POR JOSÉ MARÍA GOLDEROS VICARIO, CRONISTA OFICIAL DE GRIÑÓN (MADRID)
El cerro de Alarcos, ubicación cerca del río Guadiana y a unos ocho kilómetros de Ciudad Real. Aquí se halla el Parque Arqueológico, donde en él se han hallado vestigios que patentizan la presencia humana desde la Edad del Bronce hasta la Edad Media. No obstante, se advierte una despoblación en períodos de presencia romana y visigoda. Es el lugar más importante de la región de Castilla-La Mancha por su extensión además por el valor arqueológico. En el se ha recuperado un sector urbano del poblado íbero que data de las postrimerías del siglo VI a. C. También sabemos de la muralla y el castillo medievales en la famosa batalla de Alarcos en 1195. Por cierto, fue sonada victoria de los almohades, que retrasó la Reconquista de la España cristiana. En el yacimiento también se ha rescatado un gran conjunto de armas de los combatientes cristianos y musulmanes.
Tras la batalla hubo de esperar hasta el año 1212, al triunfo en las Navas de Tolosa, donde el dominio cristiano se fortaleció definitivamente. Repoblar Alarcos, fue el sueño de Alfonso X “el Sabio”, y no lográndolo decidió trasladar la fundación, en el año 1255, a la vecina aldea de Pozuelo Seco de D. Gil, bajo el topónimo de Villa-Real. Y este fue el origen del culto a la Virgen de Alarcos, pues aquí quedó en su ermita, cuya romería se celebra anualmente desde siglos el lunes de pentecostés. Villa-Real y pequeños lugares de su entorno, empezaron a venerar a Ntra. Sra. de Alarcos, hace ya más de ocho siglos. No obstante, no podemos asegurar el origen y motivo de tal devoción.
Lo más probable es, que los habitantes de la puebla amurallada de Alarcos, colocaran la imagen bajo su patronazgo, otorgándole el nombre de su villa. Pero al ser destruida ésta, la batalla del 19 de julio de 1195 su población fue trasladándose paulatinamente a Pozuelo de Don Gil, luego refundada como Villa-Real, pero
continuó venerando la imagen, concurriendo en romería cada año. La ermita que hoy vemos, tuvo su origen en el siglo XI o XII y es posterior a otra, posiblemente una basílica romana, adaptada para el culto cristiano, que debió arruinarse tras el dicho encuentro militar del s. XII.
Desde poco entonces, señala la tradición, que los moradores de Ciudad Real celebraban todos los años una romería organizada por el Concejo ciudarrealeño contando luego con la asistencia religiosa de la parroquia de San Pedro, a cuya collación se había agregado el sitio de Alarcos, su ermita e imagen. Pasados unos siglos de ferviente asistencia al cerro de Alarcos, por los años de 1800 comienza lentamente el casi total olvido de esta tradición, llegando a los años de 1850 con el santuario en acusada ruina, “pues sus bóvedas se partieron, sus techos comenzaron a hundirse, sus paredes se desplomaron, sus lámparas de aceite ya no ardían… incluso hubo de trasladar la imagen, por el peligro de desaparecer…”(sic). En 1899, de nuevo los administradores del Santuario solicitaban del Ayuntamiento ayuda económica para reparar un trozo de muralla y recorrer tejados, blanquear, etcétera, por no ser suficientes los fondos recaudados en concepto de limosnas. El Consistorio presidido por el Sr. Peñuelas, alegaba que la situación o estado precario por que pasaban las arcas municipales no permitía tal dispendio. Nuevamente la ruina se apodera del Santuario. Afortunadamente llegó unos años después el Real Decreto 3095/1980, declarando Monumento Histórico Artístico Nacional, el santuario de Ntra. Sra. de Alarcos. Esta acertada medida salvó definitivamente el santuario.
El edificio del santuario, constituido por tres naves y planta de cruz latina, concebido con simbología católica. Las naves están separadas por diez pilares octogonales de piedra caliza, que soportan ocho arcos apuntados. Conservando la capilla absidal su carácter románico. La fachada principal, orientada hacia el suroeste, destaca por su gran rosetón de tracería, rehundido dentro de un marco cuadrado, está formado por diecinueve lóbulos tallados en piedra. Fue copiado para el rosetón de la Catedral de Ciudad Real. La fachada sureste, tiene un porche sustentado por ocho columnas de piedra, que continua con la techumbre de la iglesia, de artesonado simple y cubierta de teja. Originalmente era de traza mudéjar con alfarjes pintados.
FUENTE; J.M.G.V.