POR JOSÉ CATALUÑA ALBERT, CRONISTA OFICIAL DE ALGAR DE PALANCIA (VALENCIA)
Finalizadas no hace mucho las celebraciones de Semana Santa y Pasqua, este año bajo unas circunstancias muy especiales, como sabemos, nos ha venido a la memoria, a los que ya peinamos canas, una festividad que gozaba de gran tradición en los pueblos de la Comunitat Valenciana, entre ellos Algar de Palancia, y que, prácticamente, desde la década de los años sesenta del siglo XX, se ha perdido en casi todos ellos. Nos referimos a “la salpassa”, la cual solía tener lugar el miércoles santo por la mañana (en algunos pueblos se celebraba el sábado santo). Solamente, que sepamos, se conserva en algunos pueblos de las comarcas de La Marina Alta y de La Marina Baixa, en la provincia de Alicante, y de la comarca de La Ribera Alta, en la provincia de Valencia.Tenemos constancia fehaciente de que se sigue celebrando, por ejemplo, en el pueblo de Pego, perteneciente a la Marina Alta.
Una buena información relativa a esta celebración nos la ofrecen, entre otros, Alvar Monferrer i Monfort, nacido en 1914 en Les Useres (L’Alcalatén-Castellón), doctor en Filosofía y Letras y Profesor de la Universitat de Barcelona, autor del libro “La salpassa”; Baltasar Bueno Tárrega, nacido en 1949 en Foios (L’Horta Nord-Valencia), periodista y escritor, autor del comentario “La salpassa, una tradición pagana cristianizada”, publicado en el periódico Levante, y Teófilo Ureña García, investigador histórico, autor del escrito de opinión “Érase una vez..La Salpassa”, publicado en el periódico Costa comunicaciones, de Alicante. En este punto hemos de agradecer la información que nos ha facilitado personalmente el actual guardián del convento franciscano y parroquia de La Sagrada Familia de Pego, así como la descripción que nos ha dejado el que fuera escritor y párroco de Albalat dels Tarongers (Camp de Morvedre-Valencia) , Andrés Monzó Nogués (1903-1962), nacido en Carlet (Ribera Alta-Valencia). De todos ellos nos permitimos entresacar los aspectos que hemos considerado más relevantes para tener un cabal y mejor conocimiento de esta festividad.
Monzó Nogales nos ofrece una acertada descripción de la salpassa que, con algunas variantes, se venía celebrando en muchos pueblos valencianos:
“Es la bendición de las casas, que se hace el miércoles santo, después de la misa, según el rito aprobado para fuera del tiempo pascual. Se viste el Párroco el roquete y sale, con el sacristán y acólitos igualmente revestidos, que llevan el acetre (cubo donde se lleva el agua bendita) y aspersorio, un plato con sal bendita para dejar una cucharada en cada casa y cestas para recoger los huevos con que la piedad agradece la bendición, amén de una bolsita para si se presenta alguna limosna en metálico. Lo tradicional parece haber sido el rezar una sola vez en plural en la puerta de la iglesia y pasa luego asperjando las casas (asperjando con sal antiguamente). Hoy, según la mente del Ritual, parece que se debe rezar la oración en cada casa. Luego se asperja, y el sacristán o acólito recibe sal sin bendecir, que cambia por bendita. No es admisible espaciar la sal. Se debe antes advertir que la sal bendita es un sacramental (el sacramental es uno de los remedios que tiene la iglesia, como el agua bendita, las indulgencias y el jubileo, para sanar el alma y limpiarla de pecados veniales y de las penas debidas por estos y por los mortales) de muchas aplicaciones, lo cual deben los fieles aprovechar. Acabada la SALPASSA se da una gratificación de 10 céntimos a cada uno de los niños, que formaron en el bullicioso cortejo. Al sacristán se le obsequia con una docena de huevos. También se obsequia a los acólitos” (hay que tener en cuenta que como se recogía gran cantidad de huevos, ya que algunas familias acostumbraban a donar hasta media docena de los mismos, el párroco los distribuía entre las familias necesitadas y el resto los vendía para gastos de la parroquia).
Sobre el significado de la salpassa son muy interesantes los datos y apreciaciones que nos proporciona Ureña García. Destacamos aquellos que, a nuestro juicio, nos han parecido más destacables:
“Esta tradición toma nombre popular de la acción que realiza el sacramental ‘Salem spargere’ (repartir la sal) y de ahí la expresión popular de la ‘Salpassa’. Expresión que viene de muy antiguo, estando documentada su celebración ya en el siglo X. El Diccionario de Corominas (se refiere al Breve diccionario etimológico de la lengua castellana del lingüista catalán, Joan Coromines i Vigneaux, nacido en 1905 y fallecido en 1997) recoge la siguiente cita del Penitencial de Silos de finales del siglo X (el Penitencial de Silos, considerado como el primer diccionario de español, se encuentra hoy en la British Library, la Biblioteca Nacional del Reino Unido y una de las más grandes del mundo): ‘Nulius gradum ecclesiasticum percipiat qui totum psaltetium vel baptisterium aut ordinem salsparsiorum, perfecte non fuerit agendi‘. Y citando a Bernat Desclot (historiador catalán nacido en la segunda mitad del siglo XIII y autor de una de las cuatro grandes crónicas del ‘Llibre del rei en Pere d’Aragó e dels seus antecessors), escribe’: Diablo…este que es peor, que con la señal de la Cruz ni de Salpassa no se puede esconder’ “.
“En el reino de Valencia se denominaba popularmente al Sacramental Salpassa; de donde se derivaban innumerables localismos propiciados por el habla popular, entre los más comunes: salpassa, salpasia,salpacia, carpasa, sarpasa, salispasa. Todos ellos denominaban el mismo ritual y el acontecimiento festivo”.
“La Salpassa siempre se celebra por la mañana…La Cuaresma cristiana concluye (o concluía) el Miércoles Santo…frontispicio del Triduo Sacro (hoy comprende desde la tarde del jueves santo, día en que termina la Cuaresma, hasta la madrugada del día de Pascua de Resurrección). Días repletos de simbolismo y significado soteriológico (la soteriología es palabra que procede del griego y trata de la salvación y, en el catolicismo, se refiere al cumplimiento de los rituales y sacramentos ordenados por la Iglesia). La Salpassa es un ritual paralitúrgico (ceremonia no litúrgica sin tener parámetro o estándard a seguir para su ejecución), se desarrolla fuera del templo, en un ámbito de lo secular. Su contexto natural es la calle y sus destinatarios las casas.
“Es conocido el poder exorcitante que la tradición cristiana atribuye a la sal y al agua bendecida. Como también es sobradamente conocida la relación que establecen las supersticiones populares con la sal y su capacidad de proteger espacios habitados o usados por el hombre…La celebración de la Salpassa es una tradición de extraordinaria riqueza simbólica en la que todo se concita para expresar, con elocuente pedagogía del signo, la victoria del bien sobre el mal, de la vida sobre la muerte”.
Bueno Tárrega, por su parte, se refiere a algunos aspectos de la salpassa cuando nos dice que el sacerdote aprovechaba siempre la ocasión para interesarse por los moradores de la casa e invitarles a los oficios de Semana Santa y que, además, el agua bendecida era guardada por la familia para beberla o rociar puertas, paredes, habitaciones y todos los rincones de la casa y para bendecir, en su caso, a alguna persona moribunda o enferma que se encontraba en la misma.
El mencionado periodista y escritor también nos recuerda que la salpassa puede considerarse un sacramental y está normada en el Ritual Romano, decretado por el Papa Benedicto XIV (1675-1758), que recoge el mandato de bendecir las casas de cada parroquia por Pascua de Resurrección. Benedicto XIV fue un papa muy influido por las ideas de la Ilustración, siendo un gran erudito que siempre demostró si interés por la ciencia y la cultura.
Algunos estudiosos de la salpassa consideran que la misma posiblemente tenga sus orígenes en un ritual pagano anterior al cristianismo, en el ámbito agrícola y ganadero, en las fiestas del solsticio de primavera, cuando se rendía culto a los dioses y se purificaban las casas y establos con agua, sal y azufre. Y, en cuanto a la sal, cabe decir igualmente que, en la cultura laica, siempre se le ha considerado como un símbolo de solidaridad y hospitalidad y se solía ofrecer a las personas que iban de visita a las casas, ya que la actitud contraria, “negarle el pan y la sal a alguien”, popularmente estaba muy mal visto. También hay algún estudioso que ve el origen de la salpassa en la pascua judía anterior a Cristo.
En este comentario sobre la fiesta de la salpassa no podemos obviar el referirnos, siquiera muy brevemente, a la celebración de la misma que tenía lugar en los pueblos de la comarca valenciana del Camp de Morvedre, comarca a la que pertenece el municipio de Algar de Palancia. Monzó Nogales</i, que, como se ha dicho, fue paŕroco de Abalat dels Tarongers, pueblo también perteneciente a la citada comarca, ha descrito muy bien, como se ha visto, como se celebraba la salpassa, pero no alude a dos pequeñas anécdotas que concurrían en esta zona, relacionadas con los niños que, además de los acólitos, acompañaban al sacerdote.
La primera es que los niños del pueblo iban delante del sacerdote, provistos de unas mazas de madera, que golpeaban fuertemente en la acera de cada casa, como si fuera una llamada a los moradores de la misma, avisándoles que ya llegaba el capellán (esta costumbre parece que tenía lugar en pueblos de otras comarcas). En algunos pueblos de esta comarca, como era el caso de Estivella, la fiesta se llamaba el
Dia de les Maces. Y la segunda es que dichos niños, muy bulliciosos porque causaban mucho ruido con las mazas, cantaban unos versos cortos, un tanto satíricos. Ofrecemos una pequeña muestra de ello y lo hacemos en valenciano ya que su traducción literal al castellano no parece reflejar el verdadero sentido o significado de los mismos:
Maces, maces al sereno
que, s’acaba la Passió.
Ous ací, ous allà,
bastonades al capellà.
Ous, ous,
bona Pasqua i bon dijous,
un trosset de cansalà
i una mona en cent ous.
Monferrer i Monfort, el libro del cual cuya lectura se recomienda para conocer las diferentes formas de la celebración de la salpassa en territorio valenciano, nos recuerda también algunas de estas pequeñas canciones:
En L’Alcora (L’Alcalatén-Castellón) se cantaba:
El dijous de matí
bona coca per a mí.
El dijous de vesprà
bona coca amb cansalà.
Angelets del cel,
baixareu a Pasqua
ous i caragols
i fulletes de carrasca.
En L’Alfàs del Pi y Tàrbena (Marina Baixa-Alicante) los niños cantaban:
Ous, ous,
bones pasques, bons dijous,
la farina va a cinc sous,
i el segó a dihuité.
Ous ací, ous allà
bones bastonades al sagristà.
Ous allí, ous al ponedor,
bones bastonades al senyor rector.
La celebración de la salpassa, fiesta de una tradición multisecular, ha dejado de tener lugar en los pueblos y parroquias de la Comunitat Valenciana, como se ha dicho al principio, a excepción de algún caso testimonial, que no sabemos por cuanto tiempo, perdurará. Ignoramos, como así ha ocurrido con otras tradiciones y costumbres, las razones de ello. Posiblemente, haya contribuido a ello la escasez, desde hace ya unos años, de sacerdotes que, en la mayoría de los casos, regentan muchas parroquias y se tienen que ceñir a la celebración de los actos que la Iglesia considera más esenciales.
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Nota.- Como no contamos con fotografías ni imágenes de Algar de Palancia, se ofrecen algunas relativas a otros pueblos, todo ello a efectos meramente ilustrativos y sin ánimo de lucro, imágenes y fotografías obtenidas de Internet y que, en todo caso, si se nos exige, retiraremos.