POR JUAN JOSÉ LAFORET HERNÁNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA (LAS PALMAS).
Tal era el estado en que se encontraba el patrimonio histórico artístico de la mayoría de los templos isleños, que, nada más llegar a su nueva diócesis en 1968, monseñor José Antonio Infantes Florido pidió a Paz Vélez, que ya había trabajado con él en piezas del patrimonio de la sevillana Parroquia de El Salvador, que viniera a Gran Canaria para iniciar un proceso de restauraciones.
En cada momento de la historia insular, a través de más de cinco siglos, han aparecido personas, ‘personajes’ o ‘personalidades’, según sea el cronista o documento que los menciona, que han marcado muy distintos eventos, épocas o circunstancias. Domingo J. Navarro, al recordar a uno de ellos, muy sustancioso en las solemnidades y protocolos grancanarios del siglo XIX, el inolvidable (aunque hoy muy olvidado) ‘compadre Molina’ (lo de ‘compadre’ en su acepción, ya no tan en uso, de protector o bienhechor), señalaba como existen personas «…que de tiempo en tiempo aparecen y brillan en la sociedad, como si fueran una especial providencia de los pueblos…»
Algo que también se ha dado en el orbe de las costumbres y tradiciones de Semana Santa, tanto que Domingo Doreste Fray Lesco, el gran articulista de la prensa grancanaria de las tres primeras décadas del siglo XX, para rememorar la de su tiempo, en la que estuvo muy involucrado, tanto desde la primera Junta Oficial, que logró revitalizar estas manifestaciones pasionistas en Vegueta y Triana, como desde el ámbito de la promoción del turismo, convencido que sería un gran atractivo para los visitantes de la isla en esos días, no dudó en hacerlo escogiendo en 1939 a cuatro personajes, muy significativos para distintos momentos cruciales en el devenir ‘semanasantero’ isleño de los siglos XIX y XX, como fueron ‘El Señor Pérez’, en referencia al imaginero José Luján Pérez, ‘Mateito’, un entonces popular «sochantre honorario de Santo Domingo» que en «Semana Santa culminaba su popularidad», ‘Anita Carvajal’, modesta y piadosa dama «…experta en vestir las imágenes de su parroquia…», que «…había sido autora de la toca de la Virgen (la Dolorosa de Santo Domingo), y de la posición de la mano derecha de esta escultura, que tan sabiamente acentúan la laxitud y abandono de la imagen…», o ‘Tejera’, el afamado músico y compositor Santiago Tejera, o simplemente ‘Maestro Tejera’ como lo conocían sus contemporáneos. Ellos, como muchos otros de tiempos previos y posteriores, como pudieron ser, según sugería D. José Miguel Alzola, en la Parroquia de San Francisco D. Teodoro Sánchez, D. Carlos Luis Monzón Grondona en la de Santo Domingo o D. Fernando Afonso en la de San Agustín, conforman una estela de nombres tras los que se conforma todo un universo de anécdotas, de historias, de aconteceres que marcaron con mucho el devenir, la misma identidad y sentimiento de estas manifestaciones de religiosidad popular.
Ahora, al llegar los días de una nueva Semana Mayor del año (como era usual también aquí denominar a la Semana Santa), se ha recuperado y realzado con justicia y rigor la memoria de un artista que significó mucho tanto para el orbe procesional insular en concreto, como para el patrimonio histórico artístico grancanario en general. Si, como Néstor Álamo me contó en reiteradas ocasiones, al ‘Señor Pérez’, de pie y embozado en su capa, en la esquina del callejón de Santa Bárbara con la actual calle de Luis Millares, le gustaba contemplar de regreso a su templo el paso de muchas de sus esculturas, como ‘El Señor con la cruz a cuestas’, ‘La Dolorosa’ o el ‘San Juan’, que acentuaban su belleza en las penumbras de la noche y en los reflejos de las tintineantes luces de la candelería del trono, yo tuve la oportunidad de ver como al anochecer del Domingo de Ramos, por las estrechas callejuelas vegueteras, el imaginero José Paz Vélez admiraba encandilado, entre capirotes y ciriales, el paso de su talla de ‘Nuestro Padre Jesús de la Salud’, que realizó en 1985 para la Real e Ilustre Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús de la Salud y María Santísima de la Esperanza de Vegueta, en unos años que nuevamente fueron cruciales para el devenir de la Semana Santa veguetera y trianera.
Este año la mencionada cofradía dominica, aprovechando la presencia en la ciudad del historiador del arte sevillano D. Enrique Ruiz Portillo, que venía como pregonero de la Semana Santa en esta Cofradía, consideró oportuno rendir un homenaje a la memoria de este insigne escultor sevillano, que pasó treinta y cuatro años trabajando en Gran Canaria (1969-2003), donde no sólo arraigó junto con su familia, sino que se identificó con el ser y sentir de una isla, en la que dejó muchas obras y un amplio trabajo de oportunas y efectivas restauraciones, que rescataron la brillantez de las mejores imágenes que se conservan en los templos insulares. El profesor Ruiz Portillo ofreció, en el salón de actos de la Casa de Colón, una magistral, y al tiempo muy didáctica, conferencia que fue una verdadera ‘restauración’ de la memoria de un artista, cuyo nombre ya es indesgajable de la historia del arte grancanaria y de la de su Semana Mayor del año.
Tal era el estado en que se encontraba el patrimonio histórico artístico de la mayoría de los templos isleños, que, nada más llegar a su nueva diócesis en 1968, monseñor José Antonio Infantes Florido pidió a Paz Vélez, que ya había trabajado con él en piezas del patrimonio de la sevillana Parroquia de El Salvador, que viniera a Gran Canaria para iniciar un proceso de restauraciones, ya que entonces no se contaba aquí con restauradores profesionales que pudieran afrontar esta tarea. El imaginero fue acogido con enorme expectación, pues con ilusión se esperaba mucho de él, en especial en los ámbitos ‘semanasanteros’, que deseaban ver restauradas muchas de las imágenes claves en las más destacadas salidas procesionales, así como otras que debían recuperarse para exponerse luego en el Museo Diocesano de Arte Sacro. A penas un año después, en octubre de 1970, la prensa local, en grandes titulares, ya destacaba como «Ha llevado una valiosa labor al restaurar el tesoro de la diócesis de Canarias», y aún le quedaban por delante más de treinta años de una fecunda y tan efectiva labor, que hoy le vincula inexcusablemente a la Semana Santa grancanaria, que este año podemos decir que debe ser, en su memoria, la Semana Mayor de Paz Vélez.
FUENTE: https://www.canarias7.es/opinion/firmas/semana-mayor-velez-20220408121111-nt.html