POR PEPE MONTESERIN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Allá por 1990, en una de tantas crisis que conocí, trabajaba yo en Murcia, iban las cosas tan mal dadas que mi jefe propuso que ambos nos quitáramos el sueldo; convine en ello y enseguida perdí también el empleo. Algo parecido ocurrió en Francia; atravesaba este país graves problemas y Luis XV mandó amonedar el oro y la plata de las vajillas del reino.
Una mañana, mandó llamar al Duque de Ayen y le preguntó: “¿Habéis llevado ya vuestras vajillas a la casa de la moneda?”. El Duque se excusó: “Aún no he tenido tiempo”, a lo que repuso el Bien Aimé: “Pues yo he sido el primero en cumplir con las leyes; ya lo hice”. Entonces exclamó el Duque: “Claro, Vuestra Majestad es como Jesucristo: no le importó perderlo todo porque sabía que iba a resucitar al tercer día”.
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