ENVIDADO POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA (ALICANTE).
La charamita fascina a los vecinos de todas las edades con sus clásicos toques de dulzaina y coplas del Noroeste.
El Tío de la Pita lo llaman por los pueblos del Noroeste murciano y charamita en Torrevieja. Las sinergias culturales entre la Región de Murcia y la Vega Baja son de sobra conocidas, pero una de ellas sigue siendo un siglo después icono por excelencia de las fiestas de La Purísima. La cuadrilla formada por los gigantes Lily, el Lobo y el Ogro y su gamberra comparsa de ‘cabesudos’ que baila al son de las rimas del Noroeste son los reyes del mambo y conquistan y arremolinan en torno a ellos a pequeños y no tan pequeños. El pasado viernes tenía su primera salida desde el Ayuntamiento viejo, ante una multitud congregada en la plaza de la Constitución, y así lo hará todas las tardes hasta mañana, que tendrá su última salida hasta el año que viene.
Una celebración de vida armonizada siempre por ese tamboril y el silbo de chirimía y dulzaina que tararea míticas coplas como la de ‘Serafina la Rubiales’ o la ya genuinamente torrevejense ‘Ora por nobis’. «Como sé que te gustan los garbanzos torraos, / por debajo la puerta te los echo a puñaos. / Te los echo a puñaos, te los echo a puñaos. / Como sé que te gustan los garbanzos torraos», dice la cancioncilla. Una alusión, explica el cronista Francisco Sala, que hace referencia a la chuchería típica de las fiestas, que formaban parte de la ‘pesá’, la bolsita de esta legumbre seca y tostada acompañada con avellanas comprada en los puestos de la Glorieta faldoneados con la bandera de España.
La tradición de la comparsa de gigantes y cabezudos en Torrevieja no se sabe exactamente de cuándo data. La primera prueba documentada, describe Sala, es de 1904. Entonces solo era «un pasacalles por la banda municipal y dulzaina, con salida de gigantes y cabezudos».
Ahora, pese a los escasos testimonios, lo evidente es que aquella folclórica cita acabó por conquistar los corazones de los torrevejenses. «En los años 20 su aspecto era deplorable, con magulladuras y remiendos. La comparsa estaba entonces formada por dos parejas: rey y reina blancos, otra de reyes moros, además de los cabezudos. El Ayuntamiento tuvo seriamente que pensar en la necesidad de sustituir la comparsa en cuanto las arcas municipales lo permitieran, pero el inicio de la Guerra Civil y la hambruna de la posguerra hizo que no fuera posible. La charamita salió de nuevo a la calle en 1940», relata Sala.