POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Les cuento.
Esto de los espárragos es historia muy antigua y, claro, como todo lo antiguo, muy envuelta en la túnica de la leyenda y de la ignorancia.
Se dice que hace más de 6 000 años los egipcios ya cultivaban espárragos – la planta de cultivo es la conocida como Asparagus officinalis L., como vegetal muy sabroso y muy sano.
Se dice también que la cultura -es decir, el cultivo y el consumo- de esta planta nutricia pasó a Grecia, de Grecia a Italia y que desde Italia se extendió a toda Europa con especial arraigo en España.
Y siguiendo con los «se dice…» no faltan quienes pregonaron (y pregonan) » a bandera al viento» que los espárragos mejores y más selectos eran los cultivados en el Real Sitio de Aranjuez, proveedores de la Real Casa de Sus Majestades.
No voy a entrar en esa polémica para no dar `pie a un posible enojo por parte de las gentes navarras y riojanas cuyos espárragos son «de empújame columpio».
Dioscórides (siglo I) y su traductor en España el médico del rey Carlos I (V Emperador de Alemania) Andrés de Laguna, son los grandes propagandistas de las propiedades médicas de los espárragos (tallos de la esparraguera) de cultivo.
Laguna nos dice que «tienen los espárragos, los ansí salvajes como los domésticos, grandes virtudes: cocidos y comidos molifican el vientre y provocan la orina; cocidos y asados sanan la continua destilación y la retención de orina; van bien contra el humor melancólico y mueven notablemente la esperma; majados los tallos y bebidos con vino blanco quitan el dolor de los riñones y curan la frenesía que es el apostema sanguíneo y colérico de las túnicas del cerebro».
¡Qué cosas!
Y toda esa letanía de alabanzas para que otro médico del emperador Carlos, Luis Lobera de Ávila, nos contara en su «Banquete de Nobles Caballeros» que los «espárragos son de poca complixión, diure´ticos, abren opilaciones del hígado, baço y riñoneds y de los otros miembros; son templados y si se comen no demasiado cocidos laxan el vientre».
Las gentes de a pie, labradores, campesinos…son los grandes amantes de los espárragos salvajes, llamados TRIGUEROS y también VERDES ( Asparagus acutifolius L.), más delgados que los de cultivo y a diferencia de estos, que son blancos por ser subterráneos y no tener aún clorofila, son de una marcado color verde apuntando su tallo en un a modo de pequeña punta espigada.
Comentan los estudiosos que estos espárragos verdes o trigueros tienen dos destinos culinarios importantes.- Uno, cocidos brevemente y a continuación, ya escurridos, freirlos al ajillo.
El otro, cocidos y, ya escurridos, cuajarlos en tortilla , acompañando con unas lonchitas de jamón y unas rodajitas finas de tomate.
Así es como preparé hoy «la mio tortillina de esparraguinos verdes» y que ustedes ven en «la afoto».
Deliciosa, oigan, deliciosa.
Lo malo es que al mear el «pis» tiene un olor característico, consecuencia de la asparagina, tirosina, coniferina… y no se cuántias «inas» más que contienen.
Buen provecho.