POR PEPE MONTESERÍN CORRALES, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Imperaba Diocleciano cuando el viejo Juan, que vivía en una cueva en Patmos (isla del Egeo), escuchó divinas palabras sobre el Juicio final, las dictó a un amanuense y se publicaron en el último capítulo de la Biblia, el Apocalipsis, o sea, la revelación.
Venía a decir, en el apartado 20, que cuando se cumplan mil años (un decir), Satanás quedará libre y seducirá y congregará a Gog y a Magog, gobernadores de la Tierra, para la batalla final, pero el poder celestial los derrotará y arrojará para siempre a un lago de azufre, la segunda muerte.
Entonces, ante el trono del Inefable se irían presentando los inscritos en el libro de la vida: el mar, la Parca y el Hades entregarán a todos sus muertos para ser juzgados según sus obras; sí, todos los muertos, incluidos Gabino de Lorenzo, el Tribunal de Cuentas y el dossier de Villa Magdalena, la biblioteca más cara del mundo, para ser o no admitidos definitivamente en la morada de Dios.
Fuente: https://www.lne.es/blogs/la-mar-de-oviedo/ultima-apelacion.html