DEFINIDA COMO LA INVENTORA DE LA RUMBA-POP, MARUJA GARRIDO TRIUNFÓ SOBRE LAS TABLAS DURANTE CUATRO DÉCADAS HASTA RETIRARSE POR AMOR, SEGÚN ANTONIO BOTIAS, CRONISTA OFICIAL DE MURCIA
Año 1971. Millones de españoles contemplan en el programa televisivo ‘A la española’ un vídeo que causaría sensación en medio mundo. En él, una bellísima cantaora, tras sobrevolar Barcelona, desciende de un helicóptero y se dirige, entonando la canción ‘Es mi hombre’, hacia uno de los más conocidos pintores de todos los tiempos, que la aguarda, la mirada enloquecida como de costumbre, sentado en un sillón.
Era Salvador Dalí, quien la apadrinaría y ensalzaría hasta el extremo de presentarla en el Olympia parisino. Ella era una murciana de excepción, cuya biografía debería ser escrita con letras de oro y arte en la historia de esta Región.
María Garrido Fernández, la mayor de ocho hermanos, nació en Caravaca de la Cruz el 16 de diciembre de 1945, gitana de ley, cantaora y bailaora, hija del recordado ‘Niño de Levante’, otro cartagenero para los anales del flamenco que actuó junto a la mítica Carmen Amaya.
Sus primeros pasos en la vida los dio en una fragua, en la Cuesta del Carmen, a los pies del campanario de la Concepción. Allí también nació Pepa, su inseparable hermana, a la que bautizarían en Moratalla.
Maruja, en una entrevista al diario ‘El Periódico’, recordaba que la familia viajó a Madrid con motivo de una boda. Pero no aclaró que era la de su hermana. Antes de eso, cuando murieron sus abuelos y el padre enfermó de tifus, tuvieron que vender su casa y trasladarse a una cueva.
Luego vivió en Alcantarilla. Sin embargo, tras casar a la hermana en Madrid ya no tenían dinero para regresar. Su padre, quien llegó a actuar junto a Amaya y hasta rodaron ‘María de la O’, consiguió que Rafael Farina contratara a sus hijas.
No sería el primer artista que les ayudó. Más tarde, Juanito Valderrama bautizó a Maruja y Pepa como las Hermanas Garrido ‘Las Cartageneras’. En ellas había mucho duende, como demostraron en la grabación de varios discos. Los reconocimientos se sucedieron. Sobre todo, tras alzarse en Italia con ‘La Ninfa de Stablana’, el trofeo del I Festival Mundial de Guitarra. Aunque ya atesoraba, entre otras, la distinción ‘Popular 1966’, del diario ‘Pueblo’.
Curiosamente, otros cuatro murcianos fueron distinguidos en Madrid junto a Maruja: los periodistas Jaime Campmany y Manuel Augusto García Viñolas, el actor Paco Rabal y Paco, ‘El de la bomba’, como «personaje popular» tras ayudar a los americanos a encontrar la famosa bomba de Palomeras. La murciana recibió un premio en la categoría de Flamenco.
El rotativo publicó que «Maruja triunfa y en un tiempo brevísimo su nombre se hace familiar». Llegaría a convertirse en una de las artistas más significativas de los años sesenta y setenta. Fue bautizada como la inventora de la rumba-pop.
Unos inicios duros
Maruja comenzó a trabajar en el tablao barcelonés ‘Los Tarantos’ en 1964 y apenas tardó cinco minutos en convertirse en estrella indiscutible de las tablas. Porque esta caravaqueña siempre fue un torbellino. Eso resultó evidente cuando manifestó a la familia su intención de casarse con un payo. Así lo hizo, convirtiéndose en un pilar para el resto de su vida. De hecho, por él abandonó las tablas, aunque una vez viuda reapareció. Se llamaba Juan Roselló y era dueño de Los Tarantos.
Gracias a él triunfaría. Porque cierta noche, aunque Maruja solo bailaba, contempló que el público andaba más despistado de la cuenta. Y se arrancó a cantar. Fue entonces cuando Juan la animó, como jefe suyo que era, a que repitiera cada noche. Seis meses enteros estuvo cantando la misma canción que, por cierto, era la única que sabía. Cuando cumplió quince años de trabajo en Los Tarantos, en 1978, el diario catalán ‘La Prensa’ destacó de ella que «ahí sigue. Fiel, renovadora, constante, enamorada de su trabajo y del público».
Una década antes, la Asociación de la Prensa murciana la distinguió con un ‘Laurel de Murcia’. En aquella ocasión reconoció, como publicó el diario ‘Línea’ en enero de 1968, que su deseo era «que me vean los murcianos. Mi popularidad en otros muchos sitios, como Barcelona o Madrid, no es completa si no la comparto con los murcianos». Y falta les hacía a muchos conocer a tan grande cantante. ‘Línea’ lo bordaba en apenas una frase: «Maruja Garrido es en Barcelona y entre los franceses muchos más famosa de lo que los murcianos pudiéramos suponer».
Y no solo en España. Tras viajar a París para actuar en una fiesta privada que organizó la princesa Margarita de Dinamarca, se disponía a realizar otra actuación en el Olympia cuando Salvador Dalí, quien andaba por aquella capital, se ofreció para presentarla. Apoteósico. «Tanto éxito tuvo que le prorrogaron un mes» en el teatro, destacó ‘El Periódico’. Surgió entre ambos artistas una sentida amistad que abriría muchas puertas a Maruja. De ella diría el pintor que era su «musa rumbera».
Aquella niña pobre
Por ello no extraña que compartieran pantalla bajo la dirección de Valerio Lazarov en el famoso vídeo grabado en Barcelona en 1971 y emitido en el especial musical ‘A la española’, que presentó Joaquín Prats. Los diarios locales, de tanto en vez, reproducirían instantáneas de su paisana acompañada de otros rostros muy conocidos, entre ellos Paul McCartney, Liza Minnelli, Vittorio Gassman, Manolo Escobar, El Cordobés…
Maruja, pese a tanta fama, jamás perdió la cabeza. Más bien era sobria. Nunca bebió, salvo una copita de Dom Pérignon. Y se casó con el primer novio que la cortejo, su adorado Juan. Cuando él se jubiló ella siguió su camino «por no ir sola al tablao». Fue duro, pero solo al principio. Luego recorrieron otra vez medio mundo. Después de su muerte, ha tenido espectaculares reapariciones. Hoy vive junto a su hermana en Barcelona.
Cuando en la entrega del ‘Laurel’ de la Asociación de la Prensa Maruja Garrido cantó y bailó para los reunidos en el Casino de la capital, algunos recordaron que aquella espléndida artista era la misma que, con apenas cuatro añitos de edad, bailaba por las calles para sacar adelante a su familia. Y muchos se convencieron de que para una murciana, si se lo propone, hasta alcanzar la gloria es solo cuestión de tiempo. Antonio Botías
Fuente: https://www.laverdad.es/murcia/ciudad-murcia/rumbera-murciana-cautivo-20180715003706-ntvo.html