EL CRONISTA OFICAL DE LA CAPITAL Y DE LA ISLA, JUAN JOSÉ LAFORET, SOSTUVO QUE CADA AÑO HAY MÁS GENTE EN EL CAMINO DEL GUINIGUADA, PERO CONSIDERÓ QUE AÚN ES MUY POCA PARA LA RELEVANCIA HISTÓRICA QUE TUVO LA BATALLA DE EL BATÁN
El Guiniguada fue la ruta de salida de los grancanarios para huir del ataque de la flota holandesa mandada por Pieter van der Does. El barranco fue también la tumba de muchos corsarios tras la Batalla de El Batán, en la que los milicianos organizados por Antonio Pamochamoso evitaron la conquista de la isla. Ayer, 417 años después, senderistas y militares recorrieron el Guiniguada desde la catedral de Santa Ana hasta la villa de Santa Brígida para rememorar aquella gesta y recordar a los caídos por ambos bandos. Por el camino se recordó la historia de dos viejos enemigos que ahora son aliados.
El domingo comenzó muy temprano para los 55 senderistas que recorrieron los paisajes de la gesta de los grancanarios que se enfrentaron a la flota del holandés Pieter van der Does e impidieron la conquista de la Isla. María Eugenia Jorge, Mario Montesdeoca, Nati Gutiérrez, Ángel Alonso y Silvia Alonso, todos ellos vecinos de Santa Brígida, se levantaron a las cinco de la mañana para bajar en guagua hasta la catedral de Santa Ana e iniciar desde allí la caminata que conmemora cada año la Batalla del Batán, con el barranco de Guiniguada como eje principal.
También madrugaron los militares del Regimiento de Infantería Canarias 50, que junto a otro grupo de civiles se unieron a la marcha a la altura del Jardín Botánico Viera y Clavijo para continuar hasta Santa Brígida por El Dragonal, La Calzada, Maipez, el barranco de La Angostura y la finca El Galeón.
En total, unos quince kilómetros para los que salieron desde la capital y la mitad para los que se sumaron por el camino, en una mañana agradable, con cielo gris encapotado y amenaza de llovizna, como si la delegación holandesa asistió a los actos se hubiese traído consigo el clima de su país.
En oleadas, según el ritmo de los caminantes, casi todos llegaron a tiempo para asistir al homenaje a los caídos hace 417 años en la Batalla del Batán. En ese enfrentamiento armado, el 3 de julio de 1599 y en el lugar que hoy se conoce como la Cruz del Inglés, murieron decenas de milicianos grancanarios y se cree que más de mil soldados holandeses.
Otros quedaron malheridos y fallecieron en las semanas siguientes, entre ellos el propio Van der Does, aunque también especulan los historiadores que pudo contraer la malaria al intentar conquistar después la isla de Santo Tomé. En cualquiera de esos dos casos, tras salir derrotado de Gran Canaria, el Golfo de Guinea fue su tumba.
El desfile y la ofrenda floral se desarrolló en la plaza de la iglesia de Santa Brígida, este año con la participación de Leila Mathilde Driessen-Jansen, alcaldesa de Leiderdorp, la ciudad natal del vicealmirante y corsario Van der Does. La regidora holandesa se aprendió durante la noche un discurso en español para agradecer la amabilidad que ha encontrado durante estos días, en los que se recuerda el paso de Van der Does por la Isla pese al daño que causó, incluido el saqueo e incendio de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria en su desesperada huida.
Con el cansancio acumulado en las piernas por las cinco horas de caminata, gran parte cuesta arriba, Sinforiano Quintana y Rubén Díaz también se acercaron a la plaza para participar en el homenaje. Aficionados al senderismo, hicieron por primera vez la ruta de los grancanarios para escapar de la flota holandesa, que con 73 navíos, 4.000 marinos y 8.000 soldados creyeron en una conquista rápida tras la victoria en la capital y la toma del Castillo de Luz.
A través de las numerosas charlas por el camino, en los descansos para reponer fuerzas, Sinforiano y Rubén se enteraron de que tras la muerte del capitán Cipriano de Torres por disparos de los holandeses, el obispo organizó la evacuación de la población civil hacia Santa Brígida, llevándose consigo, a lomos de camellos, los archivos y los objetos de más valor.
En Santa Brígida, que durante nueve días fue capital de la Isla y de Canarias, se organizó la defensa, en la que participaron los militares supervivientes y milicianos civiles llegados de toda la isla, aunque sumados apenas llegaban a los 1.000 efectivos. Antonio Pamochamoso tomó el mando, pues el gobernador Alonso Alvarado llegó herido de muerte a la villa y falleció al mes siguiente.
Como cada año, ayer se recordaron a los grancanarios que cayeron en la Batalla del Batán, cuyos nombres figuran en la placa de la iglesia. Por este orden se rindió homenaje a los muertos de las cuatro banderas del Real de Las Palmas, de las compañías militares de Juan Ruiz de Alonso, Juan Martel, Francisco Cabreja Toscano y Antonio Lorenzo; las banderas de Telde y Agüimes (Juan Muñiz); de Arucas (Clemente Jordán); de Gáldar (Francisco Carvajal); de Teror (el capitán Arencibia, el cura, su mozo y un herrador), de San Mateo y Santa Brígida (Cebrián d e Torres); y la bandera del pueblo extremeño de Valverde de Mérida, lugar de nacimiento de Alonso Alvarado.
Tras el desfile de la bandera de Leiderdorp, su alcaldesa explicó la importancia que tuvo la familia Van der Does durante la época de Carlos V, cuando los Países Bajos estaban unidos al Reino de España, y resaltó que 417 años se recuerde a los caídos por ambos bandos en un clima de concordia y reconciliación, pues «todos los pueblos tienen sus desgracias y sus gestas heroicas».
Tras su discurso, entregó un cuadro del panteón de la familia Van der Does en su ciudad al general jefe de la Brigada Canarias 50, Venancio Aguado de Dios, que a su vez destacó que los antiguos enemigos de la Batalla del Batán sean ahora aliados y participen conjuntamente en misiones de guerra y de paz en países como Afganistán.
José Antonio Armengol, alcalde de Santa Brígida, que participó por primera vez en la conmemoración, valoró el hermanamiento con Leiderdorp «en un mundo más pacífico que el de 1599» y, tras agradecer la presencia del Ejército en la caminata por el Guiniguada, apostó por «impulsar esa ruta entre los escolares grancanarios porque es una forma de conocer la historia desde otro punto de vista».
Tras los discursos se depositó una corona de laureles bajo la placa de los caídos del Batán, mientras la banda militar tocaba el himno La muerte no es final. El acto concluyó con el desfile por las calles de la villa y todos, militares y caminantes, se fueron a comer una paella ofrecida por el Regimiento Canarias 50.
Allí, el cronista de la capital y de la Isla, Juan José Laforet, sostuvo que cada año hay más gente en el camino del Guiniguada, pero consideró que aún es muy poca para la relevancia histórica que tuvo la Batalla de El Batán. A su juicio, aquel intento de conquista se produjo por la importancia estratégica que tenía Canarias en el comercio entre Europa y América, algo que se puede trasladar ahora al papel que juega el Archipiélago en las relaciones de paz con África, por lo que propuso a los canarios a estar atentos de lo que sucede en el Sahel, el Sahara y Marruecos, pues de ello dependerá la industria turística.
Tras la paella, unas cervezas frescas y un ligero descanso, los caminantes aún pudieron disfrutar de una representación teatral a cargo de Los taberneros del Batán y la actuación musical del grupo Baton Rouge Dixieland. La Villa puede presumir que ha permanecido invicta a lo largo de su historia. La alcaldesa, ante las primeras chispas, exclamó que Van der Does se apareció ayer en forma de la típica llovizna holandesa.
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