título de Yes, I’m a witch too (Sí, yo también soy una bruja).
Como recuerda el cronista oficial y director del impactante museo que se asienta en la localidad de Malpartida, José Antonio Agúndez, «sé del interés de Yoko Ono por visitar el MVM porque en alguna ocasión me lo ha expresado Rafael Vostell, hijo de nuestro artista fundador, con el que mantiene relación».
Este rincón a las afueras de Cáceres exhibe dos piezas suyas: Painting in Three Stanzas, un lienzo blanco donde aparece una hiedra natural a través de una pequeña abertura; y Painting to Hammer a Nail in / Cross, «una de sus famosas instalaciones con cruces», dice Agúndez antes de puntualizar: «En ambos casos, son propiedad del patrimonio representado por la Junta. La primera fue donada por el coleccionista Gino Di Maggio, junto al resto de fondos de su amplia colección. La segunda, cedida por la artista».
En consecuencia, poner en marcha una suerte de road movie por el interior de la península ibérica (400 kilómetros de Oporto a Cáceres), con el culto a Fluxus por bandera, puede capturar el pulso creativo de una Yoko Ono que nunca deja indiferente a nadie.
Fuente: https://www.abc.es/ – Francisco Chacón