POR DOMINGO QUIJADA GONZÁLEZ, CRONISTA OFICIAL DE NAVALMORAL DE LA MATA (CÁCERES)
Uno de los atractivos de la toponimia para los aficionados es la creencia popular de los pueblos de que existe una conexión, a veces “mística, entre el nombre de cada lugar con el nombre que significa. Esta creencia no es sorprendente, puesto que muchos topónimos tienen su origen en algún rasgo físico del lugar designado que llamó la atención de los hablantes. A veces, hay que tejer bien los hilos para conocer su primitivo significado, ya que el pueblo recurre frecuentemente a expresiones jocosas o llamativas en el momento que denominó por vez primera a ese lugar.
Centrándonos en el tema de calles y barrios, que son los protagonistas de hoy, ya siempre el vulgo –y oficialmente– los mencionó con nombres que eran bastante lógicos.
Por ejemplo, y en NAVALMORAL, desde antaño surgieron las calles Alfar (hoy Manuel Calvo, por esa actividad que allí se desarrollaba hace años), Alfolí (lugar destinado a guardar el abasto de la sal, con cuyo nombre prosigue), Aserradero (hoy Marqués de Salamanca, porque esa actividad se realizaba en ella), Cuna (actual León Moyano, ya que en ella se instaló la primera Casa-Cuna en el siglo XIX), del Sol (hoy Ramón y Cajal, porque estaba expuesta a sus rayos casi todo el día), plaza de la Charca (actual plaza de Vázquez, puesto que en ella había una pequeña laguna que recogía las aguas de los Caños Viejos), Frontón (posterior Castelar, pues junto a ella construyó “Amarnie” ese juego de pelota), de la Fuente (bautizada más tarde como Joaquín Alcalde, porque en un rincón de la misma se asentaba la citada fuente de los Caños Viejos), Lagar (Luis Julve desde los años cincuenta, pues en ella estaba el lagar de aceite que instaló Mateo Samaniego y después la familia González Serrano), Meridiano (Germán Duque actual, que cruzaba tangencialmente a otras), Norte (Isabel la Católica desde hace 80 años, porque se ubica en el sector septentrional del pueblo), Oriente (hoy Conde de Miranda, ubicada al Este del municipio), plaza del Pósito (hoy del Dr. Murillo, donde estuvo ese servicio hasta que se derrumbó en 1912), Regato Pilón (Mateo Samaniego después, ya que por ella discurría el agua sobrante de la laguna y fuente de los Caños Viejos), Solana (Pedro de Valdivia, orientada al Mediodía), Talavera (Antonio Concha actual, que era la carretera a esa ciudad), Tinte (Alfonso XIII, donde hubo esa industria artesanal), Trujillo (hoy Urbano González, caso parecido al de la calle Talavera) y Plaza Vieja (León Sánchez hoy, primera plaza del lugar).
Como es evidente, habría muchas más pero, con la primera rotulación oficial de calles que el Ayuntamiento llevó a cabo en 1867, a las otras las rebautizaron con otros nombres (políticos, militares, batallas, personajes ilustres, etc.). Pero las citadas antes mantuvieron su denominación muchos más, hasta que sufrieron el mismo destino.
Aunque el pueblo no olvidó esa costumbre y prosiguió con la aplicación de nombres populares –incluso jocosos–, como ocurriría con el barrio de “la Peligrosa” (que nada tenía que ver con su maravillosa gente, sino que estaba asentado entre dos lugares tan insanos como eran el antiguo Cementerio y el arroyo Casas), el del “Vietnam” (inaugurado en 1966, en pleno conflicto bélico), el “Perchel” (por tema ya comentado de la alegre Perchelera malagueña), la “Marcha Verde” (las viviendas se entregaron en 1975, cuando se produjo la invasión del Sáhara español por lo marroquíes), calle “la Marcha” (donde se ubican las discotecas), plaza de “los Colorines”, etc.
Pero es que resulta que, si me traslado a mi MONTEHERMOSO natal, sucedía algo parecido: las plazas de Arriba y Abajo, fáciles de explicar por la orografía del terreno; pero esta última, llamada también plaza Morón, nunca logré descifrar (de niño pensaba que estaba relacionada con los moros, pero no tiene nada que ver, sino con el pozo de su nombre); calle Real (que aún conserva el nombre), por donde nunca pasó ningún rey, sino que alude a ser la principal del pueblo en el pasado; calle “Atrás” (Daoíz y Velarde), en las traseras de la anterior; “Oscura” (hoy Colón), orientada al Norte; calle “Eras”, que comunicaba con las existentes al final de la misma; calle “Plasencia” (la de mis padres) porque, antes de construir a mediados del siglo pasado la actual carretera que enlaza la ciudad del Jerte con la Sierra de Gata y Hurdes, el camino que unía esos lugares transcurría por dicha calle (y también la “cañada” ganadera); “la Cañada” (hoy Pizarro y Cervantes), lugar de paso de las merinas cuando la trashumancia, en dirección al camino de Santibáñez y Pontón del Guijo (sobre el Alagón), para enlazar con la Ruta de la Plata. Y otras muchas más, que omito porque me excedo de mi espacio habitual.
Pero para terminar, no quisiera hacerlo sin mencionar el tema de los barrios: a unos les ocurre lo de Navalmoral, que la gracia popular les aplicó esos nombres por algún hecho histórico acaecido en la fecha de su edificación, como sucedió con mi natal barrio de las Cábilas, que no tiene nada de árabe, sino que se levantó en 1920, en plena Guerra de Marruecos…; lo del barrio del Albadil es un caso aparte, porque asemeja ser un vocablo musulmán (por el prefijo “Al”), pero yo estudié árabe dos años en la Universidad, conservo mis libros y diccionarios y esa palabra NO EXISTE en árabe (puede derivar del término castellano “El Badil” = recogedor, ya que a él afluyen las aguas de gran parte del pueblo). Pero, junto con el anterior, el que siempre me trajo de cabeza fue el barrio del Castillo: en un principio pensé que en su extremo más elevado hubo una atalaya medieval, como en otros lugares, cuyos sillares y piedras se reutilizaron para construir más tarde la ermita de San Antonio; pero, una vez que analicé el lugar y la documentación sobre la repoblación del valle del Alagón, compruebo que no hubo ningún torreón en este lugar (sólo la Atalaya de Pelayo Velídiz y la de Xerit, cerca del arroyo Morcillo y de la ermita de los Antolines de Guijo de Galisteo). Entonces, ¿a qué se debe su nombre? Pues sólo me queda una explicación –y bastante lógica–: porque era la zona más elevada del casco urbano.
Así sucedía en mis dos pueblos más vivenciados, y lo mismo ocurría en cualquier lugar.