POR GUILLERMO FERNÁNDEZ RABADÁN, CRONISTA OFICIAL DE VILLAS DE LA VENTOSA (CUENCA).
Introducción
La Guerra de la Independencia fue el conflicto armado que se produjo entre 1808 y 1813 y que enfrentó a España, ayudada de Reino Unido y Portugal, con el imperio francés de Napoleón Bonaparte. Comenzando con el Tratado de Fontainebleau firmado el 27 de octubre de 1807 entre Godoy, secretario de Estado de Carlos IV, y Napoleón por el cual se permitía el paso de tropas francesas por España con destino a Portugal para una invasión franco-española, y siguiendo con las llamadas “abdicaciones de Bayona” en 1808 donde Napoleón consiguió los derechos al trono de España nombrando a su hermano José Bonaparte como rey, la contienda perduró hasta el Tratado de Valençay firmado el 11 de diciembre de 1813 por el que se declaraba la paz definitiva entre ambos países reconociendo el emperador Napoleón a Fernando VII como rey de España y de las Indias y volviendo a establecerse el orden de sucesión que había antes del conflicto armado.
Para los habitantes de La Ventosa estos años fueron complicados y no les fueron ajenos ni mucho menos. Para comenzar se va a tratar en este artículo la participación de 64 varones de La Ventosa en los hechos acaecidos en la Nochebuena del año 1808 contra los franceses durante la acción militar que tuvo lugar en las cercanías de Tarancón y que supuso una victoria española. A continuación, y tras detallar los pormenores de esta batalla analizaremos a dos personajes nacidos en este municipio, el primero de ellos don Joaquín Bernardo Cantero y López, abogado y adjunto al Intendente de Madrid durante la dominación francesa y el segundo don Miguel Cañada Horno, cirujano titulado en el Real Colegio de Medicina y Cirugía de San Carlos en 1820, que durante la contienda sirvió en el ejército español, fue hecho prisionero y conducido a Francia.
Acción de Tarancón (24 y 25 de diciembre de 1808)
Durante la Nochebuena y la Navidad del año 1808 se produjo en las cercanías de Tarancón y Santa Cruz de la Zarza una acción militar en la que participaron sesenta y cuatro hombres armados de La Ventosa cuyas identidades lamentablemente no se conocen2 y que supusieron una victoria española a pesar de las duras condiciones a las que se enfrentaron con una gran nevada. Esta acción fue el preludio de la posterior batalla de Uclés de enero de 1809. En el documento de carácter económico donde se nos revela esta participación aparece una partida correspondiente a los “gastos causados con 64 hombres armados que salieron para Tarancón de Orden del Gobernador a contener el enemigo durante 6 días”.
Esta Acción de Tarancón a cargo del Mariscal de campo don Francisco Javier de Venegas fue descrita por el duque del Infantado en los siguientes términos tras su finalización3:
Con el ánimo de cortar a 900 y más caballos enemigos que situados en Tarancón y Santa Cruz de la Zarza, cometían varias vejaciones en los pueblos inmediatos, y dejar libres de enemigos toda esta parte del Tajo; por vía de paseo militar pensé hacer con dos divisiones una pequeña diversión, encargándole la de vanguardia al Mariscal de Campo don Francisco Javier de Venegas, y la otra al Brigadier Don Antonio Senra. Éste salió con dos días de anticipación para dando un largo rodeo, tomar el punto de Ocaña y cortar la retirada a los que batidos por Venegas se acogiesen a aquel pueblo que, según la localidad del terreno, debía ser el de su reunión. La mucha nieve que cayó en tres días seguidos incluso el de su salida, y los enemigos que encontró en número y posiciones que no esperaba, retardaron la celeridad de las marchas, y no pudo verificar el proyecto.
Ignorando yo, a su debido tiempo estos incidentes, no tomé nuevas providencias, y en virtud de las anteriores dispuso Venegas su ataque.
Dividió la vanguardia en dos mitades. A las diez y media de la noche del 24 al 25, la 1ª formó en columna de marcha y con el frente de mitades sobre el camino Real de Tribaldos iban a la cabeza los Carabineros Reales, detrás de estos los Batallones de Barbastro y Tiradores de España; seguían después el Batallón de Reales Guardias Españolas, el 2º de Granaderos provinciales de Andalucía, el Regimiento de Murcia, el Batallón de Irlanda y cerraba la retaguardia el de Reales Guardias Walonas, con el de Campo Mayor y los Regimientos de Caballería Reina, Príncipe y Borbón.
A la una y media de la madrugada estaba ya sobre las armas y a caballo la 2ª compuesta de los Batallones de Infantería de África, Cazadores de Bailén y Provincial de Toro, el Regimiento de Caballería de España y los 50 Caballos y 100 infantes del mando del Teniente Coronel de Pavía don José San Juan, con dos cañones y un obús de una de las compañías volantes de Artillería.
A estas mismas horas se pusieron en marchas las dos mitades con dirección a Tarancón para sorprender al enemigo. La primera a las órdenes de Venegas tomó el camino de la izquierda hacia Santa Cruz para dando un rodeo venir a dar sobre el enemigo y cortarle la retirada. La segunda mandada por el Brigadier don Pedro Agustín Girón debía atacarles por su frente y camino directo a Uclés, valiéndose de la Artillería cuyos tiros debían servir de aviso a Venegas para prepararse a recibirlos con su columna; pero esto se frustró por haberse retirado los enemigos antes de la llegada de Girón dejando una gran guardia con la que tropezaron las tropas de este Brigadier, y hubo entre ellas algunos fusileros que tampoco se oyeron en el paraje donde se hallaba Venegas.
Como la noche fue malísima y la madrugada peor por la precisa circunstancia de haber mudado de dirección y después de señalado el paraje para la formación de las tropas se originó en los Cuerpos de Caballería un extravío tal que en lo principal de la acción solamente estuvieron ocho compañías de Carabineros Reales.
La partida de guerrillas compuesta de 150 de estos que por no alarmar al enemigo iban cerca de la cabeza de la columna de Venegas, le dio parte de que los enemigos se aproximaban y sin más intervalo que el de poquísimos minutos, se les vio ya encima formados en un solo cuerpo y resueltos a romper y deshacer la columna a toda costa.
El primer Batallón de Reales Guardias Españolas mandado por el Brigadier Don Andrés Herrasti, y el segundo de Granaderos Provinciales de Andalucía que se hallaban los primeros formados en batalla sobre la izquierda con tanta viveza, serenidad y sangre fría como pudieran hacerlo en un ejercicio doctrinal la unidad de la izquierda del Batallón de Guardias Españolas dobló el fondo a retaguardia y dando el de Granaderos media vuelta a la izquierda y cuarto de conversión sobre la derecha, formó martillo apoyándose recíprocamente sus costados derecho e izquierdo.
Hallándose en esta disposición, no bien hubo pasado ya el último carabinero de la guerrilla cuando el Batallón de Guardias se encontró con aquella gran mole de Caballería sobre el flanco izquierdo que estaba enteramente descubierto. Sin embargo de esta sorpresa a pesar de hallarse en una espaciosa llanura y no tener sino 400 plazas de fuerza; llenos de la mayor bizarría y valor les esperaron con las armas preparadas hasta la distancia de 20 ó 30 pasos y a beneficio de un duro y sostenido fuego oblicuo sobre la izquierda rechazaron al enemigo. Reuniose éste por segunda vez y bajo el mejor orden volvió a atacar de nuevo con más energía y tesón; pero siendo recibido por el Batallón de Guardias con igual serenidad a la del primer ataque, y si cabe aún a menor distancia jugó sus fuegos tan oportunamente con tanto acierto que los rechazó completamente poniéndoles en desordenada fuga evitando de este modo con su heroica firmeza la derrota que seguramente hubieran padecido algunos cuerpos sueltos que venían marchando a retaguardia y no habían entrado aún en formación.
Luego que el enemigo se retiró, como la densidad de la niebla no dejaba ver los objetos sino a muy corta distancia, salieron varias partidas a reconocer el terreno; entre tanto se reunió toda la Infantería de la columna con el Batallón de Guardias y el de Granaderos de Andalucía, y formaron el cuadro para recibir al enemigo si intentaba atacar por tercera vez. La Caballería nuestra, que por la mala dirección de los guías y lo espeso de la niebla no se encontró en la sesión llegó a esta sazón y protegidos sus flancos por los Batallones de tropas ligeras Barbastro y Tiradores de España marchó hacia el enemigo que formado en dos líneas a bastante distancia, presentaba la batalla; hizo alto a cierta distancia de él y se mantuvo firme amenazándoles el ataque. La Caballería enemiga perseguida por la nuestra, se retiró por Santa Cruz de la Zarza donde fue recibida por los habitantes a pedradas y balazos.
Aunque en formación de línea solo hizo fuego el primer Batallón de Reales Guardia Españolas, son muy dignos de recomendación y elogio el valor, presencia de ánimo y los deseos de batirse que se leían en el semblante del segundo Batallón de Granaderos provinciales de Andalucía y todos los demás Regimientos de Infantería. También se distinguieron mucho en el desempeño de su servicio de tropas ligeras, los Cazadores de Barbastro, el Batallón de Campo Mayor y los Tiradores de España.
El resultado de esta acción que pudo haber sido muy satisfactorio si la mucha nieve, la densa niebla, y lo riguroso de la estación no la hubieran frustrado, ha sido de 40 ó 50 entre muertos y prisioneros, más de 150 heridos, algunos caballos, ollas de campaña y otros varios despojos, pero sobre todo el mayor y más útil es la demostración manifiesta de lo despreciable que es la Caballería francesa.
Nuestra pérdida se reduce sólo a 16 muertos, 6 heridos y 3 extraviados.
Cuartel General de Cuenca, 30 de diciembre de 1808. El Duque del Infantado.
Por esta acción la Junta Central recompensó a los individuos del primer batallón de Reales Guardia de Infantería con un escudo con dos palmas y con un lema que decía: “Infantería invencible en Tarancón. Día 25 de diciembre del año 1808”. Posteriormente fue conmutado por una medalla por Real resolución de 3 de mayo de 1815 extensiva a los cazadores de Barbastro, tiradores de España, segundo de granaderos provinciales y dos compañías de granaderos de Murcia.
El abogado don Joaquín Bernardo Cantero, que ejerció como adjunto al Intendente de Madrid durante la ocupación francesa, nació en La Ventosa el 18 de agosto de 1772, siendo sus padres el licenciado don Andrés Cantero de la Cueva y doña Juana López Ladrón de Guevara. Como se puede observar por sus apellidos este personaje descendía de las principales familias del lugar, siendo sobrino de don Bernardo Cantero de la Cueva5, miembro del Consejo de Castilla, Superintendente de Policía de Madrid y Caballero de la Real Orden de Carlos III, y con antepasados con reconocida hidalguía de ejecutoria como los citados Cantero y los Ladrón de Guevara.
Su padre don Andrés Cantero fue abogado de los Reales Consejos, administrador general y juez de la encomienda de Totana y de Aledo, siendo además gobernador de Zalamea. Su abuelo materno fue igualmente abogado de los Reales Consejos, gobernador de Quintanar de la Orden, Consultor y Familiar del Santo Oficio de Cuenca, cargo este último que también ostentaban en su familia paterna.
Don Joaquín Bernardo Cantero terminó sus estudios de Bachiller en Leyes por la Universidad de Orihuela7, teniendo sus estudios mayores en la Universidad de la ciudad de Toledo. En 1794 fue nombrado abogado, apareciendo ese mismo año en el Barrio de Santiago de Madrid como Sargento primero en la Milicia Urbana de Voluntarios, precursora de la Milicia Nacional. Durante los años de residencia en la capital tuvo su domicilio en lugares como la calle del Mesón de Paños, nº 36 (año 1796), en la calle del Almendro, nº 34 (años 1800-1802) y en la calle Barrionuevo, nº 34 (años 1803 al 1808).
En el año 1803 consigue su nombramiento como Abogado de la Real Cárcel de Corte, cargo que ejerció durante varios años. En octubre del año 1808 se realiza una relación de las mulas, caballos, sillas y otros efectos dados gratuitamente por varios sujetos para el servicio de los Voluntarios de Madrid, y don Joaquín Bernardo Cantero aporta un caballo8.
Por Decreto del 20 de septiembre de 1809 José Bonaparte nombró a don Joaquín Bernardo adjunto al Intendente de la provincia de Madrid9, con un sueldo de 50.000 reales de vellón10, siendo Intendente don Pedro de Mora y Lomas, Consejero de Estado, curiosamente con un origen común entre ambos personajes por la rama de los Cantero11.
El viernes 16 de octubre de 1812 y después de dar un completo cambio de rumbo la contienda es formada una causa por el Tribunal de Apelaciones y Vigilancia de la corte contra varias personas, siendo una de ellas don Joaquín Bernardo Cantero, adjunto al prefecto de Madrid. En 1820, ya en Cuenca, él mismo solicita que le alce del destierro que sufría por haber servido en tiempo del gobierno francés de adjunto del Intendente de Madrid. Parece ser que después de estos años de destierro las autoridades de la capital debieron aceptarle de nuevo como abogado, ya que en 1823 es aprobado por el Excmo. Ayto. de Madrid para componer el Cuerpo de Voluntarios Realistas12.
Cuatro años más tarde, en 1827, ya aparece como letrado, asesor y consultor de la Dirección General de Propios y Arbitrios del Reino, teniendo su domicilio en la Fuente de Relatores, casa de la Cadena, en Madrid. Los últimos documentos que tratan sobre este personaje nacido en La Ventosa son de los años 1828 al 1830, momentos en los que el doctor don Joaquín Bernardo Cantero era asesor general de la Secretaría de la Presidencia del Real Consejo de las Órdenes13, teniendo su domicilio en la calle Atocha, nº 6.
Miguel Cañada Horno
El cirujano don Miguel Cañada Horno, prisionero en Francia durante la Guerra de la Independencia, nació en La Ventosa el 3 de agosto de 1792, siendo sus padres el escribano Julián de Cañada González y Martina del Horno Santos de la Puerta. Su padre, perteneciente a un linaje de escribanos, nació en la también localidad conquense de Villarejo Sobrehuerta y fue el primero de esta familia en llegar a La Ventosa. Casó en la capilla de San Julián de la Catedral de Cuenca en 1790 con Martina del Horno15, natural de Castillejo del Romeral, y fueron padres de varios hijos, entre ellos don Antolín Cañada Horno, Notario de reinos y que ejerció esa labor hasta su fallecimiento.
En la información16 realizada para examinarse de cirujano en el Real Colegio de Medicina y Cirugía de San Carlos en 1820, Miguel de Cañada describió su paso por el ejército en los siguientes términos:
“He servido a la Nación Española en el Regimiento de Infantería de León, en la 1ª Compañía de Cazadores, donde me he portado con honradez, habiendo sufrido ser prisionero por los enemigos y conducido a Francia por no ser adherido a ellos ni haber jurado al Rey Intruso”.
El Regimiento de Infantería de León participó entre otras, en la Acción de Cáceres, Arroyo del Puerco (28 de agosto de 1811), retirada de Cáceres (14 de octubre de 1811), la Aliseda (24 de octubre de 1811), Batalla de Arroyomolinos, donde españoles, ingleses y portugueses derrotaron a los franceses (28 de octubre de 1811) y ataque de Espartinas (5 de abril de 1812). Ya en 1813 y en persecución de las tropas francesas que habían emprendido su retirada a Francia el cabo primero don Juan Alonso, perteneciente a este Regimiento fue el primer combatiente perteneciente a la tropa que ingresó en la Orden de San Fernando por sus actos de heroísmo.
Durante los años comprendidos entre 1807 y 1810, ejerció junto al cirujano titular de Villanueva de Guadamejud, don José Carlos Sánchez, hasta noviembre de 1810, que le tocó quinto, ya en plena Guerra de la Independencia. Después de esos años tan convulsos, y ya en España, ejerció junto al cirujano titular de Real Aprobación de la Villa de Almonacid de Zorita, don Juan José Salazar, desde el año 1818 a 1820.
Ya en el Real Colegio de Medicina y Cirugía de San Carlos, fue necesario para su entrada un expediente de información en el que se hablaba de sus antepasados y de la limpieza de sangre tanto de la parte paterna como materna argumentándose en ella que en su familia “unos y otros en sus respectivos pueblos han llevado y llevan los empleos honoríficos de la república”. Miguel Cañada Horno fue examinado el día 2 de junio de 1821 y nombrado Cirujano Romancista por Real Orden. Recibió tu título el 26 de junio de 1821. Además de Miguel, su hermano Isidoro Cañada también se examinó en 1820 como alumno del Real Colegio para cirujano romancista17.
1 Archivo familiar. Escritura de compraventa realizada el 4 de enero de 1810 ante el escribano Domingo Torrijos de la Sierra.
2 Archivo Histórico Nacional, Consejos, 12002, Exp. 132. Provincia de Cuenca. Resúmenes de los caudales de propios y arbitrios de poblaciones libres de los Partidos de Huete y San Clemente de la Provincia de Cuenca relativos al año 1809.
3 Archivo Histórico Nacional, DIVERSOS-COLECCIONES,125, N.6. Acción de Tarancón a cargo del Mariscal de campo Francisco Javier de Venegas.
4 Noticia de las Órdenes de Caballería de España, Cruces y Medallas de distinción con estampas. Año 1815. Imprenta de Collado. Madrid.
5 FERNÁNDEZ RABADÁN, G. Don Bernardo Cantero de la Cueva, miembro del Consejo Real de Castilla, Superintendente General de Policía de Madrid, y Caballero de la Real Orden de Carlos III. 2018. Disponible en web:
https://www.academia.edu/40548960/Don_Bernardo_Cantero_de_la_Cueva_miembro_del_Consejo_Real _de_Castilla_Superintendente_General_de_Polic%C3%ADa_de_Madrid_y_Caballero_de_la_Real_Orde n_de_Carlos_III
6 Archivo Histórico del Ilustre Colegio de Abogados de Madrid. Signatura: AHICAM 1.2.086.04. Año 1794. Expediente de don Joaquín Bernardo Cantero y López.
7 Archivo Histórico Nacional. Consejos, 12153, Exp.122. Joaquín Bernardo Cantero y López, natural de Ventosa, bachiller en Leyes por la Universidad de Orihuela, sobre que se le admita a examen de abogado. 8 Gazeta de Madrid, nº 136 de 21 de octubre de 1808.
9 Gazeta de Madrid, nº 266 de 22 de septiembre de 1809.
10 Archivo Histórico Nacional, ESTADO, 3003, Exp. 79. Oficio de Pedro de Mora y Lomas dirigido al marqués de Almenara, ministro del Interior, por el que remite copias de los oficios relativos a la Intendencia de la provincia de Madrid y a la Contaduría de Propios.
11 Archivo Histórico Nacional, ESTADO-CARLOS_III, Exp. 1139.
12 Diario Oficial de Madrid, 23 de octubre de 1823.
13 Calendario Manual y Guía de Forasteros en Madrid.
14 AHICAM 1.2.086.04. Año 1794.
15 Archivo Diocesano de Cuenca. Libros Parroquiales de La Ventosa. Matrimonios. 16 Archivo Histórico Nacional, UNIVERSIDADES, 1189, Exp. 87. Expediente de Miguel Cañada Horno, alumno del Real Colegio de Medicina y Cirugía de San Carlos, Natural de La Ventosa (Cuenca). 17 Archivo Histórico Nacional, UNIVERSIDADES, 1189, Exp. 86. Isidoro Cañada Horno, natural de La Ventosa (Cuenca).