POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONSTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
La parroquia de La Isla o de Santa María de Tona, que era su nombre antiguo, está de fiesta para celebrar la Asunción de María a los Cielos (Assumptio Beatae Mariae Virginis), dogma de fe proclamado por Pío XII el 1 de noviembre de 1950.
La Isla es pueblo costero y fue, según parece ser y muchos vestigios lo confirman, asentamiento de un pequeño destacamento romano englobado en la IV Legio Macedónica.
Allí, cercano a un pequeño islote conocido como El Peñón, al que se accede fácilmente en momentos de bajamar, se edificó un pequeño templo en honor de Mitra y que hoy es el recuerdo que dio cuerpo a la iglesia parroquial donde se venera a Santa María de Tona (nombre antiguo) ,que con los años cambió su advocación a la Asunción de Nuestra Señora, conocida entre los fieles colungueses como VIRGEN DE LA VELILLA.
Entre la Virgen patrona y el totémico PEÑÖN, está la playa; ese arenal que es llamada veraniega para el turismo y que en la invernía duerme su sueño de tranquilidad bajo la sombra del Sueve.
Así lo canta Xuan Xosé Sánchez Vicente, catedrático, escritor y poeta enamorado del concejo colungués… y de los pulpos de sus pedreros:
«El buxu xerrón d´El Sueve, al pie, hacia lo alto.
Verdes camperes, blanques cases abriendo l´horizonte
hacia La Riera y Lluces.
Altos cantiles perfilando la mar camín de Llastres.
Y, abaxo, tu , qu´acallantes la mar verde esmeralda
nel to cuellu,
entre la piel tostao del to areniegu brazu
y el rocosu pechu del to castru.»
Cuanta una leyenda que en tiempos muy antiguos, ya en nuestra era, atracó un navío en La Isla a causa de un temporal. En él viajaban tres Vírgenes quienes, ya en tierra, exclamaron:
.- ¡No quiero ver más el mar ni oír el ruido de su bravo oleaje! Esa Virgen, ya en tierra adentro, se quedó en La Riera y es Santa María de Bierces, titular de esa parroquia.
.- ¡Yo tampoco quiero ver más al mar, pero si oír el murmullo del oleaje!.Esa Virgen se detuvo en Colunga y es la Virgen de Loreto.
.- ¡Pues yo sí quiero ver el mar y sentir el ruido de sus olas, tanto si son bravías como tranquilas! Esa fue la Virgen de la Velilla con morada permanente en La Isla.
Mañana, martes y trece («Por qué me inspira este miedo extraordinario / esta cifra, ¡ay de mi!, del calendario?», decía don Mendo Salazar y Bernáldez de Montiel), empiezan las fiestas de La Velilla. Continuarán hasta el domingo.
Fiestas aquellas cuando en nuestra juventud los romeros ibamos andando desde los pueblos (Colunga, Huerres, San Juan, Sales, Gobiendes, Covián…) hasta el prau de la fiesta para merendar al son de la orquesta de turno (Cubanacán, Marimbas Punto Azul, Los Stukas, La Compostelana, los Alonso…) y de los altavoces de Isaac (El Risueño) o de Dionisio Cabal.
Y había barracas, y se tomaba sidra, y refrescos («boliches», decíamos) y cerveza El Aguila con gaseosa… Y se bailaba susurrando lo del «Camino verde, que va a la ermita», o «¡Ay Pepita, Pepita de Mallorca..» , o «Ya vamos llegando a Pénjamo» (que nadie sabía que era eso de Pénjamo)…
En fin, viejos recuerdos de tiempos viejos.
Yo, si el tiempo no lo impide y la salud me lo permite, seguiré con mis libros de Física.
Es lo que me queda.
¡Felices Fiestas!